La
creatividad artística, literaria o filosófica se relaciona de forma dual y
ambivalente con la embriaguez. Por una parte, es condición de toda creación
conseguir salir de la cárcel de la normalidad, aunque solo sea con la
imaginación, y para ello los creadores suelen necesitar una cierta ebriedad
liberadora.
Ahora bien, al apartarnos de la cotidianeidad normalizada, la
creación emborracha peligrosamente y puede situarnos camino de la locura
como avisan muchos clásicos.