Mejorar el sistema de justicia, pero sin caer en el turbojudiciario
Al Dr. Wolfgang Hoffmann-Riem,
con sumo respeto y humildad.
Cuando analizamos cuestiones tan
complejas y amplias como la justicia o su funcionamiento en sociedades
avanzadas como la brasilera o las europeas, se necesitan enfoques
multidisciplinares, transversales y macrofilosóficos. Pues, en caso contrario,
reducimos en exceso las cuestiones y se nos escapan gran parte de su
problematicidad, de sus causas y consecuencias, y de las relaciones que guardan
con importantes aspectos sociales.
Solo así se evidencia de forma cabal que, algunas veces, aparentes mejoras
pueden tener efectos indeseados para la necesaria comprensión holista de la
justicia y su funcionamiento. Ello puede darse tanto al definir el modelo
abstracto, ideal y platónico que solía ser el mayoritario hasta hace muy poco,
como el modelo que llamamos ‘turbojudiciario’ y que privilegía la velocidad, lo
cuantitativo y el funcionamiento mecánico altamente previsible que cada vez más
se impone en la actualidad (por ejemplo en Brasil) y que está muy influido por
el management, el marketing y -muy recientemente-
la inteligencia artificial.
Significativamente, François Jullien (2006) muestra que el control de tipo
gerencial es heredero en el fondo del modelo abstracto de raiz platónica. Por
eso, conserva muchos de sus déficits en comparación por ejemplo con el modelo
de eficacia chino (que ciertamente hoy maravilla a mucha gente, pero que para
nosotros tampoco no es el ideal).
Evidentemente consideramos necesario redefinir el modelo abstracto, ideal y
platónico, sobre todo para que sea más fácil rendir cuentas a la ciudadanía y
mejorar la gobernanza judicial y estatal en general. Ahora bien tenemos
crecientes dudas de que esas mejoras encajen con el modelo emergente de
‘turbojudiciario’, que también debemos criticar pues
coincidimos con el riguroso análisis de los peligros del
reductivismo de la justicia desde una perspectiva meramente gerencial,
productivista y cuantitativo de la tesis doctoral “Entre o ideal e a
aparência: Uma análise macrofilosófica da qualidade da justiça” de la juez federal brasilera Raquel
Chiarelli (2022) y que hemos tenido el honor de codirigir en la Universitat de
Barcelona.
Una vez más, los análisis
excesivamente apresurados hacen que no se detecten las disfunciones y los
efectos indeseados del nuevo modelo de ‘turbojudiciario’. Se pasa demasiado
aceleradamente de la preocupación por las dificultades de evaluar el
rendimiento efectivo del sistema judicial tradicional, a obviar los daños
colaterales que el nuevo modelo plantea, ¡incluso superando al tradicional!
Pues la preocupación por lo cuantitativo, automático y muy rápido desplaza la
atención de pérdidas cualitativas importantes.
Queremos que se nos comprenda
bien: insistimos en que es inevitable aplicar mecanismos de control objetivo
sobre la labor concreta llevada a cabo por los distintos tribunales e incluso
por las personas individuales, ya sean los más altos jueces del tribunal
supremo o los servidores de rango inferior y de situación más precaria del
judiciario. Por tanto es necesario evitar que la justicia se instale en una
‘torre de marfil’ poco accesible, transparente, controlable y dada a rendir
cuentas. Y para evitarlo, hay que introducir mecanismos rigurosos que permitan
contabilizar y fiscalizar la labor de todos los individuos, colectivos e
instituciones que tienen que ver con la impartición de la justicia en los
Estados democráticos como el brasilero.
Peligros del turbojudiciario
Ahora bien, coincidemos con la
juez Chiarelli (2022), en el peligro de que índices importantes como el número
de sentencias por unidad de tiempo y de personal destinado, pueden desviar la
atención de la calidad intrínseca de tales sentencias. También
pueden obviar déficits en las garantías anticorrupción, en el compromiso ético
de las instituciones estatales y en la relación del sistema judicial con la
ciudadanía y el respeto y atención con que esta debe se tratada. Pues
evidentemente el número de sentencias no es lo que garantiza la disminución de
la corrupción estatal o social, ni tampoco el compromiso y satisfacción de la
población con ‘su’ sistema judicial (pues es su acceso más decisivo cuando se
siente maltratada u olvidada).
Por eso nos preguntanos -coincidiendo con la juez Chiarelli- ¿qué es primero y más
importante?: ¿Atender cuidadosamente a la justicia, es decir a su ejercicio
respetuosamente supremo y a su vital efecto benéfico, legitimador y pacificador
en el conjunto de la sociedad? ¿O bien cumplir con fríos parámetros
cuantitativos como si se tratara de una mera empresa comercial, industrial o de
servicios?
¿La tarea de todo el sistema y
poder judiciario es ofrecer una justicia de máxima calidad, que defina el
criterio de ‘suprema eticidad’ -en términos de Hegel- y que valorice el derecho
y el Estado como ‘máximo ético’ -en términos de Joachim Carlos Salgado (2006)-?
¿O más bien, lo que importa para la efectuación de la justicia, la salud del
Estado y la cohesión ciudadana es instaurar unas mecánicas econométricas,
competitivas y productivistas que aceleren rentablemente todos los procesos del
judiciario y que lo conviertan en una maquinaria bien engrasada que entregue
sus dictámenes con similar urgencia y eficacia que una empresa o un negociado
de trámites jurídicos? En este último, nos preguntaríamos con tristeza: ¿Así,
continuamos encarándonos al Estado como ‘realización efectiva de la libertad’
ahora y aquí (Hegel) o como ‘máximo ético’? ¿O más bien lo tratamos como un
decadente, aunque muy productivo, ‘Estado poiético’, tal como es analizado y
criticado por Salgado (2006)?
Si atendemos a la mencionadas
cuestiones, la pregunta esencial es ¿Qué hay que priorizar?: ¿Conseguir la
adecuada ‘justicia de la Justicia’ y que ésta devenga criterio para el conjunto
de la sociedad y del Estado? ¿O generar un nuevo turbojudiciario que garantice básicamente
rápidez y productividad en términos del número de sentencias pronunciadas? ¿A
qué deben atender en primer lugar tanto los jueces más altos como los últimos
servidores del judiciario? ¿Qué es mejor para la justicia en sí misma, pero
también para el Estado, para la ciudadanía e incluso para el Poder Judiciario?
En caso de que no todo pueda tenerse en todo momento y al mismo tiempo ¿qué hay
que priorizar? ¿Qué es más necesario o incluso innegociable?
Con Chiarelli, estamos convencidos de que no se puede prescindir de
reflexionar con atencion y mucho cuidado sobre esas cuestiones tan básicas,
nucleares y de vital importancia para el buen funcionamiento social y de la
justicia como las mencionadas y dar cuenta también de nuevas cuestiones clave
como: ¿Por qué muchas veces -quizás cada vez mas habitualmente- no se atienden a
las preguntas mencionadas o, simplemente, se las acalla trasponiendo al
judiciario fórmulas de management e incluso de marketing? ¿Se es entonces coherente con lo que los Estados
democráticos esperan del sistema de justicia o se lo degrada imponiéndole
exigencias y restricciones que le son ajenas?
Nadie niega que muchas propuestas son legítimas y vienen acompañadas del
éxito en el funcionamiento cotidiano de empresas ‘con ánimo de lucro’. Sería ridículo, también, llevar
la contraria a tantísimos MBA, MIM y Business Schools. Ahora bien ¿Podemos dar por supuesto acríticamente que esos turbomecanismos
y preceptos econométricos serán igual de rentables, productivos y sobre todo
adecuados aplicados en poderes tan vitales para el Estado y la ciudadanía como
lo es el judiciario? ¿O hay que suponer que no es una diferencia
importante el hecho de que el Poder Judicial no es ninguna ‘empresa con ánimo
de lucro’?
¿Una justicia sin
prudencia?
Pues bien, a pesar de esas
significativas diferencias que, además, no son superficiales sino
constitutivas, de substancia o esencia, ¿no estamos, a toda marcha, aplicando
mecanismos de marketing o management, que son muy interesantes en sus ámbitos, a otros espacios, a problemáticas diferentes y a muy
distintos tipos de instituciones (como los judiciales) donde pueden
provocar daños colaterales e imprevistos que amenacen algún aspecto clave de
esa planta delicada que se sabe que es la justicia desde la Grecia clásica o
incluso desde Hammurabi o Gilgamesh? ¿Podemos permitirnos actuar impúnemente
casi como fanáticos irreflexivos y sin atender a las posibles consecuencias?
Pues ciertamente pocos discuten
hoy que el modelo tradicional de sistema judicial, por su misma abstracción y elitismo, carecía de los eficaces mecanismos de
rendimiento de cuentas, de control y de mejora. Pues como dice François Jullien
(2006: 4), se limitaba a concebir la eficacia resumiéndola en una forma
reductiva: “para ser eficaz, construyo una forma modelo, ideal, cuyo plan trazo
y a la que le adjudico un objetivo; luego comienzo a actuar de acuerdo con ese
plan en función de ese objetivo. Primero hay modelización, luego
esta modelización requiere su aplicación.”
El problema no obstante aparece
en la medida que hay un inevitable salto y perdida (2006: 5) cuando se pasa “de
la teoría a la práctica: [ya que] ésta nunca puede alcanzar el nivel de
aquélla. Es por eso que Aristóteles elabora la idea de una facultad intermedia,
a la que llama phrónesis que se traduce a menudo por “prudencia”, que serviría
para vincular la modelización con la aplicación, y reducir así la brecha que
casi siempre las separa.”
Lamentablemente la prudencia, que
fue considerada como facultad y objetivo primordiales del juez durante siglos e
incluso hoy cuando la pensamos, es la gran olvidada durante la modernidad
matematizante y calculadora (Mayos, 2006 y 2005). ¡Y aún más en el
turbojudiciario actual que privilegía el modelo economicista y de marketing de
la justicia! Pues éste pretende mejorar el modelo abstracto tradicional
aumentando su mecánica acelerada pero… sin prudencia. Es decir, ¡prescindiendo
de esa esencial virtud sin la cual el modelo abstracto y eidéticamente
cualitativo no puede converger con la aplicación concreta mediante un modelo
meramente cuantitativo!
Y este es el gran problema que
(como ve claramente Jullien, 2006) subyace a la evolución del modelo
matematizante, cuantitativo, de management y de inteligencia artificial. No
hemos de olvidar que para toda la tradición aristotélica la justicia es un
objetivo solo alcanzable por la fina virtud equilibradora de la prudencia, que
no tiene nada que ver (pues se opone frontalmente) con consignas del tipo:
‘fiat iustitia et pereat mundus’ (¡hágase la justicia y muera el mundo!).
Pues bien, el turbojudiciario
gerencial y de inteligencia artificial se centra meramente en acelerar el
funcionamiento mecánico del sistema judicial y, en absoluto, se caracteriza por
el fomento de una prudencia debilerativa que suele requerir un tiempo más lento
de maduración. Recordemos que el Premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman,
distingue en el pensamiento humano dos formas mentales con características muy
diversas y que suelen funcionar en paralelo y complementándose: el Sistema 1
que es rápido y el Sistema que es 2 más lento.
El problema es que el actual
turbojudiciario parece que ha apostado por el sistema 1 muy acelerado en
detrimento del sistema 2 demasiado lento para la rentabilidad exigible en
neoliberalismo. Y ello es muy grave si tenemos en cuenta que el Sistema 1 es más
rápido, pero también más instintivo, más emocional y
que procede en un marco inconsciente, que es algo bastante peligroso en un
turbojudiciario. En cambio el Sistema 2 es, ciertamente, más lento, pero
tambien deliberativo, prudencial, más lógico, racionalmente argumentativo y que
procede de forma consciente.
Parece peligroso que la justicia -incluyendo la postmoderna- se limite a
ser tan solo un turbojudiciario muy acelerado, productivo y cuantitativamente
eficiente, si con ello pierde la prudencia, la eficiencia deliberativa y la consciencia
del valor de los argumentos, de sus propios sesgos ideológicos y de los riesgos
del proceder acelerado. Pues, parece claro que hay que evitar sobre todo que
el ideal de justicia vaya por un lado, mientras que muy lejos y por otro lado
vaya operando ese turbojudiciario, convertido en un sistema mecánico experto y
que auguramos que tendrá en la inteligencia artificial un nuevo modelo y un
apoyo fundamental. Veremos hasta que punto la buena justicia encaja y se
mantiene tras estos cambios que tan solo parecen pensar en resultados
cuantitativos elevados y ultrarápidos.
El turbojudiciario expulsa y degrada la ciudadanía
Coincidimos con Raquel Chiarelli (2022: 91ss) en críticar a la justicia
‘postmoderna’ y vinculada a la extensión turboglobalizada de la ‘lex mercatoria’, que coloniza muchos
ámbitos judiciales y prioriza la imagen simbólica
de maquinaria eficiente y con resultados rápidos por encima de la ‘calidad’
prudencial propia de la justicia. También tiende a olvidar las necesidades de la
ciudadanía que tiene que recurrir al judiciario para defender sus esperanzas,
pleitos y demandas, las cuales -sin una verdadera justicia- quedan fácilmente
en ‘papel mojado’.
Entonces el pueblo se acerca
temeroso y desorientado al ‘panóptico judiciario’ que -como un ilusionista o un
malabarista- mueve los ‘papeles’ a toda velocidad de un ‘negociado’ a otro. Hay
el peligro que -un poco como mostró Kafka en El Castillo- invisibilice y
no de cuenta de la ‘justicia’ de todo el proceder del judiciario, por mucho que derrepente sorprenda al ciudadano con una
sentencia. Hay que ir con mucho cuidado con introducir rapideces y trámites
poco visibles o comprensibles para la ciudadanía, porque
entonces tales turbosentencias se pueden convertir en inapelables e –incluso
con ayuda profesional- cueste responder también aceleradamente en que se
fundamentan y, por tanto, como contraargumentarlas en tiempo y forma.
Si a ello le añadímos el uso
sistemático de erramientas informáticas de inteligencia artificial, pueden
reaparecer parecidos absurdos y opacidades que se
habían ido superando desde los tiempos del Castillo de Kafka. Es verdad que,
sin duda, ahora todo se realizará con mayor rapidez y gozaremos de
turbojudiciario, de turbosentencias y de turbojusticia (Mayos, 2023d). Pero
ello de poco servirá e incluso puede ser contraproducente en algunos casos, si
la ciudadanía no consigue visibilizar ni comprender los acelerados mecanismos
que se van imponiendo.
Recordemos que los expertos en
inteligencia artificial coinciden en constatar que el funcionamiento de los
dispositivos avanzados de inteligencia artificial se caracterizan por la
inexcrutabilidad humana de su proceder interno. Realmente se convierten en una
‘caja negra’ de la que podemos conocer inputs y outputs
pero no como son procesados internamente ni, por tanto, dar cuenta de su
corrección, sesgos cognitivos, efectos indeseados, etc. ¿Es este un riego
asumible en un ámbito tan sensible y esencial como es el de la justicia, el
sistema judicial? ¿Podemos entregarnos de forma desarmada, acrítica y sin un
análisis más profundo ni detallado a un turbojudiciario mezcla de marketing e
inteligencia artificial?
Si así lo hiciéramos, cosa que
todavía se puede evitar y decisión que afortunadamente no se ha tomado aún, ¿no
correríamos el riesgo de que la población e incluso los expertos y servidores
judiciales acusaran -o al menos sospecharan- que los procedimientos del
turbojudiciario han devenido peligrosamente oscuros, crípticos, poco humanos y
faltos de principios. Todo ello aboca al gran peligro de deslegitimar a ojos de
la ciudadanía a ese nuevo turbojudiciario que está surgiendo con la aplicación
de mecanismos gerenciales, de marketing y de inteligencia artificial. Pues,
como ya sucedió en otras épocas, el ciudadano puede no
entender la pertinencia del turbojudiciario y la resignificación que comporta
del papel del juez; además, sin darle la mínima información al respecto.
Todo parece suceder, por tanto, como
si el ciudadano en lugar de ser reconocido como tal, simplemente fuera tratado
como un súbdito que rápidamente -es verdad- recibirá el resultado de su pleito
pero que -como en el llamado ‘despotismo ilustrado’- deberá
interiorizar que ‘todo se hace para el pueblo, pero sin el pueblo’ e,
incluso, sin buscar la comprensión y adquiescencia de la ciudadanía. Al
contrario, tratando la gente en tanto que ‘súbditos’ y exigiendole que acepte
sin rechistar el veredicto de un turbojudiciario cada vez más mecánico,
gerencial, de marketing y de inteligencia artificial. Con ello, el ya viejo y
superado despotismo ilustrado puede actualizarse recayendo en un todavía más
viejo, superado y autocrático ‘mandarinato judicial’.
Frente al turbojudiciario que
vemos venir peligrosamente, reivindiquemos la responsabilidad institucional del
judiciario que lo mejore y empodere realmente frente a las muchas e insistentes
dificultades que lo mediatizan en exceso y, así, pueda colaborar en una
necesaria nueva etapa del Estado Democrático de Derecho. Luchemos pues por llevar a cabo la mejor justicia
posible, que camine hacia formas más transparentes y responsables de mejorar el
rendimiento y funcionamiento del judiciario sin que pierda el contacto
legitimador y la confianza de la ciudadanía.
Sumémonos a esa esperanza lúcida
y bastante desesperanzada de Antonio Machado en su Juan de Mairena.
Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo (CXXXVI,
nº 31): ‘Confiamos en que no será verdad
nada de lo que pensamos. Mejor diríamos:
Confiémos en que no será verdad nada de lo que sabemos’.
Éxito y fracaso antroposcénicos
Dentro del espíritu del
Mairena, ampliémos macrofilosóficamente nuestra mirada crítica. Por una parte,
el éxito evolutivo de la humanidad es indudable pues hoy es la especie
dominante, hasta el punto que incluso el futuro del planeta depende de ella, pero
por otra parte nadie ni nada actua como contrapeso de la acción humana y
ciertamente tampoco la humanidad podrá sobrevivir si destruye la Tierra.
Eso, conjuntamente con el
enorme poder tecnológico-industrial humano, justifica que se haya denominado una
nueva era con su nombre -el antroposceno-, porque está marcada por el impacto
global de la especie humana y su peculiar evolución. Son fenómenos tales como
el cambio climático provocado por el uso masivo de energia fósil (carbón,
petrólego, gas…) y la actividad industrial humana; también extinciones masivas
de especies por su caza directa (por ejemplo, el Tigre de Tasmania) o porque
sus ecosistemas han sido transformados radicalmente, etc.
Ahora bien, el poder
alcanzado por la humanidad tiene también un impacto dramático sobre ella misma,
pues hoy está en condiciones de transformar y redefinir radicalmente su misma
naturaleza, como indica el complejo movimiento trans y posthumanista. Ello
plantea tensiones que son presentes en muchos nuevos movimientos
filosófico-culturales que de alguna manera se replantean la condición humana.
Sorprendentemente ya en el mito griego de Prometeo hay aspectos que permiten
comprender la especificidad de la situación humana actual que, por eso, algunos
han interpretado en términos de ‘singularidad’ (Por ejemplo Ray Kurweil y la Universidad
de la Singularidad -California, USA- que
cofundó).
Pero bien interpretado el
mismo mito prometeico ya nos muestra que la situación humana actual no es tan
singular respecto a su historia y evolución de la especie. Pues por ejemplo
Protágoras destaca que la dotación natural de los hombres nace deficitaria por
el error de Epimeteo, que debe subsanar su hermano Prometeo con el ‘robo’ de un
suplemento extrahumano, a la vez divino y técnico. Desde esta perspectiva, la
condición humana es ya muy especial desde su mismo origen, como quiere
‘explicar’ esa extraña conjunción mitológica entre el error de Epimeteo y su
compensación con unos dones suplementarios, no naturales ni animales, pues son
“robados” por Prometeo a Atenea (la sabiduría técnica) y a Hefesto (el fuego).
Como vemos, es muy antigua y
acrisolada la idea que, al menos una parte decisiva del privilegio
antropomórfico y antropocéntrico tienda a ser vinculado a aspectos específicamente
tecnológicos. Pues, desde siempre, la tecnología ha sido inseparable de la
condición humana, haciendo que el salto que esta representa en la evolución con
sus parientes animales más cercanos sea visto a la vez como natural y
artificial. Ya desde el paleolítico la evolución ‘natural’, biológica y
genética de la humanidad se ve complementada por otra ‘evolución’ de tipo
cultural, tecnológico, ‘memético’ (Dawkins, 2000) y que a veces aparece como
muy ‘artificial’ y ‘especial’. Por ejemplo, Linneo clasificaba la especie ‘Homo
sapiens’ en un género prácticamente exclusivo pensado para ella llamado
significativamente ‘Homo’ y que es totalmente distinto incluso de los otros
primates.
Evidentemente había aquí
actuando subyacentemente la dualidad racional frente a irracional (que por
entonces se negaba totalmente incluso a ‘grandes primates’ como los chimpancés
o los gorilas). Podemos pensar pues que la diferencia -a pesar de una clara
continuidad- entre la humanidad y el resto de especies animales se tendía a plantear
como un gran salto casi divino; algo que significativamente ahora estamos
experimentando pero ya hacia lo posthumano e incluso postbiológico cuando nos
admiramos ante los avances de la ‘inteligencia artificial’. Pues hoy, esa inteligencia
humana que ya griegos y la Biblia (Mayos, 2022) percibían como rompiendo el
mandato divino (al menos en los términos iniciales: de Epimeteo o del Edén) y
superando ‘artificialmente’ el orden animal y natural, hoy está creando una
‘inteligencia artificial’ que promete superarla hasta el punto de devenir
inconmensurable con lo hasta ahora conocido. Por eso, ahora mismo, la ‘nueva’
inteligencia artificial amenaza condenar a la obsolescencia la animal, natural
y humana (Mayos, 2016).
¿Inteligencia artificial en el origen, inteligencia
artificial en el fin?
Hay que recordar, que en el
relato mitológico griego y judaico (Mayos), la humanidad rompía artificialmente
tanto con su naturaleza animal-natural como con su condición de criatura
divina, pues rompe con su ser limitadamente animal y natural, al rebelarse en
contra de los dioses y asumir algunas de las características que estaban reservadas
para solo estos. Tanto el bíblico comer de escondidas el fruto prohibido del
árbol del bien y del mal, como el robo prometeico del fuego y la sabiduría
técnica, presentan la humanidad como una especie supranimal, extranatural y con
algo característico de dioses que -además- ha sido tomado ilegalmente al margen
de la voluntad divina.
Lo conseguido con esa
rebelión y robo humanos es presentado, a la vez, como muy peligroso y inmensamente
poderoso. Es precisamente por eso que sitúa a los humanos más allá de su
inicial condición finita, vulnerable, mortal y miserable -según dice paradigmáticamente
el sátiro Sileno-. Desde esta perspectiva adquiere un nuevo sentido, hoy, el
terrible dictamen y ‘consejo’ silénico: lo mejor para el humano -que sería no
haber nacido ni, por tanto, haber engendrado la inteligencia artificial que terminará
convirtiendolo en obsoleto-, éste ya no lo puede alcanzar -pues ya ha nacido e
históricamente ha desarrollado una inteligencia artificial sin marcha atrás- y
por tanto tan solo puede obtener lo segundo que es mejor para él. Según Sileno:
ello no es otra cosa que el morir joven, es decir fenecer antes de los
sufrimientos que están por venir, antes de la venganza de los dioses, antes del
pleno advenimiento de la obsolescencia humana.
En homenaje a Gunther Anders
(2011), pero también reinterpretando en ese sentido el mito de Prometeo,
llamamos ‘obsolescencia e ignorancia prometeicas‘ (Mayos, 2021b y 2016) a la
constatación consciente del peculiar destino humano: este ser en cuyo origen se
vulneró su condición de criatura meramente natural y sometida totalmente a la
voluntad divina, terminó asumiendo criminalmente características divinas,
desobedeciendo a su Creador o beneficiándose del robo tecnológico-prometeico a
los dioses (Mayos, 2022). Y está culminando actualmente como una ‘estrella
fugaz’ su desarrollo fulgurante y candente en tanto que amo del mundo.
Pues su condición, que
siempre tuvo algo de artificial y criminal respecto el orden divino, hoy está
culminando ¿apocalípticamente? al engendrar una inteligencia quizás aún más
radicalmente ‘artificial’ que puede superarlo cognitivamente de forma
inconmensurable (Kuhn, 1977) y amenaza convertir lo humano en obsoleto. Para
decirlo así: ¿es la humanidad un agotado relevista que, en la larga carrera
evolutiva de la inteligencia y la consciencia donde relevó tanto a los primates
como a los dioses, cae finalmente exhausto, justo cuando ha pasado el testigo
al siguiente relevista?
¿Nihilismo humano en la muerte de Dios y en la muerte
del hombre?
La artificialidad de la
condición y la inteligencia tecnológica humanas era algo implícito tanto en el
prometeismo griego como en la expulsión del Paraíso bíblico (Mayos, 2022).
Ahora bien; hoy se radicaliza todavía más, apunta a un salto o final
amenazadoramente cercano y algunos piensan que incluso esta abriendo los
últimos sellos del Apocalípsis. Ciertamente, no parece que hoy el juicio final
lo dicte el Dios antropomórfico de las religiones del Libro, sino su usurpador
humano-tecnológico, el cual (como avisaba Friedrich Heinrich Jacobi) después de
pretender echar a Dios de su trono legítimo, se hunde a sí mismo en el
nihilismo más radical (Mayos, 2021c).
Pues, confirmando la
proclama del sátiro Sileno, descubre de sí mismo que es una ‘sombra que camina’
(en acertada fórmula del Macbeth). Culminando el pesimismo postschopenhauriano,
constata que no es nada o peor que nada, pues la dialèctica que ha instaurado
destruye todo su sentido y verdad. Así ‘matando a Dios’, el hombre termina
mostrándose a sí mismo como nihil, como no-ser, y comprendiendo que su
razón -poderosa arma deicida- no era nada más
que “ignorancia
prometeica” y culminaba en su propia obsolescencia pues, así, se entregaba
suicidándose a un nuevo ídolo: la inteligencia artificial de silicio.
Por tanto como preveía
Jacobi: la muerte de Dios necesaria para situar en su trono al humano,
inevitablemente comportaría el nihilismo y la muerte de una humanidad sin Dios
en el triumfo de la mera racionalidad. Aunque Jacobi no sabía de la inteligencia
artificial, su predicción parece cumplirse identificada con el triumfo de esa ‘Artificial
Intelligence’ cada vez más mecanizada, autónoma, desencarnada ‘on The Cloud’, no
humana y extra humana.
Pues, hoy, la evolución tecnológico-maquínica
se abre a conocimientos inalcanzables por los humanos, aunque ciertamente podrán
ir acompañándolos cognitivamente durante un tiempo, como hacen los expertos en una
física quántica que confiesan no comprender en el fondo. Similarmente ¡y
es una grandeza que hay que valorar!, con todos los avances informáticos, la
humanitat tiene que preguntarse si tal vez ¿se acerca al final de la
inteligencia cerebral de carbono y, por tanto, en el punto culminante de lo
humano? Ese momento también será su inflexión, al menos en su versión tal como
hemos venido conociéndola e identificándola con lo humano. ¿Cuándo tiempo se
conseguirá evitar y retardar esa superación, obsolescencia y nihilidad que,
como hemos visto, ha sido predecida mitológica, religiosa y racionalmente desde
hace siglos? ¿Pervivirá lo humano más allá de la obsolescencia prometeica?
Son preguntas que nos
colocan existencialmente ante un límite invisible pero detectable, porque efectivamente
marca con rotundidad un ‘non plus ultra’, un no poder ver más allá y, por
tanto, define un ‘horizonte de sucesos’ que está está justo allí y es similar
al que rodea a los agujeros negros. Justo antes de ese límite, algún foton
puede escapar a la enorme atracción grabitatoria; un poco más allá nada, ni tan
siquiera un fotón, puede librarse de la absorción del agujero negro. Ese
‘horizonte de sucesos’ es algo muy parecido del mítico ‘non plus ultra’ del que
nadie volvía ni podía dar testimonio, pero que no por eso era menos real. Al
contrario, dictaminaba el más radical destino nihilista a quien se atreviera a
cruzarlo.
Nos preguntamos, inspirados
por Harari (2022), si ¿con la inteligencia artificial está la humanidad ante su
propio horizonte ‘cognitivo’ de sucesos y más allá de ese límite se encontrará
con lo que hemos llamado ‘obsolescencia e ignorancia prometeicas’. Sin duda
esta es una cuestión clave del presente y futuro de la humanidad; de hecho, es
lo más parecido a la famosa ‘singularidad’ que desde hace unas décadas se
proclama y se busca.
Bibliografía
ANDERS, Günther. La obsolescencia del hombre.
Vol.I. Sobre el alma en la época de la
segunda revolución industrial y Vol.II. Sobre
la destrucción de la vida en la época de la tercera revolución, Valencia:
PreTextos, 2011.
ARENDT, Hannah. La condición humana. Barcelona:
Paidós, 1993.
CHIARELLI, Raquel (2022) Entre o ideal e a
aparência: Uma análise macrofilosófica da qualidade da justiça, tesis
doctoral codirigida por los Drs. Gonçal Mayos (UB) y André L. F. Dias (UFMG) en
la Universitat de Barcelona.
Cipolla, Carlo M. Educación y desarrollo en occidente,
Barcelona: Ariel, 1970.
Dawkins, Richard (2000) El gen egoísta: las bases
biológicas de nuestra conducta, Barcelona: Salvat Eds.
Gilles Deleuze & Felix Guattari (1988) Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia,
Valencia: Pre-Textos.
Diamond, Jared. Armas, gérmenes y acero. Breve
historia de la humanidad en los últimos trece mil años. Barcelona: Debate,
2006: 522.
Espinosa, Baruch de. (1979) Ética demostrada según
el orden geométrico, Madrid: Editora Nacional.
Gellner, Ernest. El arado, la espada y el libro. La
estructura de la historia humana. Barcelona: Peninsula, 1994.
HARARI, Yuval N. (2022) Imparables: Diario de cómo
conquistamos la Tierra, Penguin Random.
Jullien, François (2006) Conferencia sobre la
eficacia, Buenos Aires : Katz editores.
Thomas S. Kuhn (1977) La estructura de las
revoluciones científicas, México: FCE.
Maturana, Héctor & Varela, Francisco. (1973) De
máquinas y seres vivos: Autopoiesis: La organización de lo vivo. Buenos
Aires: Lumen.
MAYOS, Gonçal. (2023a)
"Aportación de la Filosofía en las sociedades globalizadas para una
formación interdisciplinar” (pp. 11-16) en Revista Identidad, Investigación
Científica, Pedagógica y Humanística, Vol. 9, Año 9, nª 1 – Enero 2023,
Facultad de Ciencias de la Educación - UNHEVAL, Huánuco, Perú.
https://doi.org/10.46276/rifce.v9i1.1897.
MAYOS, Gonçal. (2023b) ‘A
filosofia e a universidade como utopia: Passado e presente diante da
’Inteligência artificial’ de Gonçal Mayos a Revista de Ciências do Estado, Belo Horizonte, v. 8, n.
1, p. 1–16, 2023. DOI: 10.35699/2525-8036.2023.46696.
MAYOS, Gonçal. (2023c) Colección
de Textos, Volumen I, Uberlándia: LAECC (Brasil).
MAYOS,
Gonçal. (2023d) Turbohumanos, Red ediciones S.L.
MAYOS, Gonçal. (2022) “La
especie tecnológica, política y ‘perversa’“ (pp. 169-193) en Robótica, ética
y política. El impacto de la superinteligencia en el mundo de las personas.
Norbert Bilbeny (ed.), con Carles Sierra, Javier Tejada, Norbert Bilbeny,
Marcel Cano, Carme Torras, Gonçal Mayos, Daniel Innerarity, Yanko Moyano y
Francesco Petrone, Barcelona: Icaria Editorial,
MAYOS, Gonçal. (2021a) “La
‘ignorancia prometeica” frente a la revolución de la inteligencia artificial”
(pp. 687-704) en Direito Digital e Inteligência Artificial: Diálogos Entre
Brasil e Europa, A. Barreto Menezes Cordeiro... [et al.]; coordenado por
Felipe Braga Netto... [et al.]. - Indaiatuba, SP: Editora Foco (Brasil).
MAYOS, Gonçal. (2021b)
“Límites de la hiperespecialización. Necesidad de la macrofilosofía” in Revista
de Ciências do Estado, v. 6, n. 2, pp. 1–21, 2021. https://periodicos.ufmg.br/index.php/revice/article/view/e35658
MAYOS, Gonçal. (2021c) “¿Cómo Nietzsche supera el
nihilismo y deviene antinihilista?” (pp. 113-136) en Nietzsche actual.
Reflexiones ineludibles sobre un clásico intempestivo, Pablo Lazo y Paula
Arizmendi (coords.), Ciudad de México: Universidad Iberoamericana.
MAYOS, Gonçal, (2016) Homo obsoletus. Precariedad y
desempoderamiento en la turboglobalización, Barcelona: Ed. Lingkua.
MAYOS, G., Filosofía de la Historia en Guía Comares de Hegel, Gabriel Amengual
(Ed.) y MC. Paredes, M. de la Maza, J.J. Padial, L. Illetterati, G. Mayos, R.
Gabás y R. Ferrara. Granada: Editorial Comares, 2015.
Mayos, Gonçal (2014) Hegel. Dialéctica entre conflicto y razón, Barcelona: Red ediciones
S.L..
MAYOS, Gonçal. (2012a) Macrofilosofía de la
Modernidad, Madrid: dLibro.
MAYOS, Gonçal. (2006) “Raó "de ferro" i
neohumanisme. Una anàlisi macrofilosòfica” in Del humanismo al humanitarismo,
José Manuel Bermudo (ed.), Barcelona: Horsori Editorial, pp. 45-62.
MAYOS, Gonçal. (2005) "Modernidad y racionalidad.
Razón geométrica versus razón dialéctica" in Convivium, Barcelona,
núm. 28 (2005), pp. 47-72..
McNeil, William. La búsqueda del poder. Tecnología,
fuerzas armadas y Sociedad desde el 1000 d.C. Madrid: Siglo XXI, 2008.
POPPER, Karl (1962). La lógica de la investigación
científica. Madrid: Tecnos.
SALGADO, Joaquim Carlos (2006) A idéia de Justiça
no Mundo Contemporâneo: Fundamentação e Aplicação do Direito como o Maximum
Ético. Belo Horizonte: Del Rey, 2006. v. 1.
Santos, Boaventura de Sousa, Una epistemología del
Sur. La reinvención del conocimiento y la emancipación social, México:
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales/Siglo XXI, 2009.
Boaventura dS. Santos, María P. G. Meneses, Ramón
Grosfoguel, Enrique Santamaría y otros, (2011) Formas-Otras: Saber, nombrar,
narrar, hacer, Barcelona: CIDOB edicions.
SPIVAK, Gayatri Chakravarty. (2009) ¿Pueden hablar los subalternos? Barcelona: Museu d’Art Contemporani.
No comments:
Post a Comment