Vivimos en un mundo de marcas. Es una constatación obvia que, no obstante, todavía nos sorprende por la magnitud, extensión y consecuencias de ese hecho.
Pues hoy, las marcas no son tan solo el modo de establecer la propiedad sobre lo intangible, sobre los bienes intangibles. Incluso van más allá del modo moderno de monetarizar esa propiedad.
Y, por supuesto, una marca o propiedad intangible puede ser más valiosa que grandes plantas industriales, muy caras pero fácilmente convertibles en obsoletas por los cambios tecnológicos o por el coste del personal que permite hacerlas funcionar.