¿Tiene que ver el Situacionismo con el Altermundismo, luego con los Indignados y más tarde con Podemos o Ganemos? Esos nuevos movimientos socio-político (NMS) pueden formar parte de un nuevo y profundo ciclo político todavía abierto? ¿Remiten a politizaciones que superan los partidos tradicionales?
¿De donde "salen" movimientos como el 15M, Podemos, los Indignados o el Altermundismo? ¿Cual es la genealogía y el magma cristalizador de los Nuevos Movimientos Sociales (NMS)? ¿Por qué se diferencian tanto de los partidos tradicionales, incluso de los progresistas y de izquierdas? ¿Cómo se llegó a concebir una nueva política, representatividad, democracia y soberanía más vinculada con la gente? ¿Cómo germinó esa ruptura política y social que hoy ha explotado tan claramente?
En los inicios de ese cambio revolucionario que ha necesitado algunas décadas para madurar, hay sin duda el Situacionismo. Anticipando casi todas las rupturas, las innovaciones, las ideas germinales, las nuevas estrategias, las imaginaciones, los anhelos e ideales... está un pequeño grupo llamado Internacional Situacionista. Lo formaban gente como Debord, Bernstein, Khayati, Jorn, Nash, Vaneigem, Kottany, Constant, Sanguinetti... En muchos aspectos ellos fueron los primeros "indignados", los primeros en proclamar que "no nos representan" (ni queremos que lo hagan) y que "podemos" y "ganaremos" con un nuevo tipo de política., etc.
Ahora bien, a pesar de estar vinculados a dos “mayos” políticamente significativos, muchas cosas separan el movimiento situacionista (mayo del 1968) del 15M o los indignados (mayo del 2011) y sus "continuadores" como Podemos, Ganemos... Por ejemplo y como suele suceder en los orígenes, los situacionistas fueron como máximo unos 70 miembros sumando todas las fases de su evolución y no más de 15 coincidieron en alguna de ellas.
¿De donde "salen" movimientos como el 15M, Podemos, los Indignados o el Altermundismo? ¿Cual es la genealogía y el magma cristalizador de los Nuevos Movimientos Sociales (NMS)? ¿Por qué se diferencian tanto de los partidos tradicionales, incluso de los progresistas y de izquierdas? ¿Cómo se llegó a concebir una nueva política, representatividad, democracia y soberanía más vinculada con la gente? ¿Cómo germinó esa ruptura política y social que hoy ha explotado tan claramente?
En los inicios de ese cambio revolucionario que ha necesitado algunas décadas para madurar, hay sin duda el Situacionismo. Anticipando casi todas las rupturas, las innovaciones, las ideas germinales, las nuevas estrategias, las imaginaciones, los anhelos e ideales... está un pequeño grupo llamado Internacional Situacionista. Lo formaban gente como Debord, Bernstein, Khayati, Jorn, Nash, Vaneigem, Kottany, Constant, Sanguinetti... En muchos aspectos ellos fueron los primeros "indignados", los primeros en proclamar que "no nos representan" (ni queremos que lo hagan) y que "podemos" y "ganaremos" con un nuevo tipo de política., etc.
Ahora bien, a pesar de estar vinculados a dos “mayos” políticamente significativos, muchas cosas separan el movimiento situacionista (mayo del 1968) del 15M o los indignados (mayo del 2011) y sus "continuadores" como Podemos, Ganemos... Por ejemplo y como suele suceder en los orígenes, los situacionistas fueron como máximo unos 70 miembros sumando todas las fases de su evolución y no más de 15 coincidieron en alguna de ellas.
En cambio, movimientos que hoy apenas
han cumplido el año de existencia (los indignados, 15M, Occupy Wall Street...)
se extienden interclasista e intergeneracionalmente por amplísimas capas de la
población, sorprendiendo a los partidos políticos clásicos. Sin embargo tanto aquellos como éstos son claros ejemplos de los llamados nuevos movimientos sociales (NMS) y de un nuevo ciclo político que se inició en los años 1960. Por eso los situacionistas están claramente en la génesis de movimientos políticos con grandes expectativas electorales como Podemos o Ganemos, que están poniendo muy nerviosos a los partidos tradicionales de derecha o izquierda.
Hay
un claro consenso en que los situacionistas son un momento clave y fundacional
de los actuales NMS, incluyendo a los "indignados" y sus variaciones.
Además están en la base del éxito multitudinario de los NMS, aquellas
reivindicaciones, acciones o “situaciones” impulsadas por los situacionistas y
que -en su momento- fueron saludadas como algo “marciano”, utópico cuando no
antirevolucionario e incomprensible para la práctica totalidad de la población.
Es cierto que en
1968 -tan sólo unos 10 años después de la fundación de la Internacional
Situacionista (IS) e incluso unos 15 de las primeras intervenciones públicas
conocidas de su líder Guy Debord-, inspiraron decisivamente el Mayo francés (el
más famoso y emblemático aunque –como hoy sucede- parecida conflictividad se
manifestó en muchos países del globo).
Pero, desde entonces, la influencia del
modelo situacionista no ha hecho sino crecer: en los movimientos sociales, en las
reivindicacions políticas, en las acciones subversivas, en las teorizaciones
revolucionarias, en la intervención en lo público, en el uso imaginativo de los
medios, en la utilización crítica del arte en lo cotidiano, en la proximidad movilizadora
con la gente y las masas, en la capacidad de expresar -a la vez con brillantez y
sencillez- evidencias (del tipo: el emperador va desnudo) que el sistema se
confabula por esconder, en la creatividad en el uso revolucionario de las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación (TIC)...
Los situacionistas comparten con los actuales NMS
como los “indignados”: la necesidad imperiosa de superar las deficiencias -reconocidas
por casi todos- de la democracia representativa partidocrática, vertical y
oligárquica. Reivindican un nuevo tipo de democracia que sea realmente democrática
y se manifieste en la vida cotidiana de la gente. Ahora bien no hablamos de un
tipo de movimiento que se queda en proclamas abstractas del tipo
"democraticemos la democracia", sino que sed esfuerza por detallar
vías y exigencias que el paso del tiempo hace cada vez más posibles y más
imperiosamente necesarias.
Se trata de hacer
una democracia menos prisionera de una débil representación indirecta, que esté
menos subordinada a mediaciones (jurídicas, electorales, tecnocráticas...) a menudo
insuperables para el pueblo, que sea menos vertical y donde se impone las
“órdenes” de arriba hacia abajo a los “mandatos” de abajo hacia arriba, menos
tutel.lada y menos oligárquica... Se trata de hacer posible una democracia más
directa, con el mínimo de mediaciones, más horizontal, más sometida
flexiblemente a la ciudadanía, que se vivencia en y desde la vida cotidiana de
la gente...
Ello conlleva establecer mecanismos fiables que obliguen a las instituciones políticas, económicas y sociales: a rendir rápidamente cuentas a la ciudadanía, a subsanar aquellas tendencias internas que ésta considere indeseables, a visibilizar rápidamente las exigencias y corrientes de fondo en la sociedad... Incluso, a poder discutir y decidir sobre cualquier perspectiva realmente transformadora de la sociedad, sin encontrarse irremediablemente con un bloqueo por parte de oligarquías que -a pesar de tener una base democrática- tienen un poder de control antidemocrático para evitar todo cambio que no sea cosmético y toda cuestión que sea realmente rompedora.
Encontramos estas reivindicaciones en muchos eslogans famosos de los indignados o en las acampadas, como "No nos representan". De esta disgnificativa consigna hay multiples variantes desde la alegre versión cantable: “Que no, que no, que no nos representan” a la triste constatación-lamento: “Nadie nos representa”. Ahora bien, todas ellas expresan el distanciamiento de la gente respecto a sus presuntos representantes políticos, correlativo al fracaso de éstos en representar efectivamente a la ciudadanía. Proclaman la deslegitimación resultante a prácticas democráticas perversas y peligrosas para la propia democracia y que, a menudo, se esconden detrás de los mecanismos electorales (confección de listas, cerradas, factores de corrección del voto, limitación de los elegibles...).
Desde las
experiencias del 1968 -los situacionistas eran también muy críticos con el
estalinismo y el dirigismo en las partidos comunistas- los NMS consideran
totalmente inaceptables la mediación y control de la democracia real por una
oligarquía más o menos parapetada tras los mecanismos de representación. Por
eso, los situacionistas y los NMS llaman a la politización de la vida cotidiana
de las masas y los conflictos del 1968 (que se extendieron mucho más allá de
París) están llenos de consignas que remiten a una idea básica: o haces la
política o te la hacen y esa política te acaba haciendo incluso a ti mismo, tu subjetividad, etc. Así lo entenderán Michel Foucault y otros, similarmente a como Joan Fuster
llega a su famosa consigna: "la política, o la haces, o te la hacen".
Por lo tanto no es nada ingenua la voluntad de los NMS de hacer la política de forma máximamente directa, para evitar que otros nos la hagan “a su imagen y semblanza”. Todo un largo y complejo debate empírico y teórico concluye –para ellos- que los políticos, encumbrados tras mediatizadas e instrumentalizadas representaciones electorales, no necesariamente son mejores ni -incluso- más eficaces. Por eso los NMS denuncian sistemáticamente la llamada retórica a participar en unos rituales democráticos del voto, que están devaluados y que carecen de incidencia profunda en la sociedad. También atacan todas las referencias abstractas a una "opinión pública" convenientemente confeccionada a través de intelectuales orgánicos y medios controlados por los partidos y grupos de presión.
Al contrario, el principal y común objetivo político de los NMS es abrir la democracia a nuevas formas de participación que obedezcan y respeten la opinión pública "real". La convicción de que, si no haces la política, te la hacen, impulsa la voluntad de abrir la democracia a la gente, mediante canales no convencionales no estén mediatizados por el establishment institucional. También incluye permitir que la gente de a pie se politice y pueda actuar públicamente de forma directa sin someterse a la disciplina, cooptación, censura y control de los partidos políticos, sindicatos, lobbies y grupos de presión.
Por lo tanto no es nada ingenua la voluntad de los NMS de hacer la política de forma máximamente directa, para evitar que otros nos la hagan “a su imagen y semblanza”. Todo un largo y complejo debate empírico y teórico concluye –para ellos- que los políticos, encumbrados tras mediatizadas e instrumentalizadas representaciones electorales, no necesariamente son mejores ni -incluso- más eficaces. Por eso los NMS denuncian sistemáticamente la llamada retórica a participar en unos rituales democráticos del voto, que están devaluados y que carecen de incidencia profunda en la sociedad. También atacan todas las referencias abstractas a una "opinión pública" convenientemente confeccionada a través de intelectuales orgánicos y medios controlados por los partidos y grupos de presión.
Al contrario, el principal y común objetivo político de los NMS es abrir la democracia a nuevas formas de participación que obedezcan y respeten la opinión pública "real". La convicción de que, si no haces la política, te la hacen, impulsa la voluntad de abrir la democracia a la gente, mediante canales no convencionales no estén mediatizados por el establishment institucional. También incluye permitir que la gente de a pie se politice y pueda actuar públicamente de forma directa sin someterse a la disciplina, cooptación, censura y control de los partidos políticos, sindicatos, lobbies y grupos de presión.
Pues ya nadie puede engañarse: si no configuras tu vida, tu y toda tu vida termina siendo configurada por el poder. Esa es la esencia de la "sociedad del espectáculo" denunciada por Debord.
Ciertamente las actuales TICs parecen facilitar estas exigencias, aunque no las garantizan al 100%. Quizás por ahí está también la lógica y el sentido “realísticos” de afirmaciones del 1968 y de los situacionistas a menudo presentadas como ingenuas, contradictorias y totalmente utópicas: "Sé realista: ¡pide lo imposible!", "La imaginación al poder" o " El arte ha muerto, ¡liberemos nuestra vida cotidiana!".
Tras estos
eslogans situacionistas, puede haber las primeras intuiciones de un cambio de
estatuto del saber legitimador en la postmodernidad (François Lyotard) y de revolucionarias
posibilidades de participación política a través de las TICs postindustriales.
Intuían que podían superar las deficiencias de las tecnologías premodernas e
industriales de comunicación, que eran esencialmente lineales, unificadas, jerarquizadas,
verticales y basadas en una legitimación y autoridad de este mismo tipo.
En cambio, las TICs postindustriales (que en 1968 apenas nacían) son en red, nodulares, más horizontales, basadas en una legitimación y autoridad que debe validarse constantemente por su eficacia performativa o espectacular... Quizás así es posible sortear el control totalitario y, a la vez, captar la atención de unas masas alienadas por la "sociedad del espectáculo". Esa era la sorprendente idea nuclear del situacionista Guy Debord, en un momento donde esa “sociedad del espectáculo” y las TICs no eran nada comparable a lo que son hoy.
Sin duda, fue clave la experiencia directa y creativa de los situacionistas dentro de los núcleos más importantes de las vanguardias (surrealismo, letrismo, CO.BR.A y el gran modelo DADA); aplicado -además- a la vida cotidiana, a la incidencia de los medios de comunicación de masas (cine, televisión, publicidad, cómics...), a la estructuración urbana y a la vivencia política del espacio... Por eso, pudieron anticiparse en la captación de las posibilidades que abrían las TICs, la sociedad “del conocimiento”, las activas masas cognitivas y las nuevas formas de acción política.
Comprendieron astutamente que (nº 6 de la IS): "No Podemos salir de la política especializada si no es con métodos que aún hay que descubrir". Por ello se pusieron manos a la obra y captaron, como el californiano Abbie Hoffman, el potencial revolucionario del inteligente uso de las TICs: "Los medios son gratis. No paguéis anuncios. Fabricad noticias".
Los
situacionistas son por ello la mejor genealogía y vía de comprensión de la
ontología del presente que podemos ver tras los indignados, 15M, occupy
Wallstreet, las primaveras árabes... Pues, como confiesa Debord en su Panegírico: “Después de todo, era la poesía moderna,
durante los últimos cien años, la que nos guió hacia allí. Nosotros éramos un
puñado que pensaba que era necesario convertir su programa en realidad”.
Sin duda es desde aquí cómo hay que interpretar muchos de los eslogans, consignas, proclamas, cantos, graffitis... que desde el 1968 los NMS nos transmiten hasta hoy. No son signos de prepolítica (como se los suele acusar). Muestran la convicción de una vanguardia politizada que asume conscientemente que (como la mayéutica socrática) tiene que acoger y cuidar en si lo utópico protopolítico, para posibilitar que algún día estalle como la mejor y más renovadora política.
Pues como dice la Internationale Situationniste en 1963: “Aparte de los períodos revolucionarios, en que las masas se convierten en poetas en acción, puede que los únicos lugares en donde subsiste la totalidad de la revolución sean algunos pequeños círculos de aventura poética”.
Prólogo de Gonçal Mayos a Filosofía para indignados. Textos situacionistas, Barcelona: RBA, 2013.
Ver el artículo “Situacionismo: la Vanguardia de la Revolución” de G. Mayos en Revista Brasileira de Estudos Políticos, Belo Horizonte, n. 111, jul./dez., 2015.
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