Apr 27, 2018

DINERO Y DISPOSITIVO-TIEMPO


En definitiva, las sociedades turboglobalizadas se basan en un “dispositivo-tiempo” que permite la gobernanza económica de los hombres pero difícilmente que florezca su vida personal.

El hombre de nuestro tiempo experimenta que ese dispositivo está pensado y funciona sobre todo para conectar eficazmente todo tipo de artefactos que permitan “capturar, orientar, determinar, modelar, controlar y asegurar los gestos” (Agamben 2007: 23  257s) y prácticas de los vivientes.

Pero con creciente angustia vital se percibe también que -tras las promesas- el dispositivo-tiempo no es adecuado ni “dispuesto” para ayudar a vivir. En definitiva el dispositivo-tiempo es una red que conexiona muy eficazmente el diverso conjunto de elementos con que interactúan los humanos. Incluso captura y determina en una cronología perfecta cada una de esas interacciones. Pero otra cosa muy diferente, es ayudar a vivenciar al humano el mundo resultante de la hegemonía de ese dispositivo-tiempo.

Pues, como dice Agamben (2007: 30ss), el triunfo final de la oikonomía es “una actividad pura de gobierno que sólo busca su propia reproducción” y por eso termina clausurando (Mayos 2016s) toda la autonomía de la política y de la vida. Por eso el hombre de nuestro tiempo experimenta toda su vida y el mundo turboglobalizado como una “institución total”. Pues el continuo espacio-temporal que la turboglobalización ha creado se caracteriza por vigilar, canalizar y controlar la totalidad del tiempo de sus “pupilos”. Eso lo convierte en el panóptico perfecto y en una versión global e infinitamente más poderosa de la prisión, el asilo, el manicomio, la fábrica o el internado (Foucault, 1982).

El mundo turboglobalizado se ha convertido en cierto sentido en una “institución total” precisamente debido a que el dispositivo-tiempo (junto con los GPS…) lo vigila, controla y coloniza todo situándolo en un mismo, universal y panóptico continuo espacio-temporal. Así se consigue satisfacer de manera absoluta una necesidad básica –en principio- de los negocios turboglobalizados: determinar con todo rigor a quién corresponde alguna transacción, dónde se produce, desde cuando tiene efectos económicos… Excepto por la necesidad contraria de la corrupción y la ocultación de ciertos beneficios, el dispositivo-tiempo hoy omnipresente es una exigencia que se desprende de la conversión universal del “time” en “money”.

Como hemos visto, una virtud nada menor de Franklin es iniciar el largo proceso por integrar, asimilar y fijar como homólogos dos dispositivos (el del tiempo y el del dinero) que hasta entonces funcionaban como relativamente desconectados. Unió a ambos la necesidad de integrar todo lo que puede llegar a devenir “productivo”. Así el necotium, el “negocio” o “no-ocio” ha llegado incluso a integrar al otium y al consumo como algo también productivo y eminentemente económico.

Tiempo y dinero configuran así dos series numéricas abstractas, paralelas y homólogas que conjuntamente pueden colonizar todo el mundo de la vida y configurar una “institución total” que no deja ningún resto o espacio-otro. Ya no se trata tan solo del ideal de “economía de mercado” del liberalismo clásico, sino de una verdadera, entera y total “sociedad neoliberal de mercado”. Pues ya nada queda por colonizar a esa poderosa equivalencia “time is money” y sus dispositivos sincronizadores (Muntadas 2016). Por tanto un continuo espacio-tiempo, que lo abarca todo, inscribe y hace visible bajo la única forma que importa (la dineraria) en la totalidad de “lo real”.


Artículo de G. Mayos “Time is money, el hombre de nuestro tiempo” en A lanterna de diógenes: reflexões sobre o homem da pólis contemporânea, Dennys Garcia Xavier (Coord.); Moacir Henrique Júnior (Org.), Laboratório Americano de Estudos Constitucionais Comparado –LAECC. (Uberlândia, MG, Brasil), 2018, pp. 403-425. ISBN: 978-85-918728-5-5.

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