Oct 4, 2019

FILOSOFÍA ANTE LA HIPERESPECIALIZACIÓN


Actualmente, la filosofía debería responder a las crecientes necesidades inter, trans y postdisciplinares. Debería convertirse en un imprescindible macrosaber orientador y sintetizador

Pero la filosofía encuentra muchas dificultades para apartarse del proceso de hiperespecialización de las disciplinas (Foucault 1993). Por ello la filosofía no se da cuenta de que ello margina y debilita crecientemente el papel que tiene que jugar hoy. Y en consecuencia tiende a estar perdida en objetivos de segundo orden, sin reconocer la tarea esencial y urgente que le corresponde. 

Por eso muchos creen que hoy estamos ante la definitiva y deseable superación de la filosofía, pues el sistema de los saberes ya no la necesitaría en absoluto. Así se cumpliría –si bien casi dos siglos más tarde- la predicción de Auguste Comte de una total positivización del saber que convertiría en obsoleta a la filosofía, ya que la identifica reductivamente con la metafísica.


Nosotros consideramos que la situación actual es exactamente la contraria. Pues creemos que actualmente está cambiando esa situación tan negativa para la filosofía y –en el fondo- para cualquier macrosaber interpretativo y que explicite las grandes coordenadas cognitivas de nuestro tiempo. 

Esa aspiración ha dado sus días de gloria a la filosofía desde sus inicios griegos, la convirtió en la madre de las ciencias y la consagró como matriz originaria de las disciplinas especializadas, ayudando a mantenerlas vinculadas a sus macrocoordenadas comunes

Actualmente esa vital función de la filosofía está siendo recuperada con gran provecho para el conjunto del conocimiento y de la sociedad. Pues hoy las propuestas multi, trans e interdisciplinares, que surgen crecientemente en todos los ámbitos de las ciencias, están definiendo una tendencia que merece ser llamada “postdisciplinar (Moyano, Coelho & Mayos, 2014), en la medida que impulsan a ir más allá de la estructura actual de las disciplinas académicas.

Consideramos que si tal tendencia se consolida, volverá a sentirse como necesaria la tarea propiamente filosófica de explicitar las macrocoordenadas de nuestro tiempo y saberes. ¡Sólo así la humanidad puede orientarse eficazmente en el entorno cada vez más complejo y en acelerado cambio de la sociedad del conocimiento! 

Pero, para ello, la filosofía debe volver a ser (si bien de nueva forma postdisciplinar) el gran metasaber trans, multi e interdisciplinar. Aunque debe asumir que jamás volverá a ser la única “ciencia o episteme” que fue antes de la constitución de las ciencias modernas y de la creciente disciplinación de todos los saberes.

Precisamente porqué fue el gran saber predisciplinar (es decir anterior a la constitución independiente de las ciencias y disciplinas hiperespecializadas) puede llegar a ser un decisivo saber postdisciplinar. Puede volver a ser el necesario macro y metasaber que nos permita orientarnos en el creciente caos cognitivo, siempre en profundo cambio.

Tanto la humanidad, como los científicos y expertos ultraespecializados (al menos cuando salen de su estricto campo de trabajo) necesitan hoy de ese macrosaber orientador. Por eso, la filosofía debe volver a ejercer esa decisiva y cada vez más necesaria función, en la medida en que sea capaz de recuperar, teorizar y aplicar su característica experiencia y memoria predisciplinar a los nuevos retos postdisciplinares.

Ese puede ser hoy el gran bagaje, patrimonio y renovada función de la filosofía: valorizar lo acumulado antes, durante y a partir de la constitución de las ciencias y saberes especializados. Pues solo la filosofía ha acompañado entera la evolución cognitiva de la humanidad desde la Grecia antigua hasta la actualidad, pasando sobre todo por el proceso moderno de separación, constitución e hiperespecialización de los saberes

¡Se trata de una valiosa experiencia que hoy adquiere una gran relevancia y que debe ser la base cognitiva de los nuevos retos!

Por ello, si la filosofía sabe actualizar el background acumulado durante ese largo proceso y si sabe sacar valiosas consecuencias de su relación con las distintas ciencias (la más larga posible, pues surgieron de ella), volverá a ser decisiva para la evolución tendencialmente postdisciplinar de las ciencias

Pero para ello –insistimos- la filosofía debe analizar y sacar las lecciones de su propia experiencia cognitiva y en relación con el resto de saberes. Debe asumir, analizar y valorizar en una mentalidad tendencialmente postdisciplinar a la muy compleja historia de la filosofía, en tanto que episteme conjunta y total, y en relación con los distintos saberes especializados que de ella surgieron.

Superar ensimismamientos y asumir la vieja-nueva tarea

Ahora bien, las esperanzas que hemos argumentado solo se realizarán si la filosofía supera el ensimismamiento en que muchas veces ha caído. Sin dejar de llevar a cabo la necesaria tarea microfilosófica (Mayos 2013a y 2013b), focalizada básicamente en los textos y en las relaciones internas del canon filosófico occidental, tiene que volver a ser macrofilosofía

Pues hoy no puede ocuparse tan solo de su tradición ni exclusivamente de los autores clásicos que le son adjudicados; sino que debe mantenerse necesariamente en constante y actualizada relación con los otros saberes y los pensadores de las distintas ciencias.

Actualmente pues, la filosofía debe volver a ser macrofilosofía y atender a las cuestiones y a los pensadores que en algún momento pareció perder, pues se incorporaron o constituyeron algún otro saber especializado. Muy destacadamente, debe recuperar y atender a las ciencias humanas y sociales, pero tampoco debe olvidar a los Demócrito, Galileo, Newton, Einstein o Hawking.

Desde una perspectiva menos ensimismada y más atenta a las ciencias y saberes que se emanciparon de ella, la filosofía debe ejercer su función en tanto que ciencia (en el sentido griego de episteme) “madre” de todas las ciencias, incluyendo a las más específicas disciplinas especializadas. 

Mirando ya a la tarea que le corresponde en una estructura tendencialmente “postdisciplinar” de los saberes, la filosofía debe extraer y analizar las consecuencias, experiencias y aprendizajes de la constitución de la actual estructura hiperespecializada de los saberes. La filosofía hoy debe evolucionar en ese sentido para poder llevar a cabo la crítica metaepistémica que tradicionalmente ha ejercido y que los nuevos retos le vuelven a exigir.

Si la filosofía ha sido protagonista –quizás malgré lui- de la escisión y especialización de las ciencias, ahora debe asumir con apasionamiento la tarea de reevaluar ese proceso y reconducirlo bajo las actuales tendencias inter, trans y postdisciplinares. Ambas cosas se retroalimentan mutuamente y ofrecen un nuevo sentido a la filosofía en el marco postdisciplinar de una crecientemente compleja sociedad del conocimiento.


Recordemos que la filosofía está detrás del origen histórico, de las bases cognitivas y de gran parte de la evolución de todos los actuales saberes. Pues no en balde, todos los llamados “padres fundadores” de las ciencias modernas partían de la filosofía: de Galileo, Newton, Lavoisier o Adam Smith hasta Weber, Durkheim, Wundt o Saussure

Analizar esos hechos, sacar sus consecuencias y aplicarlas a proyectos de futuro, es hoy quizás la gran cuestión y la gran aportación de la filosofía.

Ser consciente de ello no es tan sólo un homenaje a la filosofía y al gran árbol del saber que –partiendo de ella- hoy se ha vuelto tan frondoso que desorienta y parece caótico. Así, por ejemplo, Olga Pombo (2013: 28) cita que un exhaustivo catálogo de campos de estudio en universidades alemanas contabilizaba en 1990 más de 4.000 ámbitos académicos distintos y saberes especializados. 

¡A nadie escapa la desorientación y la angustia que provoca en la ciudadanía (pero también en muchos expertos) tal enorme dispersión, sobre todo cuando faltan saberes que –como la filosofía- estructuren y transmitan eficazmente a la sociedad las coordenadas orientativas básicas del complejo sistema actual de las ciencias especializadas!


A partir del artículo de G. Mayos "Las “dos culturas” y la (macro)filosofía en la era postdisciplinar" en el libro Interdisciplinaridade e interconstitucionalidade 2, coordinado por G. Mayos, R.C. Cardoso y M.H. Júnior (Ed. Amazon, 2019).


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