Gonçal Mayos PUBLICATIONS

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Apr 27, 2018

POTLATCH: MUNDO NO CAPITALISTA


Time is money rompe con el rechazo secular de todas las sociedades premodernas, especialmente las que funcionaban por el trueque o, aún mejor, por mecanismos contrarios a la acumulación económica como el don o el Potlatch.

El antropólogo Marcel Mauss teorizó una sorprendente dialéctica llamada Potlatch que conducía a aquellos miembros de la sociedad que habían acumulado gran cantidad de riqueza a derrocharla en una ceremonia única, fastuosa y que consolidaba su prestigio como “grandes hombres”.  

No solo se paraba así el proceso de acumulación de la riqueza, sino que esta se colectivizaba y revertía -al menos en parte- en el conjunto de la sociedad. Los “grandes hombres” competían para acumular riquezas, entonces generalmente medidas por algún bien especialmente valioso (por ejemplo algún tipo de ganado) para sacrificarla en el Potlatch a cambio de prestigio.

Dec 3, 2014

AUTENTICIDAD, HIPERBIEN

¡Qué atrevimiento y qué provocación constituye querer ser auténtico! ¡En qué barbaridad y en qué tortura puede convertirse: el tener que ser auténtico… siempre! Por otra parte ¿la autenticidad se ha convertido en un hiperbien? ¿Sería ello una bendición o más bien un tormento?

Hace unas pocas décadas, las pretensiones de autenticidad eran algo ridículo y snob. ¡Aún más, eran sobre todo un lujo que sólo los muy ricos y los privilegiados podían permitirse! Para todos los demás, ser “auténtico” solía ser el camino más rápido para la perdición y para que sobre uno cayeran los peores males, represiones y vilipendios de la sociedad.

En tal caso y con sospechosa unanimidad, la sociedad establecida reaccionaba con violencia y menosprecio a toda autenticidad y –por supuesto- en contra el pretendido individuo “auténtico”. “¡Cómo se atreve!” venían a exclamarse los bien pensantes y los que permanecían obedientemente en “su sitio”.

En cambio -hay que reconocerlo-, actualmente y por estos pagos post-post-modernos, suele ser bien visto aparentar un cierto nivel de autenticidad. Evidentemente las cosas solo han cambiado de verdad, para aquel que sabe negociar “su autenticidad” sin chocar demasiado con el establishment.

Pues entonces la gente lo mira con arrobamiento y exclaman con adoración: ¡es un artista, un genio, un espíritu libre! “¡Un alma bella –como dijo Hegel-!” cita con gran contento el aprendiz de filósofo, sin saber el sarcasmo y cruel ironía con que Hegel trata esa figura de la conciencia.