Jul 1, 2023

BILDUNG, UTOPÍA SOCIAL Y CEMENTO DE LA POLIS

 
Las habilidades instrumentales son indiscutiblemente necesarias y, por tanto, nadie debe menospreciarlas, pero no son las únicas tareas esenciales para la cultura, la filosofía y la universidad. Recordemos que todas ellas partieron de los ideales religiosos y participaron de  los  sueños  ideológico-nacionales.  La  escuela,  la  universidad  y  la  cultura  general estuvieron en la vanguardia de las realizaciones del Estado moderno, al menos hasta que hoy parecen claudicar ante las necesidades del mercado neoliberal.
 
Recordemos,  por  ejemplo,  como  la  escuela,  la  universidad,  la  historia  y  la formación nacionales fueron claves en momentos difíciles, por ejemplo: cuando Fichte redacta los Discursos a la nación alemana en el grave momento de la ocupación militar napoleónica y cuando los alemanes se sentían acomplejados, con baja autoestima y excluidos de las oleadas revolucionarias. Por eso Fichte proclama que los alemanes ya llevaron a cabo anteriormente ‘su’ revolución en el espíritu y en la formación-Bildung bajo la forma de las reformas religiosas ‘protestantes’. 
 
No era ésta tan solo una cuestión de propaganda y de autoestima, pues la formación, la escuela y la universidad son claves para mantener esa philia nacional que actua —según Aristóteles[1]—como ‘cemento dela polis’. Y que es imprescindible para evitar una caída en la discordia, que hoy parece el horizonte social más amenazante y catastrófico.
 
Pues  las  instituciones  nacionales  desde  los  tres  grandes  poderes —ejecutivo, legislativo y judicial —hasta el último servidor del Estado son pábulo de discordia. Muchas veces, incluso devienen impotentes sin una philiacompartida que haga posible el universo comunitario, hipersocial y nomoéticamente comprometido en que han de vivir los humanos. Porque, entonces, eseuniverso comunitario común se disuelve en un poliverso. Ciertamente el termino ‘poliverso’ es muy seductor y funciona como una especie de utopía libertaria pero —muchas  veces  y  con  facilidad —puede  convertirse  en  una  realidad  excesivamente fragmentaria, dominada por discursos de odio, hiperindividualizada y en discordia.
 
Sin ninguna cultura general que garantice la confianza y el compromiso ciudadanos, ni  ninguna  cosmovisión  asumida  democráticamente  por  toda  la  población,  el hiperindividualismo  neoliberal  y  populista  actual  puede  disolver  la  sociedad  en  una diversidad de redes sociales cada una convencida de sus ‘hechos alternativos’, prejuicios, fake news o principios ideológicos momentaneamente útiles y defendidos a muerte pero que, en cualquier momento, pueden ser sustituidos por otros (como apuntaba sarcasticamente el gran Groucho Marx).
 
Pocos antídotos ante esas enfermedades colectivas tienen las instituciones sin el cemento hipersocial que ofrece la formación, el compromiso, la confianza y el espíritu compartido. No olvidemos que la cultura general y la universidad fueron instrumentos estatales para inculcar en el pueblo un espíritu democrático nacional que superara las formas excesivamente dogmáticas que tradicionalmente se ejercieron a través de las mitologías y las religiones. Aunque es cierto que continuan elementosmitológicos y religiosos bajo muchos mecanismos estatales, incluyendo a veces cierto dogmatismo.
 
Recordemos que Hegel sitúa la filosofía en la culminación del espíritu absoluto superando la religión (que ve anclada todavía de representacionismo),[2] pero reconociendo humildemente que la filosofía tiene que ser también una especie de religión laica al servicio del Estado, de la humanidad y de la razón universal. La absolutez de la filosofía —dice Hegel —se basa en culminar su época y sintetizar el marco institucional compartido (es decir: el espíritu objetivo, la Sittlichkeity el Estado).
 
Y precisamente, por eso, cuando se abre una nueva dialéctica histórica, la filosofía tiene como tarea pensarla y, así, generar una nueva reconciliación que subordine las muchas diferencias que entonces se habrán generado antropológicamente, en las mentalidades, en las subjetivaciones, en el ajetreo de la sociedad civil e incluso en las concepciones morales. Recordemos que el sarcástico liberal Bernard Mandeville destacó que allí las públicas virtudes surgen milagrosamente de los vicios privados.[3]


[1] ARISTÓTELES. Ética Nicomáquea, Ética Eudemia. Madrid: Gredos, 1985, 1155a22ss.
[2] MAYOS, Gonçal. Hegel. Dialéctica entre conflicto y razón. Barcelona: Red ediciones, 2014.
[3] MAYOS, Gonçal. La fábula de las abejas, deconstruyendo Mandeville. In: RODRÍGUEZ, M.J.; HIDALGO, E.; WAGNER, C.  G. (eds). Roles Sexuales: la  mujer en la  historia  y la  cultura. Madrid: Ediciones clásicas, 1994.

A partir del artículo de MAYOS SOLSONA, G. sobre ‘A filosofia e a universidade como utopia: Passado e presente diante da ’Inteligência artificial’. Revista de Ciências do Estado, Belo Horizonte, v. 8, n. 1, p. 1–16, 2023. DOI: 10.35699/2525-8036.2023.46696. Disponível em:  https://periodicos.ufmg.br/index.php/revice/article/view/e46696  Acesso em: 1 jul. 2023. 

Véanse los posts: - Filosofía y universidad como utopías,  - FILOSOFÍA Y UNIVERSIDAD: UTOPÍAS NECESARIAS Y METAS IMPOSIBLES, - AL SERVICIO DE LA RELICIÓN, DEL ESTADO Y DE LA GOBERNANZA COLECTIVA E INDIVIDUAL, - FILOSOFÍA Y UNIVERSIDADES COMO MERCADO Y CAPITAL HUMANO, - CULTURA BAJO INTELIGENCIA ARTIFICIAL


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