Aunque se refugiara en la Escuela de artes y se centrara en las 7 artes liberales —trivium y quadrivium —, estaba subordinada a las tres facultades superiores: medicina (destinada a curar el cuerpo material y biológico), derecho (destinado a curar el cuerpo nomoético, político y social) y teología (destinada a salvar y redimir el alma inmortal). La filosofía era pues en última instancia, ancilla teologicae, esclava de la teología.
Ahora bien en un segundo momento, las universidades pasaron a estar principalmente bajo el control del Estado moderno que crea muchas de nuevas o pone las anteriores a ejecutar la vital tarea de educar a una parte creciente de la ciudadanía. Así la cultura universitaria se desacralizó y se secularizó deviniendo ‘cultura general’, la cual a través de las ciencias del Estado se focalizó en construir y garantizar la unidad nacional[2].
Entonces la madre del saber que era la filosofía 1) pasó a ser 2) la parturientade las ciencias (entre ellas las del Estado), luego 3) la nodrizaque las acompañó en su proceso de constitución como ciencias autónomas e independientes y —aún más tarde —4) a actuar como devota abuelatotalmente seducida por el esplendor hiperespecializado y poder tecnocientífico de sus nietos[3].
Como vemos, la cultura, las universidades y la filosofía han servido a las dos más extensas y longevas instituciones humanas: las religiosas y las politico-estatales. Pero tanto bajo unas como las otras, estaban destinadas sobre todo a gobernar las personas, los grupos, la sociedad y a construir la cohesión cultural humana. Puede sorprender hoy, pero, los saberes se originaron, más que para conocer el universo y dominar la naturaleza, para congraciarse con los dioses, cohesionar el endogrupo e incluso gobernar a las personas y a uno mismo. Eso último es llamado por Michel Foucault ‘poder pastoral’[4] y por Peter Sloterdijk ‘antropotécnica’[5] destinada a la autodomesticación humana para la civilización.
Podemos situar esa larguísima etapa bajo dos imperativos: Por una parte, el muy antiguo ‘Llega a ser lo que eres’, que tiene raíces en el lema délfico ‘conócete a ti mismo’, y con el que Píndaro retaba a los atletas participantes en las antigüas olímpíadas. Y por otra parte, la exhortación “Tienes que cambiar tu vida”[6] que usa Sloterdijk para titular uno de sus últimos libros más importantes.
De una manera más secularizada, el Estado moderno usó la cultura, las instituciones del saber y las universidades también para la gobernanza nacional. Para expandir y conducir el vínculo hipersocial humano, para ‘llamar’ a los ‘yos’ individuales y a los ‘nosotros’ familiares o comunales a devenir ekklesía ciudadana (ἐκκλησία), ‘iglésia’, ‘nación’, ‘pueblo’ o sujeto político nacional. En esa dirección, una educación que incluyera a la práctica totalidad de la ciudadanía fue la aportación clave del Estado moderno en su proyecto de constituir la correspondiente nación.
Usando los términos del historiador francés Ernest Renan en su famosa conferencia ‘Qu'est-ce qu'une nation?’[7], se trataba de garantizar el plebiscito espiritual y cotidiano que confirmara la nación como a tal y evitara que el Estado se aislara y degradara en un mecanismo institucional sin alma. Se trataba de crear una ciudadanía nacional que superara la relación de mero dominio y, aunque fuera de forma paternalista o tecnocrática, convertir a los antíguos súbditos en ciudadanos y verdaderos sujetos con compromiso nacional. Notemos que dinámicas muy parecidas se desarrollaron en los Estados modernos bajo regímenes tanto de izquierda como de derecha; pues ésta es una característica común de los Estados-nación modernos.
Otra cosa es que, bajo el hiperindividualismo contemporáneo, muchas veces olvidamos que la cultura, la formación, la filosofía, las escuelas y las universidades religiosas o estatales en gran medida atienden a la gobernanza humana. En muchos aspectos, unos más religiosos y otros más políticos, unos más individualizadores y otros más colectivos, continuan siendo instituciones del poder pastoral teorizadopor Foucault y destinadas a la antropotécnica analizada por Sloterdijk.
[1] SALGADO,
Karine. O Direito entre o sagrado e o profano. Belo Horizonte: Expert,
2022.
[2] MAYOS, Gonçal. Raó"de
ferro" i neohumanisme. Una anàlisi macrofilosòfica. In: BERMUDO, José
Manuel (ed.). Del humanismo al humanitarismo. Barcelona: Horsori
Editorial, 2006.
[3] MAYOS, Gonçal. Homo obsoletus:
Precariedade e desempoderamento na
turboglobalização. Uberlándia-MG: Laboratório Americano de Estudos
Constitucionais Comparados, 2023, p. 82ss.
[4] FOUCAULT, Michael. La voluntad
de saber. México: Siglo XXI, 1978. FOUCAULT, Michael. Vigilar y castigar.
Madrid: Siglo XXI, 1982. FOUCAULT, Michel. Sécurité, territoire, population.
Paris: Seuil, 2004.
[5] SLOTERDIJK, Peter. Regeln für
den Menschenpark. Ein
Antwortschreiben zu Heideggers Brief
über den Humanismus. Frankfurt am Main: Suhrkamp, 1999.
[6] SLOTERDIJK, Peter. Du mußt dein
Leben ändern. Über Anthropotechnik. Frankfurt am Main: Suhrkamp, 2009.
[7] RENAN, Ernest. Qu'est-ce qu'une Nation?. Paris: Calmann Lévy,
1882.
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