La tendencia a interiorizar y recluir totalmente a Dios en el ámbito privado parte de la aceptación del papel psicológico, emotivo e irracional de la vivencia religiosa. Valora la expresión de la religiosidad pero -como teme su impacto en el espacio político público- “previsoramente” quiere eliminar el uso de la religión en la política.
Posiblemente esta dialéctica es impulsada por la violencia de los denominados “conflictos religiosos”, como por ejemplo las guerras “de los Cien Años” y de “los Treinta Años” (Mayos, 2006). Propugna la radical y creciente separación entre el Estado (la política) y la Iglesia (la espiritualidad), considerando que toda expresión de las creencias religiosas por parte de los ciudadanos debe quedar reservada al ámbito de la privacidad y la intimidad.
Posiblemente esta dialéctica es impulsada por la violencia de los denominados “conflictos religiosos”, como por ejemplo las guerras “de los Cien Años” y de “los Treinta Años” (Mayos, 2006). Propugna la radical y creciente separación entre el Estado (la política) y la Iglesia (la espiritualidad), considerando que toda expresión de las creencias religiosas por parte de los ciudadanos debe quedar reservada al ámbito de la privacidad y la intimidad.