Ridiculizan no solo ciertas pretensiosidades vanidosas, sino cualquier humilde y sincero querer saber un poco más. Así como antes algunos elevaban ‘divinas palabras’ para ensalzar ciertos valores, ahora los influencers se atreven a denigrar cualquier valor y solo ensalzan la incultura. ¡Viven felizmente en una sociedad de la incultura y les encanta repantingarse en ello!
Ahora bien, no cometeremos aquí el error de considerarlos simplemente necios, queremos buscar en las profundidades de las causas conscientes e inconscientes, de ciertos individuos y de toda una sociedad que puede ser llamada 'de la incultura'. Tenemos que entender hasta los últimos mecanismos psicológicos, sociológicos y seguramente políticos que les impulsa a jactarse así, orgullosamente, en público y buscando la máxima audiencia. Queremos ir más allá de los intereses evidentes de buscar la provocación, conseguir titulares fáciles, viralizar la polémica y aprovecharse de las reacciones iradas en contra.
Hablé
de sociedad de la incultura[1] el 2009
al constatar algunas sorprendentes paradojas en la famosa sociedad de la información.
Pues, en lugar de brillar universalmente en ella el conocimiento, muchas veces descubrí
que potenciaba la incultura. Vi pues eso que ahora constatamos con más fuerza
que nunca: el canto más desacomplejado en favor de la ignorancia, la estupidez
y la indiferencia. Desde entonces me ha preocupado mucho.
La
paradoja es posible en primer lugar porque crecen mucho más las
capacidades colectivas de la humanidad para generar información que las de los
individuos particulares. Por mucho que nos hayamos formado, nuestras
habilidades cerebrales personales están muy limitadas, al igual que el tiempo
que les podemos dedicar. En cambio, es enorme la productividad cognitiva conjunta
de los más de 8.000 millones de humanos en la Tierra, pues suma los
aprendizajes e interacciones de todos con todos.
Cada persona tiene que dormir poco menos de una tercera parte de su tiempo y también necesita espacio para la diversión o relajar la mente. En cambio, la totalidad de la humanidad no descansa nunca y siempre hay unos cuantos miles de millones de personas trabajando y pensando árduamente. Esa desproporción se ha multiplicado además muchísimo con los recientes y ya muy poderosos avances en inteligencia artificial generativa.
Es
por esa amenaza de colapso e incluso obsolescencia[2] que
todos estamos más cerca de lo que podemos imaginar de la influencer de la
sociedad de la incultura. Pues no debemos ver en ella sólo menosprecio
gratuito, sino más bien colapso, frustración e impotencia. De acuerdo no parece
sufrir por ello. Todos disimulamos muy bien las causas detrás de ciertas
manifestaciones en parte realistas, provocativas y certeras, pero en parte
también agobiadas, cínicas y desesperadas.
Veo
detrás de los cantos influencers a la incultura la protesta que puedo entender
que quien dice: ¡De qué vas! ¡Te atreves a examinarme o a juzgarme! ¡A creerte
superior! Te diré que lo que tanto valoras en tí, ¡no está en absoluto tan
valorado en la sociedad real! Te parece algo importante e incluso
imprescindible pero ¡ya ves ni la tengo, ni la quiero, ni me importa lo más
mínimo! ¡No leo y no pasa nada, incluso soy mucho más influencer que tu!
Detrás
de las diatribas en contra de libros, lectura e ideas hay la creciente dificultad
que nos dejen y podamos concentrarnos más allá de unos 10 minutos. Los
turbohumanos hemos perdido la tranquilidad y la pausa necesarias para la
lecturar y la reflexión. Por eso más que atacar los libros, pues inmediatamente
se muestra orgullosa de unos de papel couché y excelentes fotos de tendencias,
modas y alguna obra de arte, lo que se ataca son poesías, ensayos, novelas y
reflexiones que exigen unos mínimos en la situación y en la formación disponibles
para poder ser gozados.
Como cuando esa situación y formación idóneas no se dan son simplemente resultan inalcanzables para los turbohumanos, sean influencers o no. Entonces no ha de extrañar que la simple entrada en una librería medianamente provista provoque sensación de alteridad, de íntima incomprensión y de profundo desasosiego; pues tan sólo una mil millonésima de esas páginas ya son inalcanzables e incomprensibles. Por eso, más que rechazo profundizado lo que hay es angustía que busca obtener también una cierta coartada crítica, una justificación aunque sea cínica de que eso no lo sé ni me importa. Como hemos apuntado remite a una reivindicación de la propia autoestima que obliga a reaccionar: ¿pretenden avergonzarme? ¡No lo conseguiran! ¡Yo soy así y ellos son unos frikis!
Puedo
entender -pues- el enfado, la airada respuesta cínica y las causas nihilistas
que he apuntado muy brevemente. Por otra parte, todos intuimos que la
proliferación de esas actitudes no le hacen ningún bien a la sociedad. De
hecho, sus efectos sobre las democracias
son demoledores, pues son actitudes que parten de la división entre la gente, y
provoca menosprecio y más separación, aumenta la desconfianza y el desconcierto[3] sociales.
Incluso va más allá de la muy perceptible desorientación política para reducir
la capacidad de la sociedad para ‘concertarse’ como una orquesta para apuntar y
obtener objetivos comunes.
Por
eso cada vez más, la oposición e incomprensión real entre los distintos grupos
y individuos es enorme. Por qué ahora la ignorancia -ya sea nacida de la
impotencia o del menosprecio- es un valor que se ensalza, se aplaude, se corea
y deviene extrañamente influencer. Toda la gente lo vé, poco importa si le
gusta más o menos, si ridiculiza o menosprecio lo poco que uno ha llegado a
aprender, tiene que sufrirlo como un ‘signo de los tiempos’, llevarlo con fair play
y comerse cualquier frustración o agresividad.
Aquí
creo que hay que evitar errores habituales como imputar lo que es un hecho muy
extendido e incluso intergeneracionalmente en la sociedad de la incultura com
el tópico de la crisis de valores en los jóvenes. Puede que se haya hecho más
viral con alguna joven pero en cualquier barra de bar o red virtual se puede
escuchar lo mismo o algo aún más loco.
E
insistimos la causa principal no es ninguna necedad, como tampoco lo es el
agobio legítimo y el peligrosísimo burn out que surgen ante tantas exigencias sociales,
laborales, etc. Para sumarle además la impertinencia de alguien que considera que
deberías saber necesarimente lo que él sabe, aunque quizás él no tenga ni idea
de muchas cosas que tu sabes muy bien. Eso me parece comprensible en los
jóvenes que -en un momento en el que ¡sobre todo se quiere vivir!- están siendo
bombardeados contínuamente por padres, madres, profesores, maestros,
empleadores, jefes... para que aprendan aceleradamente todo lo que ellos
consideran que deben saber ¡aunque ellos propiamente no tienen un conocimiento
cabal!
Creo que más que crisis de valores en los jóvenes, lo que hay es un cambio acelerado de valores en el conjunto de la sociedad. Si bien es cierto que se exigen prioritariamente y de manera más imperiosa a los jóvenes. Debido al cambio social, los turbohumanos actuales[4] ya no pueden (o sienten que no pueden) creer demasiado con los valores tradicionales. Pues hoy la realidad se basa en otros valores muy distintos. Y eso lo perciben mucho mejor los jóvenes que no los adultos. Pero no es cierto que los jóvenes no quieren ni buscan valores, al contrario los buscan desesperadamente para poder orientarse en una sociedad y una vida cada vez más complejas.
[1]
- The Ignorance Society / La sociedad de la
ignorancia / La societat de la ignorància, A. Brey, D. Innerarity
and G. Mayos, INFONOMIA 2009.ee download: www.theignorancesociety.com (english, catalan, and spanish).
[2]
Homo obsoletus. Precariedad y desempoderamiento
en la turboglobalización de G. Mayos, Barcelona: Ed. Lingkua, 2016. - EL
GUARDABOSQUES PREMODERNO - EL MODERNO «JARDINERO» Y SUS HOMÓLOGOS - CAZADORES
DE OPORTUNIDADES: COGNITARIADO, PRECARIADO, EMPRENDEDORES - VERDAD,
HIELO FRÁGIL Y PENDIENTE RESBALADIZA - ¿CIVILIZACIÓN
MÁS ALLÁ DEL LABERINTO DEL DESIERTO?
[3]
“‘Políticas del desconcierto’ y
redefinición democrática. Una síntesis macrofilosófica” de G. Mayos (pp.
156-162) en La ciudadanía y lo político. Ciudadanía y
crisis de la democracia liberal en un mundo en transformación, Joan
Lara Amat (ed.), Lima: Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE)
y Universidad Nacional Mayor San Marcos (UNMSM), 2020. - SENTIDOS DE 'POLÍTICAS DEL DESCONCIERTO', - LUCHAS Y ANTAGONIZACIÓN EN LAS 'POLÍTICAS DEL
DESCONCIERTO', - CAUSAS DE LAS 'POLÍTICAS DEL DESCONCIERTO' Y
POPULISMOS DE IZQUIERDA Y DERECHA, - POPULISMOS DE 'IZQUIERDAS' Y 'DERECHAS':
INTERRELACIÓN, - Video: Populismo, revolución y democracias radical o
iliberal
[4]
Turbohumanos de Gonçal Mayos, © 2023, Red ediciones S.L. - TURBOHUMANOS:
reseñas, podcast, vídeos
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