La tradición filosófica hegemónica en la historia de Occidente es la más teoricista, conceptual, abstracta y que tiende a usar la razón para identificar el orden cósmico y social.
Distanciándose de ella, Nietzsche la ha identificado con la
construcción del hombre moral pero también teorético, el cual necesita casi
religiosamente una verdad sólida, eterna e indiscutible. Por eso fácilmente
opta por legitimar a toda costa un orden, más allá de que descubra dificultades
en su justificación y de que no pueda descartar muchas fuentes de desorden.
En esa tradición predominante, por tanto, el orden es tanto una necesidad lógica como una comodidad existencial que son compartidas por todos, aunque -dentro de su complejo seno- unos opten por la versión teológica o metafísica del orden postulado y otros por la forma más científica, positiva o incluso atea. Son amplia mayoría las historias de la filosofía que estudian y detallan las distintas perspectivas de esa tradición dominante.
Pierre Hadot |
Allí se avisa sútil
pero contundentemente que, si se abandona la tradición hegemónica (en la cual
se incluyen Platón, Aristóteles, etc.), se termina haciendo
la filosofía provocadora, molesta, incómoda, que displicentemente interfiere en
el camino de los sabios y que ejemplifica Diógenes de Sinope tendido
en medio de la escalinata.
Gilles Deleuze y Diógenes S. |
A esas tradiciones filosóficas minoritarias, minorizadas de muchas formas y vilipendiadas de muchas más, dedicaremos este breve post. Las ejemplificaremos en una de sus formas más famosas: el cinismo o la secta del perro; pero también haremos algunas referencias al ‘quinismo’ (Sloterdijk) que de forma difusa y larbada va apareciendo aquí o allá a lo largo de toda la historia de la filosofía.
Peter Sloterdijk |
Manifiesta dos extremos:
por un lado, los que no esconden sus grandes ambiciones místicas, teosóficas,
trascendentes y más allá del lenguaje, ya que consideran que -aunque Dios sea
abscóndito, misterioso e imprevisible- sigue siendo el mejor camino para llegar
a la ‘vida buena’ e, incluso, es el único atajo para llegar a uno mismo.
Su convicción es que el diálogo con Dios es radicalmente transformador del propio ser porque, o bien da el ejemplo del más profundo existir, o al menos plantea los retos y cuestiones esenciales del existir. Sin poder ser exhaustivos, en este polo se incluye el gnosticismo, la cábala, todas las místicas, etc.
Michel Onfray |
Hay que reconocer que esos dos últimos polos marginados de la tradición hegemónica, minorizados por ella y muchas veces olvidados por todos, tienen mucho menos estudiosos: Michel Onfray y su amplísimo proyecto de contrahistoria de la filosofía o Pierre Hadot en Exercices spirituels et philosophie antique (1981) y La Philosophie comme manière de vivre (2001).
Michel Foucault |
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