Su punto de partida es el de toda la filosofía, como dice Aristóteles, pues nace del traumata, es decir: del escándalo, del susto, del miedo, de la sorpresa, de la admiración inquieta, del desconcierto, el azoramiento...
Ahora bien, la filosofía hegemónica en Occidente y seguramente por todas partes, si bien se inicia y resulta del traumata, tiene como objetivo primordial curarlo, superarlo y -por lo tanto a largo plazo- olvidarlo. Por eso, su estrategia básica (basada en la dialéctica, como avisa Deleuze) es descubrir algo fundamental, convertirlo en fundamento, en arjé y en necesidad lógica.
De ese modo, el traumata, el apeiron y el caos, lo indeterminable y no loguificable, terminan convirtiéndose en cosmos, orden, logos, ratio explicativa, sistema filosófico, ciencia especializada, saber disciplinar o tecnología. Una vez que completada la compleja estrategia que acabamos de sintetizar en su mínimo común denominador, gran parte del traumata será controlado a través de un cierto principio fundamental y entonces incluso se procederá a obviar los siempre muy importantes ‘residuos’ infundamentados.
Se evitará con gran cuidado atender detallada y críticamente a cada uno de los ámbitos incontrolados, puesto que entonces estos se manifiestan más provocadoramente bociferantes, muestran su naturaleza indomable y libre, e incluso se multiplican ostensiblemente. Por lo tanto, de forma dogmática e incoherente, se procede a considerar ordenados, racionalizados y controlados por extensión metonímica incluso aquellos ‘residuos’ que permanecen indomados.
Se proclama el triumfo universal del fundamento y del arjé sobre todo el traumata, con lo cual la filosofía ya no tiene tanto que ver con esa sorpresa escandalosa y originaria, sinó con el orden que promete acallarla por siempre más.
Así el poder de mando que instaura orden y lógica desde un fundamento que no negaremos que ha tenido un éxito indiscutible en los ámbitos eidéticos, morales, físico-matemáticos, técnicos, etc. se extiende acríticamente también a otros muchos. Así, por una metonímia (el paso de la parte al todo) injustificada, el éxito poderoso pero parcial del fundamento ordenador se aplica generalizadamente a todos los aspectos del traumata, por rebeldes, resistentes y refractarios que sean.
De esta forma se va instaurando (como avisa Nietzsche en Verdad y mentira en sentido extramoral) la falsa convicción metonímica que la ratio ha triunfado ante todos los traumata, todos los conflictos y todos los problemas filosóficos u otros y, lo que eran unas agudas metáforas circunstanciales y parciales, se fosilizan en forma de cimientos eternos, universales, indiscutibles y que dominan desde las raíces ‘sustanciales’ hasta las últimas ramas ‘accidentales’.
Así, el orden lógico se termina
imponiendo ‘sistemáticamente’ -pero sin entrar en detalles- en todos y cada uno
de los ámbitos rebeldes, en todos los traumata, acallando el escándalo,
la sorpresa y la desazón que pudieran conservar.
A partir del artículo de G. Mayos “La filosofía según el quinismo y contra la tradición hegemónica” en la revista Las Nubes. Filosofía, Arte. Literatura, número #27. 'A propósito del perro. Diógenes y su secta' del 2023 Ver también los posts: - FILOSOFÍA SEGÚN QUINISMO, CONTRA LA HEGEMONÍA - FORMAS OPUESTAS DE ENFRENTAR EL TRAUMATA FILOSÓFICO - VIVENCIAR EL TRAUMATA, NO DOMESTICARLO - SER 'PERROS' Y MORDER FILOSÓFICAMENTE - 'ESCUELA DE ATENAS', JULIO II Y RAFAEL ¿ACUSAN A LOS FILÓSOFOS DE NIHILISTAS?
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