Introducción: Políticas del desconcierto y populismos de
la catástrofe
Estaremos de acuerdo en que vivimos en una era desconcertante e, incluso, que estamos sometidos a auténticas políticas del desconcierto. Pues, no solo son políticas que desorientan a los no expertos sino que surgen del desconcierto, conviven con él, lo administran, lo legitiman y lo aumentan. ¡Son auténticas políticas del desconcierto!
Pudieron nacer de la sorpresa provocada por las crisis
económicas del 2007 al 2010, pero se
extienden más allá convertidas en una crisis cotidiana, inacabable y que
desorienta porque no se determinan sus causas, no se discriminan sus
consecuencias, no se toman decisiones reparadoras… Y por tanto el desconcierto
aumenta en la ciudadanía e incluso en las élites, impulsado populismos ‘de la
catástrofe’ como Javier Milei en la Argentina. Con gran dolor
constamos la vigencia, hoy y en muchas partes del mundo, de los análisis que
realizó Naomí Klein el 2017 sobre Donald Trump y ya el 2007 en la ‘Doctrina del
choque’ que entonces pareció muy exagerada. Pues constatamos que algunas
radicalizaciones ultraderechistas aprovechan ávidamente las urgencias y los
malestares populares, para proponer ‘recetas simplistas’ que tienen
catastróficas consecuencias, de muy costosa y difícil reversión.
Los llamamos ‘populismos de la catástrofe’ porque creen
que, esa misma crisis que les encumbró, les garantizará larga vida política si
consiguen dirigirla, mantenerla, promocionarla y administrarla
convenientemente. Por tanto, asumen la crisis y la catástrofe no para resolverlas
o al menos clarificarlas sinó cronificándolas. Y especialmente, subordinando a
sus personas a los beneficiarios de las privatizaciones generalizadas que
llevan a cabo. Como sucedió con Yelsin y Putin en la nueva Rusia postURSS, más que
enfrentar la catástrofe, resolver las crisis, pacificar los conflictos sociales
y reinstaurar algo de fraternidad nacional, convierten las privatizaciones de
las industrias nacionales y del estado en dispositivos creadores de una
oligarquía de larga pervivencia y que puedan gestionar autoritariamente.
Es por ello que no temen cronificar las dificultades
populares, potenciar el antagonismo social ni dificultar la reconciliación
nacional pues -así- una parte significativa y enriquecida de la sociedad se
convierte en completamente dependiente del nuevo populismo -incluso aunque en
algún momento se esté cansando de sus autoritarismos-. Como vemos, ciertos
populismos de la catastrofe se encumbran en políticas del desconcierto, no
tanto para reducirlo sinó para aumentarlo y, por tanto, convirtiendo la crisis
y la desorientación en catástrofe crónica, pero administrable desde unas nuevas
elites.
Ello deviene un gran peligro para la propia democracia,
para el estado de derecho y para los equilibrios y balanzas constitucionales entre
los poderes. Las políticas del desconcierto fomentan una catástrofe que dicen
atajar con medidas drásticas pero que -en el fondo- las convierten en eternas,
sin retorno y en protesis inevitables de una sociedad cada vez más
postdemocrática. Ese es en el fondo es el gran mecanismo que les garantizará el
poder, aunque sea a costa de difíultar la paz entre los distintos grupos
sociales. Por tanto asumen -como una necesidad estructural- reducir la
inclusión ciudadana, aumentando una desigualdad que amenaza destruir los
últimos grandes tejidos sociales y bloqueando la efectuación de los derechos fundamentales
reconocidos en las constituciones.
Neoliberalismo y desconcierto como marco de los
populismos
Hoy, las políticas del desconcierto y los populismos de
la catástrofe han convertido en obsoletos los relativos “conciertos”
económicos, sociales, políticos y cosmovisionales que dificultosamente se
habían construído en los últimos 30 años. Recordemos que, al eje de la política
tradicional basado en la mayor o menor redistribución económica, se le había
sumado el eje de mayor o menor reconocimiento e inclusión de las cuestiones
ecológicas, de género, de étnia y de las distintas minorías sociales.
Pero ambos ejes han sido retados, demonizados e, incluso,
desmontados por nuevos populismos que hacen gala de no ser “ni de derechas ni
de izquierdas”, pero que atacan frontalmente muchos de los consensos sociales
alcanzados cn gran trabajo. En lugar de mejorar la situación, ello ha ampliado
el desconcierto y está instrumentalizando una catástrofe que ciertamente nos
amenaza a todos y que enlaza con la Gran recesión post2007, la austeridad y la
no sostenibilidad de la deuda, la turboglobalización y los enormes cambios
tecnológicos.
Los populismos ‘de la catástrofe’ usan políticamente los
malestares fruto del creciente distancimiento entre ganadores y perdedores enla
globalización. Las dificultades sociales, políticas y económicas tensan
profundamente a la ciudadanía y la hacen añorar el viejo Estado-nación. Pues
sin duda, éste ha perdido capacidad de proteger a la población sin que –en
cambio- emerja una clara, ordenada y protectora gobernanza. El problema
principal estriva seguramente en que el pánico y la demagogía no es buena situación
para la construcción de una nueva gobernanza nacional e internacional más
justa.
Las “políticas del desconcierto” están vinculadas a la ineficacia
de las instituciones democráticas actuales y a la falta de una gobernanza
preparada para la turboglobalización. Pero los “populismos de la catástrofe” no
son los dispositivos políticos adecuados para mejorar la situación pues, más
bien, la dificultan en extremo. Esperemos que no lleve a una situación similar a
los años 1930 con una larga y dura recesión y a una terrible guerra mundial. En
todo caso, estamos experimentando ya importantes transacciones en el voto que muestran
el sacrificio de los valores de libertad por los de falsa seguridad. Claramente
se quiere reducir la democracia de alta calidad y el Estado social de derecho a
dervias iliberales e incluso autoritarias, con liderazgos mesiánicos y donde el
voto está claramente condicionado y dirigido a unos pocos partidos
seleccionados.
A partir del artículo “Peligro para la democracia y los derechos humanos en las políticas ‘del desconcierto’ y los populismos ‘de la catástrofe’“ de Gonçal Mayos (pp. 259-278) en Analíse social do direito: por uma hermenêutica de inclusão, Jorge Messias, Edilene Lôbo e Clara Mota (Organizadores), Editora D'Plácido, 2024, ISBN 9786583178251, 406pp. Apresentaçâo Luiz Inácio Lula da Silva. Ver los posts: -POPULISMO Y DEMOCRACIA, - ¿POLÍTICA HORIZONTAL O VERTICAL? ¿PLURAL O NO?, - LIDERES POPULISTAS APROVECHAN CRISIS Y DESCONCIERTO, - POPULISMO: AGENDA OCULTA Y PODER CONSTITUYENTE, - EMOTIVIDAD POPULISTA ANTE DESCONCIERTO Y CATÁSTROFE, - NEOLIBERALISMO Y DESCONCIERTO MARCOS DE POPULISMOS DE CATÁSTROFE
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