La película Heaven’s Gate dirigida y escrita por Michael Cimino, en 1980, es una obra coral de enorme valor pero también uno de los más grandes fracasos de taquilla de la historia. Seguramente fue porqué la actual mentalidad americana no quiso aceptar su denuncia de un conflicto real que se produjo cuando el territorio de frontera Wyoming se institucionalizó en 1890 como el último miembro continental de los Estados Unidos de América.
Cimino presenta una versión muy crítica y diferente del 'sueño americano', apuntando que la creación de los Estados Unidos no es la culminación de la libertad. En muchos aspectos es más bien un acto oligárquico brutal de institucionalización de un 'american way of life' que pone fin a la vital espontaneidad y libre relación entre las personas que Cimino asocia al espíritu de la 'frontera americana' todavía no institucionalizada... ¡y donde casi todo era posible!
Por tanto consideramos que el Wyoming anterior a 1890 responde a los cánones del mito de la Frontera y lo diferenciamos de Far west hollywodiano. En primer lugar porqué Cimino rompe con uno de los mitos del legendario Oeste donde el héroe impone su ley de forma individual, ‘sólo ante el peligro’ o como un llanero solitario. Aunque en Heaven’s Gate existe ese héroe armado, Jim Averill (Kris Kristofferson) y Sheriff electo, todo lo demás es muy diferente.
Pues como vimos en magnífico prólogo de la celebración en 1870 de la primera cohorte de licenciados de la Universidad de Harvard, Jim es un miembro de las élites que son llamadas a 'guiar la nación'. También descubrimos que fue miembro díscolo, expulsado y 'traidor' de la oligárquica Unión de Ganaderos de Wyoming que ha contratado 50 sicarios para ejecutar sumariamente y fuera de todo juicio a 125 personas acusados de ser ‘cuatreros o anarquistas’.
Hasta que no descubre esa brutal trama que amenaza su autoridad y la ley, Jim estaba preocupado sobre todo por llevar una elegantísima calesa con su correspondiente pura sangre como regalo de cumpleaños para su amante Ella (Isabelle Huppert), la joven y vital líder de la empresa de prostitución más importante del condado. Para no echar a perder la celebración, Jim retrasa unas horas comunicar la terrible noticia del progrom ganadero, gracias a lo cual podemos visualizar la alegría d'Ella y de toda la variopinta comunidad en una celebración muy diferente pero que rivaliza con la mencionada en Harvard.
Escandalizado por su sentido de la ley, Jim también intuye que los ganaderos quieren aprovechar los últimos instantes anteriores a la institucionalización de Wyoming como nuevo estado de la Unión para poner un fin brutal al libérrimo Espíritu de Frontera que hasta ahora dominaba el condado. En tanto que Jim se había adaptado perfectamente a dicho espíritu, ética y valientemente rompe con la oligarquía de la que formaba. En el otro lado del progrom y lucha de clases que ha puesto en marcha la Unión de Ganaderos permanece su cínico, borracho pero lúcido amigo Billy.
Esos planes amenazan directamente algunos de los vecinos y amigos más próximos a Jim, como Ella, y muchos emigrantes que no encajan en el modelo de institucionalización que los ganaderos quieren instaurar de acuerdo con el ejército y el presidente del gobierno federal. Aunque Jim Averill no está de acuerdo, un tanto cobardemente sugiere emigrar a su amante, pero -como esta no acepta dejar sus negocios- se emborracha y quiere mantener una imposible ‘neutralidad’. De hecho la parte central de la película explica como Jim y los que no están en la lista de chivos expiatorios llegan a la conclusión de que no pueden situarse al margen de los acontecimientos, lo cual los convertiría en complices y que, si todos se oponen, la Unión de Ganaderos no puede vencer.
A diferencia de la mayor parte del mito del Farwest que suele privilegiar al heroe solitario y que está por encima de la comunidad, Heaven’s Gate es totalmente coral y vemos siempre la multiplicidad social (muchas veces contradictoria de un país formado por distintas oleadas de inmigrantes). Porque ese espacio vago que llamamos ‘La Frontera’ remite a una situación mixta quizás cercana pero nunca idéntica con otras famosas fórmulas jurídico-políticas:
Pues
‘la frontera’ no és ni estado de naturaleza ni estado civil y no lo es en ninguda
de las versiones de Hobbes, Locke, Rousseau o Kant. Ya es un orden
político-social si bien todavía no plenamente institucionalizado; pero tampoco es
un estado totalmente natural de guerra de todos contra todos. Si bien se
caracteriza por el hecho de que todavía cualquiera puede intentar (bajo su
propio riesgo) defender su visión del mundo.
La Frontera es -también- una mezcla muy
inestable de los tres niveles del espíritu en Hegel: el subjetivo (psicológico
y antropológico), el objetivo (ya institucionalizado en familias, sociedad
civil, moralidad y Estado) y el espíritu absoluto (el arte, la religión y la filosofía
como expresión de la mentalidad compartida de la gente).
Significativamente
Jim, Nate y Ella suman inestablemente esos tres complejísimos niveles: el
espíritu subjetivo (los vínculos afectivo psicológicos que los unen y se
complican porque la jefa del prostíbulo también quiere institucionalizarse y proclama
que se casará o bien con Jim (que es un líder electo) o bien con Nate (que
tiene un contrato civil), los cuales -además- conjuntamente ejercen un cierto monopolio efectivo
del poder coercitivo.
Ahora bien, incluso en ese momento ya limítrofe de un espíritu agonizante de Frontera tampoco estamos todavía (aunque está en ciernes) ante un Estado que -en términos marxistas- sea el legitimador y servidor de la clase hegemónica durante un modo de producción y estadio histórico de lucha de classes.
Vemos
pues que La Frontera civilizacional es ya una compleja bios humana si bien no ha
roto sus lazos con la zoe animal y biológica. Es cierto que en la Frontera los
individuos viven muy cerca de la nuda vida (es decir sin muchas de los derechos
fundamentales o humanos de los que nosotros gozamos habitualmente). P.e. vemos
como algunos presuntos ‘ladrones de ganado’ son muertos en acto sin juicio
legal por Nate que actua a la vez como policia, juez y verdugo y sin
posibilidad de apelación.
Sobre
todo, la Frontera es un estadio donde el poder constituyente persiste y es ejercido
en la vida cotidiana. La Frontera se está constituyendo y reconstituyendo
contínuamente sin fosilizarse en ningún poder constituido, plenamente definido
y que -en adelante- muy difícilmente se podrá transformar en profundidad si no
media alguna revolución.
Nos parece muy significativo que, en Heaven’s Gate, el momento decisivo que consigue mobilizar a la práctica totalidad de los ciudadanos del condado es: cuando los que no están en la lista de los 125 a asesinar, después de haber tenido sus dudas divisivas, deciden oponerse al progrom ilegal promovido por la Unión de Ganaderos. Es en una compleja y brillante asamblea donde al final se impone la siguiente convicción: se esté en la lista o no, ningún ciudadano puede permitir que una pequeña pero poderosa oligarquía imponga violentamente su poder constituyente particular, impidiendo el poder constituyente del conjunto.
Pues, si eso se acepta una sola vez, se ha establecido un poder constituido que entroniza de facto a una minoría en tanto que soberano o leviathan hobbesiano y, a partir de ese momento, los que eran humanos libres ahora devienen inevitablemente súbditos por siempre más (en la medida que han renunciado a su propio poder soberano y democrático).
A pesar de que son muy distintos los proyectos de institucionalización jurídico-política, los muchos personajes del friso multicultural y de clase de Heaven’s Gate finalmente evitan perderse en el variopinto libertinaje particular de la Frontera, para asumir que -si ha llegado el momento de dar a Wyoming una mayor institucionalidad- esta tiene que constituirse con el máximo consenso y sin asumir ‘hechos consolidados’ tan drásticos como la caza de ‘chivos expiatorios’ generada por la Unión de Ganaderos y sus sicarios.
Por tanto, el momento culminante del espíritu de la frontera que recoje Heaven’s Gate es la defensa a vida o muerte del poder constituyente de la población. Pero, al final, el ejército llega para evitar la completa victoria y venganza popular en contra de la Unión de Ganaderos y sus sicarios, provocando que la institucionalización de Wyoming como nuevo estado no sea la mejor posible. Además hemos visualizado momentos terribles como la violación y muerte de Ella y sus 'chicas', también el asesinado de Nate y muchos de los lucharon contra unos sicarios muy superiores en número y armamento. Sorprendentemente sobrevive Jim, sugiriendo que había órdenes de no matarlo tanto por el cargo oficial que ostentaba como quizás por un cierto purito de clase.
Además, en el breve epílogo del film, vemos años después a Jim en su lujoso yate con su esposa -que manifiesta las migrañas tópicas en su clase social- recordando nostálgicamente aquella pérdida irreparable del espíritu libérrimo de la Frontera y aquel entusiasmo que se vivió brevemente en un Heaven's Gate que todo hace pensar que nunca se llegó a construir del todo. A cambio, se ha cumplido un cierto ideal de 'progreso' histórico, pero con costes importantes que Michael Cimino canta y Jim rememora con tristeza, pero sin que haya ninguna posible vuelta atrás.
A partir de la ponencia 'La institucionalización: ¿puerta al cielo o al infierno?' de G. Mayos pronunciada 25-1-2025 en el congreso FICDER 9, Universidad de Buenos Aires (Argentina).
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