Dec 15, 2015

TEXTUALIDAD COMO ARMA

4. Lo escrito debe expresarse y defenderse por sí solo, y debe hacerlo muy bien, ya que el escritor está totalmente ausente en los momentos más decisivos de la lectura de su obra. Por eso el texto es la verdadera arma -si bien indefensa- de la tesis.

- Tenía razón Platón: en la comunicación verbal cara a cara se puede escoger al interlocutor, el momento, la circunstancia... y modular el mensaje según y como los afecten. En cambio, en la comunicación escrita eso no pasa y el texto queda indefenso de nuestra "protección" personal y -a la vez- totalmente autónomo y libre en una relación abierta e impredecible donde suele mandar el lector.

- Por tanto, hay que creer en el propio escrito y dejar que pueda defenderse per sí mismo. Hay que confiar que encontrará lectores y los seducirá, pues éstos son libres de juzgarlo, acogerlo o rechazarlo. Como pensaba Platón: es imposible controlar e -incluso- determinar total y anticipadamente quien, cómo, en qué circunstancias y bajo qué premisas leerá nuestro texto... 

- En el decisivo y culminante momento de la redacción se comprueba hasta qué punto el doctorando ha conseguido llevar a cabo el "salto" de alumno aplicado a investigador y ensayista autónomo.

- El doctorando tiene que cambiar de mentalidad y alcanzar nuevas habilidades y competencias. No tiene que ser tan sólo un buen lector que sabe seguir agudamente la escritura de grandes filósofos. Ahora debe ser un buen argumentador capaz de implicar rigurosamente las tesis de otros pensadores en un proyecto innovador propio.

¿Ventrílocuo o creador personal?
- Debe dejar de ser un mero "ventrílocuo" de pensamientos ajenos, para ser creador de una nueva filosofía o -al menos- de una nueva "voz" o "mirada" filosófica.

- Tiene que generar un discurso personal que integre las buenas interpretaciones que ha llevado a cabo de otros pensadores, pero mostrando un nuevo "camino" hasta entonces ignoto.

- Es muy difícil culminar una buena tesis doctoral sin haber llevado a cabo ese "salto" y -aunque se consiga- tan sólo formalmente se habrá pasado al selecto club de los "doctos". Es un error confundirlo con el mucho más amplio conjunto de los meramente "doctorados". 

- Quizás la peor enemiga es la tentación que siente todo doctorando -sobre todo durante la redacción final de la tesis- de renunciar a culminar el mencionado "salto", simulando que ja lo ha llevado a cabo y -por tanto- dejando de aprender. Obsesionado por finalizar, el doctorando se equivoca si desatiende a los consejos del tutor. Entonces el trabajo de ese se pierde -de forma frustrante para él-; y los esfuerzos anteriores del doctorando resultan minimizados bajo la losa de una falsa "alegría de terminar de una vez". 

Pero el entusiasmo solo suele durar ¡hasta el cruel despertar del ejercicio oral o de la calificación! Entonces todo el mundo suele pagar los errores cometidos: la tesis, el tutor... y sobre todo el doctorando! 

- Ciertamente, en las tesis doctorales hay unos primeros y privilegiados (¡no nos engañemos!) lectores y jueces: el tutor, los miembros del tribunal y las comisiones evaluadoras. Sería deseable que no fueran sus únicos lectores, pero tanto ellos como el propio escrito doctoral se merecen alguna deferencia: por ejemplo una resistente encuadernación!

No hay que exagerar. Primum vivere...
- Esperemos que la encuadernación no sea el ataúd de la tesis y que ayude a resistir la rápida obsolescencia académica, ya que -habitualmente- las tesis buenas y bien encuadernadas son ostentadas en los despachos y recomendadas a estudiantes y colegas. Otras simplemente se degradan materialmente y van pronto a la papelera o al destructor de documentos.

- El tribunal ya habrá leído y sacado –por su cuenta- una decisiva valoración del texto de la tesis, cuando el doctorando hará su defensa oral (máximo 30 minutos, a los que hay que añadir el tiempo de las respuestas al tribunal). Muchas veces: ¡menos es más!

- Difícilmente la defensa oral puede salvar, compensar o revertir la valoración previa que el tribunal se haya hecho de la tesis.

- A pesar de lo anterior, hay viejos trucos que se reiteran en los ejercicios orales y que intentan disimular los defectos de la tesis escrita. Por ejemplo, cuando la tesis es poco creativa y de pobres aportaciones, se suelen enfatizar en el ejercicio oral "profundas líneas de trabajo futuras" ¡si es posible cercanas a los miembros del tribunal!

- Tales artimañas suelen ser vanas, además de contrarias al espíritu filosófico. Pues se intenta "vender futuro y humo" como si fueran presente y realidad. Se intenta que el tribunal valore lo que dices que harás, en lugar de lo que has hecho y deberías haber profundizado.

- Aunque el ejercicio oral no suele servir demasiado para compensar una mediocre tesis escrita, si que puede hundirla. Una exposición caótica, mediocre, aburrida o unas respuestas erróneas pueden cambiar la buena valoración del tribunal sobre la tesis (¡aunque lo escrito esté bien!).

Ya le he escuchado bastante

- Otro grave y habitual error  es -cuando en su defensa oral- el doctorando ya no escucha ni quiere aprender de las críticas del tribunal. Entonces en las contestaciones muestra un peligroso autismo que le puede perjudicar... y le hace aparecer mucho más "idiota" (en el sentido del griego clásico) de lo que es.

- En la defensa oral hay relativamente poco que ganar y mucho que perder. ¡No bases tus esperanzas en la defensa oral!

- En todo caso y sea cual haya sido tu experiencia con la tesis, un día tienes que darla por terminada. Seguramente para muchos será antes de lo que debieras y -para tus fans- mucho después. Solo de ti y de tu tutor depende la decisión. Y en ese momento no debes temblar ni mirar atrás.


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