Dec 15, 2015

EVITAR Y SUPERAR LOS ERRORES Y LAS GUERRAS



¡Quien necesita consejos!
5. El buen escritor es el crítico más duro de sus escritos, por eso precisamente puede llegar a ser bueno. Como se ama a sí mismo y a su escrito, el escritor se fustiga autocríticamente y corrige hasta el infinito su obra. Se decía tradicionalmente que ¡La buena letra con la sangre entra! pero muchas veces pasa sobre todo al contrario: ¡La buena letra con sangrienta tachadura sale!

5a. En cambio, la obnubilación ultraespecialitzada en el propio pensamiento hace del doctorando el crítico más alienado de sí mismo.

5b. Algunos escritores famosos han tenido la suerte de tener en su editor a alguien que les ayudó a ser mejores y más autocríticos, el doctorando lo tiene por ley: su director.

5c. Pero el tutor no puede ni debe ser ningún "ghostwriter" o "negro literario"; si bien tampoco ningún tirano o señor feudal académico que cobra el "diezmo" a sus vasallos.



5d. En todo caso , no hay que olvidar que la tesis puede ser la oportunidad para realizar y compartir una relevante y rupturista experiencia de vida. Lamentablemente, ese ideal parece hoy impensable y perdido para siempre.

5e. Como los buenos editores y escritores, el doctorando y su orientador tendrían que estar unidos exclusivamente por una relación intelectual, de aprecio al trabajo bien hecho y basada en compartir una enorme valoración por las cuestiones estudiadas.

5f. Sin pretender imposibles ni ir a parar a una relación básicamente personal, doctorando y tutor también tendrían que estar unidos por una sincera estima y mutua valoración. Ello no es tan solo un buen deseo sino una absoluta necesidad, pues la larga y siempre difícil elaboración de la tesis seguro que pondrá a prueba su relación.

5g. Tanto los doctorandos como los tutores suelen tener una opuesta y errónea valoración de la relación que les une. Es importante saberlo porque pueden surgir crueles malentendidos.

5g1. En el fondo más ingenuo de su alma, los tutores interpretan la solicitud de dirigir una tesis como el fruto exclusivo de la admiración más desinteresada. Piensan que han ganado un nuevo y fiel discípulo que tan solo suplica continuar impregnándose de la sabiduría que "El Maestro" ha atesorado durante largos y esforzados años. Por eso suelen aceptar rápidamente la dirección sin prever ningún problema, convencidos como están de su lógico y bien ganado derecho a ser escuchado, seguido e imitado.




El tutor tiene sentimientos,
però tienes que inspirarselos con la tesis
5g2. Por contra, los doctorandos sienten en el fondo de su alma el anhelo juvenil de encarar la tesis doctoral como –básicamente- el último obstáculo a superar para su total "liberación y consagración académica". La ven como un trámite para pasar a ser ellos mismos consagrados tutores e -incluso- "poderosos mandarines universitarios". No se dan cuenta -¡todavía!- que ¡ya no existe esa tradicional relación académica, incluso aunque uno pase a dirigir tesis o sea catedrático! 


Cada vez más (¡y con entusiasta apoyo de las administraciones!) la dirección de tesis como un mero servicio mal pagado. Por tanto y cada vez más, los doctorandos vocacionales y motivados son sustituidos por 'clientes doctorales' que esperan de sus "tutores" que sobre todo sean “rentables”, en el sentido de que les ahorren mucho tiempo y trabajo, búsquedas largas  y reflexiones pesadas, les aporten bibliografía 'buena, bonita y barata' e incluso para los menos motivados: les eviten cualquier reto existencial que suele acompañar las buenas tesis. 

       5g3. Pero la experiencia demuestra que -en todo que acabamos de decir- tanto los doctorandos como los directores se equivocan, pues la relación que los une y la tarea doctoral ¡son incluso hoy muchísimo más complejas! Por ejemplo, el director no puede ser como el ‘mejor amigo' del doctorando, ni su ‘padre’, fan o hooligan. Pues no puede ser excesivamente ‘protector’ ni paternalista, ya que tiene que asumir también un rol crítico y sincero que evite convertir al doctorando en un ‘pobre niño rico’ al que nadie avisa de como las gastan en el mundo académico y en el 'real'.

       5g4. No entender las contradicciones, paradojas y complejidades actuales de la relación entre tutor y doctorando (que no maestro y discípulo, pero tampoco experto-coach y cliente) añade muchos peligros al doctorado.


5h. Como toda gran alianza, doctorando y tutor pasan por seis estadios clave:

     (1) Enamoramiento: cuando todo y todos son fantásticos, y no hay nubes en el horizonte.

     (2) Sospecha: dudar de la elección hecha, sospechar que podría haber tutores más diligentes. Ello lleva a preguntarse ¿por qué el otro ha dejado de ser tan "maravilloso" como era?

     (3) Distanciamiento: chocar con la realidad de que doctorando y director juegan roles contrapuestos en la tesis: orientarse y orientar; escribir y corregir y tachar; concretar y sugerir posibilidades no pensadas; pensar y elaborar frente a criticar lo pensado y elaborado por el doctorando -eso sí: con cariño-...

     (4) ¿Divorcio?: en los peores momentos se coquetea con el divorcio. Ambos se plantean tres opciones básicas: o bien llevar a cabo la ruptura definitiva y permanente, o bien de momento darse más tiempo y espacio, o bien continuar valerosamente, pero apretando los dientes y contando las horas. Incluso ¡y en las tres opciones apuntadas!, es posible que cada uno piense -secretamente- que cuando el doctorado se haya terminado, también se finiquitará su relación mutua.
ç
     (5) Perdón y reconciliación: finalmente suele asumirse lúcida y recíprocamente que, como en las parejas sentimentales, el doctorando y el director ha sido -el uno para el otro- de los pocos que (al menos académicamente) han creído en sus respectivos potenciales, se han hecho caso mutuamente y han querido compartir parte del propio destino.

     (6) Apertura a la reincidencia: en el mejor de los casos -¡aunque parezca imposible, por lo dicho antes!- a los pocos días de culminado el doctorado ambos comienzan a pensar, desear y propiciar alguna posibilidad para continuar trabajando... ¡juntos! Evidentemente, ya se plantea bajo nuevos parámetrospero que ¡han sido hechos posibles gracias aquella relación ahora superada que se llevó a cabo durante la tesis!

5i. Cuando se produce, es un final milagroso y también el comienzo de una productiva colaboración pues una de las especificidades de la relación entre doctorando y tutor es que -en tanto que rito de paso- tiene fecha de caducidad, normalmente se limita a una única ocasión y su final lógico es autosuperarse

Dicho de otra manera: el buen tutor es aquél que convierte a sus doctorandos en buenos doctores e incluso en futuros tutores. Paralelamente el buen doctorando ayuda a su director a dejar de serlo e iniciar relaciones más horizontales y seguramente menos verticales; ¿cómo puede hacerlo? Evidentemente, terminando una buena tesis y haciendo posible colaboraciones más interesantes y duraderas

Entonces suele tener su encanto recordar con aprecio aquel rito de paso ¡precisamente porque fue finalmente superado! Por eso es un mal ejemplo compararlo con tener un hijo ¡que es algo que nunca se supera del todo!, pero sí algo parecido al primer beso. Normalmente no suele ser el mejor que hemos llevado a cabo, pero sí el más apasionado y recordado. En este sentido una tesis doctoral exitosa viene a ser como un 'primer beso académico', algo muy significativo y que no puede llevarse a cabo en absoluta soledad.

5j. En todo caso, el "sapere aude!" y la emancipación son el objetivo último de todo proceso doctoral
 
5jk Por eso y como en casi todo hoy, consideramos un peligro convertir la relación doctorando-tutor en como se ha convertido actualmente la relación escritor-editor. Pues a diferencia de algunos tiempos anteriores y mejores, hay que evitar que se convierta en una relación meramente cínica e instrumental, donde ambos se traten mutuamente como instrumentos o -aún peor- simples mercaderías

¡Es un grave error! Ni los unos pueden ser meros "clientes" o "contratantes", ni los otros meros expertos y coachs mercenarios, o -aún peor-  mecánicos controladores de calidad e inspectores dentro de la "cadena de montaje académica".

5l. Muchas veces ¡y con la Administración en contra!, los tutores luchan para no pasar a ser meramente unos contratados a los que se paga ¡muy mal! por sus "servicios cognitivos" y de los que -por tanto- se espera sobre todo rentabilidad, productividad, ahorro de tiempo, atajos intelectuales, trucos académicos, trampolines mediáticos, contactos provechosos, resultados constatables... 

5m. Además, tradicionalmente escribir una tesis era algo muy dual: un diálogo 
entre doctorando y tutor que era bastante personal, solitario e íntimo. Hoy lo han convertido en algo más fríocoral, público, institucional y complejo. Hay comisiones, cotutelas, escuelas doctorales, fiscalizaciones mil... Regularmente se tienen que redactar informes, que deben ser evaluados y aprobados. Cada vez más, el doctorado se burocratiza y el tutor deviene tan solo un engranaje entre muchos más para fiscalizar, dirigir, vigilar la calidad, exigir enmiendas, proponer mejoras... 

Pero como persisten la necesidades tradicionales en todo buen doctorado, se superponen dos complejas tareas difíciles de compatibilizar: 1) concebir, desarrollar y redactar una primera investigación seria e innovadora, y 2) ¡superar las barreras y condicionantes burocráticos crecientemente añadidos a la elaboración y defensa de una tesis! Lamentablemente la labor del tutor (junto con la del doctorando) está cada vez más absorbida por las dificultades burocráticas 2) que no por las intelectuales 1). 

Por eso hay que avisar tanto a los nuevos doctorandos como a los nuevos y viejos directores: ¡Una nueva y parecida "esclavitud burocrática" se cierne tristemente sobre el doctorando, sobre su director y sobre la relación creativa y no egoista que debería unirlos!  

5n. Es cierto que a diferencia de tiempos anteriores, se ha ganado que: ¡El tutor ya no puede ser ningún dictador! Pues, como hemos visto y cada vez más, ¡está tan vigilado, esclavizado y presionado como el doctorando! Es cierto que el apoyo del tutor es clave o incluso imprescindible para conseguir becas y los primeros puestos universitarios del doctorando, pero también es cierto que el tutor no los puede garantizar y que depende de protocolos y reglamentos, y debe dar cuenta de su actuación ¡y del doctorando! frente a varias comisiones fiscalizadoras. 

Por tanto, la voluntad del tutor suele ser condición, pero no suficiente ya que -además- interviene una compleja máquina burocrática que depende de los presupuestos económicos y dentro de la cual hay que saber moverse.


5o. Por otra parte, cada vez hay más libros y tesis que no han sido bien leídos ni tan siquiera por sus respectivos editor o tutor, los cuales ya no merecen ese nombre por tanto. Una vez más, la causa última es que se ha burocratizado la relación intelectual que caracteriza a los buenos editores y tutores. Escritor y doctorando aceptan convertirse en meros "clientes" o "contratantes", pensando equivocadamente que así recibirán un mejor "servicio". ¡Craso error!


5p. Las administraciones presionan para controlar, "optimizar", canalizar y mercantilizar los doctorados. Muchas veces los conciben como una cadena productiva fordista taylorista que fabrica rigurosos "papers" a granel. Parece incluso que molestan las ricas experiencias y complejidades humanas que suele comportar el "doctorarse".

5q. Ahora bien, los tutores son humanos, complejos y no estandarizados. Unos supervisan muy de cerca el trabajo del doctorando y otros no. Unos terminan ejerciendo de confesores y psicoanalistas de sus doctorandos y otros se niegan a hacerlo. También los hay que prefieren intervenir sobre todo en el inicio y en la concepción de la tesis, mientras que otros prefieren centrarse más bien en la redacción y corrección final.

5r. También los doctorandos son humanos, complejos y no estandarizados. A unos les gusta ser guiados, acompañados y corregidos a lo largo de toda la tesis; otros necesitan más libertad. A unos les va bien una proximidad de confesor o de psiconalista; pero a muchos otros eso les molesta o les da vergüenza.

5s Por ello parecería que tan pocas probabilidades de que coincidan los gustos de doctorando y tutor, como que alguien consiga "el amor verdadero". Y habitualmente lo más difícil es conseguir el punto justo y el virtuoso punto medio de Aristóteles. Pero la humanidad es una especie hipersocial y suele conseguir muchos de esos 'milagros imposibles'.

En todo caso es importante entender que la relación doctorando-director no responde a un solo parámetro sino a muchos. Al menos hay que pensarla como un plano definido por las distintas coordenadas de dos coordenadas a tener en cuenta: 1) la expertez y el prestigio internacionales demostados por el director para enfrentar las dificultades cognitivas y 2) la capacidad e inteligencia emocional para superar las dificultades 'humanas' que suelen presentar las tesis doctorales. Algo parecido debería tener en cuenta los directores de tesis al aceptar o no a los nuevos doctorandos.


5t. Por tanto las administraciones harían bien en respetar la rica complejidad humana en el doctorado y no intervenir en él "como un elefante en una cacharrería".

5u. Por la complejidad de un doctorado y la tendencia humana al mínimo esfuerzo, sólo un tutor exigente garantiza una tesis realmente buena y siempre que el doctorando sea realmente bueno. Como se dice: ni el mejor mago puede hacer que aparezca un conejo de un sombrero, sin que allí hubiera uno. Pero la contrapartida es mucho más cruel: ¡imaginemos que efectivamente hay un conejo en el sombrero, pero falta la magia para hacerlo aparecer! Por eso ¡sólo hay una cosa peor que tener un director responsable y exigente: tener uno irresponsable!

5v. Es una momento clásico y habitual que, ante las críticas del tribunal durante la defensa oral, el doctorando y sobre todo el tutor lamenten muy mucho que éste último no hubiera obligado al primero a trabajar más y durante más tiempo. Pero al final, cuando se ha olvidado el susto, el doctorando suele concluir que también podrían haber trabajado mucho menos con similar resultado. La condición humana es así.

5w. Ahora bien intelectual y a veces académicamente, la claudicación e incluso la debilidad momentánea de un tutor ante su doctorando suele ser lamentada por el tutor -y sobre todo por el doctorando- el resto de su vida.

5x. Precisamente porque pone en peligro las mejores virtudes del sistema tradicional, la actual más compleja institucionalización de los doctorados obliga al tutor a exhibir nuevas habilidades que van más allá de su competencia en la temática

Hoy cada vez más, el tutor tiene que saber armonizar las nuevas mediaciones en el doctorado, para poder continuar siendo el gran apoyo, el máximo defensor y el mejor acompañante del doctorando y de su tesis ¡que a veces no es lo mismo! Solo así, puede evitar que o bien la persona o bien su tesis se pierdan en medio de tantas condiciones, presiones, urgencias, exigencias y gente distinta implicada.

¡Me lo advirtió! ¡Doktorvater, protégeme!

No comments:

Post a Comment