Un doctorado es un proceso de alta complejidad y larga duración. Por eso requiere del concurso de muchas capacidades que en cierto sentido y paradójicamente pueden ser contradictorias.
Los ejemplos son fáciles pero la casuística completa es difícilmente previsible. Pues elaborar una buena tesis doctoral requiere ¡y no pretendemos ser exhaustivos!:
- paciencia, pero también diligencia insaciable;
Hay que tener mucha preocupación en el ‘ma non troppo’ y el ‘nada en demasía’, pero también en no olvidar virtudes sin las cuales se cometen errores que ponen en peligro el buen resultado del doctorado. Aquí estriba gran parte del éxito del complejo proceso que lleva a una investigación a ser reconocida y aceptada generalizadamente como modélica. También aquí, la prudencia -a la vez inteligente y valiente- se convierte en la virtud capital.
Como hemos dicho no es nada fácil ser exhaustivo en el análisis de las virtudes imprescindibles para triunfar en el doctorado, pero destacaremos algunas de contradictorias a modo de ejemplo, sin pretender resolver para siempre y a priori problemas que se han demostrado que son proteicos e imprevisibles.
Simplemente queremos mostrar de forma realista la complejidad de la problemática y avisar a los doctorandos y a sus directores en contra de la visión idealista e ingenua de su labor. Pues el doctorado es tan complejo que requiere incluso habilidades contradictorias entre sí, porque se inscribe en un estado de naturaleza en lucha de todos contra todos y de ‘homo homini lupus est’. En lugar de funcionar como una pacífica utopía donde todo el mundo colabora altruistamente para desarrollar el saber.
Realidad de la ciencia, la filosofía, la academia y la investigación
Pues, a pesar de lo que se diga, nuestra experiencia nos ha demostrado que investigar se parece más a un infierno sin cuartel que no a un cielo de amor compartido por el saber. Por eso, indudablemente, investigar y hacer carrera académica no es tan solo una labor concienzuda, objetiva, neutra y guiada por una estricta ética de la veracidad. No es únicamente una sincera confrontación de ideas, argumentos, hechos bien establecidos, experimentos y exposiciones rigorosos, datos indiscutibles, etc.
Tampoco nadie puede esperar ingenuamente que la propia investigación sea juzgada siempre de forma caritativa, justa y desde la más estricta moralidad. Pues, no todo el mundo académico está en el mismo bando ‘del conocimiento por el conocimiento’ ni dispuesto a tratar en equitativa igualdad las distintas opciones en disputa, para que -así- pueda brillar la verdad por encima de todo.
Si fuera este el caso, sí que -quizás- la investigación tendría suficiente con las virtudes del rigor, la sinceridad, el trabajo esforzado, la coherencia, el amor al saber… Pero la experiencia desmiente esa visión idílica de la ciencia, de la investigación y de la Academia.
Por tanto, si el amable lector cree que la Academia se mueve exclusivamente por tales virtudes le recomendamos que cese inmediatamente de leernos, pues todo lo que diremos en adelante sobre otras ‘virtudes’ le será absolutamente ininteligible, risible y -con suerte- prescindible. Además, hay muchas y brillantes exposiciones que presentan el método científico-académico bajo esos elogiables parámetros.
Pues efectivamente ni los doctorados ni la vida académica no son tan solo un pacífico juego zen, de paciencia, mindfulness, de resignación, de supervivencia tranquila, de resiliencia, de evitar el conflicto académico, de un trabajo peyorativamente calificado ‘de chinos’...
También es un agonista juego guerrero, de violencia simbólica (Pierre Bourdieu), de agresividad argumentativa y destrucción de la lógica del adversario. E incluso, no renuncia del todo a las más astutas argucias, a jugadas tramposamente dispuestas, al uso de sutiles sofismas y falacias…
La investigación de vanguardia es un juego de ataque y conquista de un territorio de ‘frontera’, que está todavía en exploración, cuyas leyes no están establecidas aún, las reglas se consensuan sobre la marcha, donde la suerte puede sonreír al audaz y -muchas veces- la captura de prisioneros puede ser contraproducente.
El director tiene la responsabilidad de advertir de todo ello al estudiante ingenuo y recomendarle jugar al ajedrez, como buen ejercicio preparatorio y ¡por qué no! releer las presentes tesis sobre las tesis. Pues debe aprender a utilizar todas sus potencialidades y ‘virtudes’, aunque unas pueden ser absolutamente contradictorias con otras.
Somos conscientes que asociamos metafórica y simplificadamente dos grandes conjuntos de valores, pero es una modelización valiosa que -al haber sido largamente reelaborada- recoge mucha sabiduría ancestral. Pongamos unos ejemplos:
Leí en Internet que Kamal Ravikant dice bellamente que “Cuando algo viene de dentro, cuando es una parte de ti, no tienes opción sino de vivirlo, de expresarlo.” Se nos anima pues a ‘be water my friend’, ‘sé transparente’ y, si cometes un error, es mejor reír de inmediato y aceptarlo con humildad.
Son bellos consejos pero lamentablemente he visto las malas consecuencias que muchas veces han tenido cuando se han seguido durante la defensa de una tesis doctoral. Contrastan en cambio, con los que han seguido otros consejos más brutales pero también más exitosos (¡esa cosa tan fea y prescindible!). Pues -por ejemplo- he visto gente que ha sobrevivido en plena guerra académica, gracias a callar como bellacos y tener la suerte de que sus adversarios no fueron tan listos como se creían y no percibieron un error que -en caso contrario- jamás habrían perdonado.
También es una gran reflexión que ‘El fuerte superará un obstáculo; pero el sabio, todo el camino’ pues -ciertamente- el doctorado como la vida es una carrera de larga duración y no un sprint. Pero por otra parte, la tesis doctoral también es un ‘rito de paso’ y, si no lo pasas, quedará bloqueada una parte significativa del propio camino académico. Ciertamente hay otras muchas sendas, pero -si el bloqueo persiste- se tendrá que abandonar la vereda doctoral.
Por mi parte, intento practicar el sabio consejo de ‘No hables a menos que puedas mejorar el silencio’, pues en boca cerrada no entran moscas. Ahora bien, el doctorado consiste en exponer la propia investigación y por tanto comporta ‘exponerse’, verbalizar y visibilizar lo que uno piensa, defenderlo públicamente a ‘capa y espada’, luchar por ello.
Sin duda, es un riego importante, pero es inevitable asumirlo pues, como decía Descartes aplicándolo al momento culminante de su duda hiperbólica y radical: ¡hay que hacerlo ‘al menos una vez en la vida’!
Es saludable que así sea y ello choca frontalmente con tantos otros consejos agudos y saludables como por ejemplo ‘Vive con paz en tu alma. Vendrá el tiempo y las flores florecerán solas.’ Pero como dice el Eclesiastés 3:8 hay un tiempo (kairós) concreto, oportuno y necesario para cada acto: ‘un tiempo para amar, y un tiempo para odiar; un tiempo para la guerra, y un tiempo para la paz.’
Hegel estaría de acuerdo en que un doctorado es un momento de la verdad, donde hay que mostrar en acto y públicamente hasta donde se puede ‘saltar’. Viene a decir que es un momento de ‘reconciliación con la realidad que concede la filosofía’.
Estructura completa y ordenada del discurso en los posts: TESIS SOBRE LAS TESIS, INSPIRACIÓN Y TRANSPIRACIÓN, ANTICIPAR LA RECEPCIÓN, RESPONDER CON UNA ESTRATEGIA ARGUMENTATIVA, PREVENIR LO PEOR, ACTIVAR HABILIDADES… ¡CONTRADICTORIAS!, IMPONER EL MENSAJE, TEXTUALIDAD COMO ARMA, EVITAR ERRORES Y GUERRAS, SEDUCIR CON PALABRAS Y ARGUMENTOS, ¿HAY ALTERNATIVA A LA TESIS? y DEFENSA ORAL DE LA TESIS Y ¡MÁS ALLÁ!
Ver también: INICIAR LA RECERCA: TFG, TFM, DOCTORAT... y 3 MODELOS DE INICIO EN LA INVESTIGACIÓN
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