Coerción en la sociedad-laberinto versus estado de excepción en la sociedad-duna
La sociedad laberinto solía ser muy coercitiva y castigaba dura y rápidamente a quien rompía los muros, se saltaba los límites fijados, desatendía las fronteras, vulneraba las prohibiciones o simplemente llevaba un tipo de vida que chocaba con los cánones establecidos. Entonces, el poder constituido como tal actuaba formal y legalmente castigando al ‘infractor’, cuando no era la sociedad misma o las masas las que reprimían directa e informalmente. Al respecto René Girard (1986) llevó a cabo un brillante análisis de las reacciones antropológicas en sociedades que construyen un ‘chivo expiatorio’ para ‘castigándolo’ reconducir sus peores tensiones internas.
En todo caso, el objetivo primordial en la
sociedades-laberinto con sus fronteras-muro era evitar que la población pudiera
salirse de los límites establecidos. Y, cuando eso se producía, se actuaba
coercitivamente para reconducir al redil a quien se saliera del rebaño, incluso
castigándolo ejemplificantemente para que sirviera de aviso general. En Vigilar
y castigar, Foucault (1982) ha analizado brillantemente el papel que
jugaban los suplicios públicos para un macropoder que buscaba aterrorizar la
población mostrando su capacidad y voluntad de ‘dar
muerte’ al díscolo, mientras que displicentemente ‘dejaba vivir’ al obediente. Foucault
(2009 y 1978) también muestra su sustitución por un tipo de biopoder y
biopolítica que -inversamente- se focaliza en ‘hacer vivir’ al obediente y
productivo, mientras ‘deja morir’ al díscolo y al que está dejando de ser
adecuadamente productivo.
Por otra parte, Foucault (1982) denuncia incluso que algunos aspectos de la ‘humanización de las prácticas penales’ -que fomentaron pensadores y activistas tan valiosos y sinceros como el ilustrado Cesare Beccaria (Dei delitti e delle pene, 1764)-, muchas veces fueron aceptados finalmente por el Poder porque este descubrió que le ponían menos en riesgo, pero no por ninguna voluntad sincera en favor de humanizar la penalidad. Además, las llamadas sociedades de control (Andrade, Horta y Miranda, 2022) aprendieron nuevas formas más sutiles de ejercer el poder que pasaban más por canalizar y fomentar positivamente los comportamientos deseados que no por prohibir, vigilar y castigar los indeseados.
Todos los cambios que estamos apuntando son clave para el
paso de la sociedad-laberinto a una sociedad-duna que aparenta ser menos
coercitiva por el hecho -cierto- de ahorrarse muchos muros, límites
impenetrables, fronteras poco ‘smart’, prohibiciones inflexibles e incluso
imponer unos tipos de vida canónicos y sin excepciones. Así el Poder
constituido evita los muchos costes que comporta castigar de forma pública y
espectacular, pues lo pone en evidencia y concentra la ira popular.
Es mucho más cómodo y menos expuesto para el Poder
reconducir, impulsar y canalizar sin que se note el cuidado, hasta el punto de
ser casi imperceptible a los afectados y -en todo caso- limitando mucho las
posibilidades de una rebelión eficaz. Pues en lugar de edificar un ostentoso
muro o de disponer una vigilancia constante y onerosa, muchas veces basta con
facilitar y favorecer los comportamientos deseados, y dejar que los disidentes
se desgasten al intentar resistirse. Así en lugar de disponer estrictos puestos
de policia que eviten que se cruce la frontera, puede bastar con que gran parte
de ésta esté compuesta de trabajosas dunas o de peligrosas arenas movedizas.
Por eso el poder constituido tiende muchas veces a ceder
la parte más riesgosa electoralmente de la coerción violenta, para dejar
abierto intencionalmente un espacio de ‘excepción’ que le beneficie. El Poder y
muchas instituciones estatales evitan perseguir con todas sus consecuencias ese
espacio alegal o directamente ilegal, porque perciben que les ayuda eficaz y
sigilosamente en la obtención de objetivos inconfesables. Además puede obtener
grandes ventajas de permitir discrecionalmente una cierta flexibilidad o
filtraje fronterizo.
En ciertas ocasiones, astutamente, el Poder abre un
cierto ‘estado de excepción’, se muestra ausente y deja que sean otros los que
castiguen fuera de la ley. Entonces, la responsabilidad de muchas muertes o
crímenes ya no es del Estado, que simplemente se ha ‘retirado’ cediendo el
poder coercitivo a mafias, grupos paramilitares, policías paralelas, ‘lobos
solitarios’ radicalizados, dinámicas sociales prejuiciosas y dialécticas del
tipo ‘chivo expiatorio’.
En ese limbo ‘de excepción’, cualquier cosa puede pasarle
a quien cruza las fronteras y los límites fijados, pues fácilmente cualquiera
puede atacar-lo sin temer ser duramente perseguido, pues la víctima ha quedado
reducida a ‘nuda vida’ (Agamben, 1998 y 2005) y tan solo puede contar con sus
fuerzas propias (como en el ‘Estado de naturaleza’ de Hobbes, Locke, Rousseau y
Kant). Ciertamente, en tales casos, las fronteras son más porosas e incluso
flexibles, pero porque devienen ¿premeditadamente? sin ley y sin respeto alguno
a los derechos humanos.
Entonces, el ser humano caído en ese estado de excepción, queda limitado a ‘nuda vida’, a sus solas fuerzas y sin protección efectiva del derecho. Mientras tanto, el Poder tiene suficiente con mirar hacia otra parte, administrar adecuadamente su dejación de funciones y obviar la protección de los derechos humanos, para conseguir que ciertos límites y fronteras sean porosos en la medida y de acuerdo con los criterios que ‘en el fondo’ desee. Así, unos -por ejemplo, los ricos, con medios materiales o con ciertas características valoradas- pueden superar los filtros con relativa facilidad, mientras que los otros quedan eficazmente bloqueados e incluso pueden morir. Además, tristemente la dejación de funciones puede modularse para obtener la deseada porosidad o flexibilidad, y -siempre- con un riesgo mínimo por parte del Poder estatal, que incluso puede verse reforzado por el miedo que el conjunto de la sociedad experimenta ante ese ‘vacío’ de derecho.
Ver los posts a partir del artículo ‘Fronteras ¿cómo muros? o ¿cómo dunas y arenas movedizas?’ de Gonçal Mayos (pp. 63-83) en Política internacional en flujos humanos y frontera flexible, Carlos Oliva y José Luis Aguilar (coords). Morro, J., Soro, K., Martín, M., Mayos, G., Arizmendi, P., Oliva, C., Becerra, G., Ortega, E., & Aguilar, J. L., 2025, México: Zenodo (https://litoralesliterarios.org/index.php/litoral/index, pp. 8-165). https://doi.org/10.5281/zenodo.14895859 ISBN: 978-607-26-7961-0. https://isbnmexico.indautor.cerlalc.org/catalogo.php?mode=resultados_rapidos&palabra=Pol%EDtica+internacional+en+flujos+humanos+y+frontera+flexible
Ver los posts: - FRONTERAS ¿MUROS O ARENAS MOVEDIZAS?, - PASO DEL LABERINTO A LA DUNA, - COERCIÓN EN SOCIEDAD LABERINTO O EXCEPCIÓN EN SOCIEDAD DUNA, - TURBOHUMANOS SON MIGRANTES HISTÓRICOS Y EXISTENCIALES. - KALLIFATIDES, ESCRITOR MIGRANTE Y RESILIENCIA, - NI-NI, HIKIMORI, FREETER, NEET, OTAKU..., - RESILIENCIA O CLAUDICACIÓN EMOTIVA
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