La Constituição
de la República Federativa do Brasil o ‘Constituição Cidadã’ nació bajo el
signo de grandes conflictos de todo tipo. Su redacción y aprobación se
superpuso a acontecimientos aparentemente más “turboglobalizados” y "espectacularizados".
Por ejemplo coincide con el ambivalente contexto del debate postmoderno que nos descubrió una nueva época y, a la vez, actuó de "cortina de humo" que distraía de la creciente imposición del neoliberalismo. Algunos críticos pueden acusarla de ser una constitución ingenuamente postmoderna, pero más bien ha tenido que luchar por efectuarse plenamente en un crecientemente restrictivo contexto neoliberal.
La constitución de 1988 también nació y comenzó a caminar bajo el
signo de la “guerra fría” que agonizó con la masacre de Tiananmen, la sorprendente caída
del Muro de Berlín y la disolución de la URSS que –contra los pronósticos más
habituales- mantuvo en sus silos a los misiles atómicos. Entonces Brasil formó parte
significativa de la oleada democratizadora
de finales de los 1980 (Samuel Huntington) y del proceso de universalización y efectuación de los
derechos humanos que se consolidó a partir de finales de los 1970.