En cambio la sociedad capitalista ha convertido el tiempo
de vida, que hace posible gozar o producir cualquier otra cosa, en dinero
calculable y acumulable infinitamente. Pues -como también sabía Marx- el
trabajador no solo vende su fuerza de trabajo sino su tiempo vital.
El trabajo es tiempo ofertado a cambio del dinero necesario para comprar los bienes precisos para la vida y también para consumir, divertirse y todas las formas onerosas de ocio. Por eso hoy incluso la educación y la formación se piensan como inversión, es decir tiempo y esfuerzo dedicados a acumular un “capital humano” que luego se podrá rentabilizar en el trabajo.
El trabajo es tiempo ofertado a cambio del dinero necesario para comprar los bienes precisos para la vida y también para consumir, divertirse y todas las formas onerosas de ocio. Por eso hoy incluso la educación y la formación se piensan como inversión, es decir tiempo y esfuerzo dedicados a acumular un “capital humano” que luego se podrá rentabilizar en el trabajo.