Al igual que la “muerte de Dios” popularizada por Nietzsche es una metáfora sugestiva pero que no ha de tomarse al pie de la letra, también lo es la “revancha de Dios” famosa a partir del libro homónimo del politólogo Gilles Kepel.
De hecho ambas metáforas tienen más que ver con los humanos que propiamente con la divinidad, ya que (como decía el propio Nietzsche) es la humanidad -en un momento de su desenvolvimiento histórico- la que ha “matado” o ha dejado morir en sí misma la religiosidad y la presencia de Dios.