En las sociedades turboglobalizadas y marcadas por
fenómenos-inter, toda la población se siente cabalgando un peligroso tigre
desbocado. Ello convierte en acuciante la duda entre continuar encima de él a
riesgo de que nos lleve a algún lugar terrible, o bien intentar descabalgarlo
pero con el peligro de que entonces nos devore.
Unos,
generalmente los mejor tratados por los cambios o quizás los más optimistas,
apuestan por mantener e -incluso- acelerar la dinámica de destrucción creativa
tecnológico-globalizada que impulsa el capitalismo neoliberal. Confían en que
–como decía poéticamente Hölderlin- allí donde hay el peligro también crece lo
que salva. Confían que la misma destrucción creativa aporte la solución, ya sea
con una nueva revolución tecnológica que dé un impulso productivo similar al experimentado en otras épocas y -quizás incluso- revitalice la legitimidad democrática.
En consonancia hay otros analistas menos optimistas que desarrollan y amplían muchas de las inquietantes perspectivas que están apareciendo para las clases medias y los trabajadores, pues actualmente también las labores intelectuales pueden verse muy afectadas por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.