Hay una fórmula tardomedieval europea que decía que “el aire de la ciudad libera”. Era por las leyes y decretos que concedían libertad de movimiento a los siervos de la gleba que conseguían llegar a ciertas ciudades.
Así los siervos podían librarse de estar vinculados a la tierra toda la vida por los llamados “malos usos feudales”. Pues tenían que trabajarla como aparceros y no la podían abandonar sin permiso expreso de sus señores.
Esa “liberación” la daban las significativamente llamadas “villasfrancas” o “ciudades libres”, que poco a poco iban surgiendo en la Europa occidental y central. Es significativo que a finales de la Edad Media, las ciudades fueran los núcleos de una vida política más libre, aunque -como veremos- no siempre era más sana higiénicamente.
Así los siervos podían librarse de estar vinculados a la tierra toda la vida por los llamados “malos usos feudales”. Pues tenían que trabajarla como aparceros y no la podían abandonar sin permiso expreso de sus señores.
Esa “liberación” la daban las significativamente llamadas “villasfrancas” o “ciudades libres”, que poco a poco iban surgiendo en la Europa occidental y central. Es significativo que a finales de la Edad Media, las ciudades fueran los núcleos de una vida política más libre, aunque -como veremos- no siempre era más sana higiénicamente.