La interdisciplinariedad se impone cada vez más. Parece que nos acercamos a un mundo y unas instituciones académicas cada vez más postdisciplinares.
La hiperespecialización ha dado grandes éxitos pero -al menos desde los años 1980- parecen disminuir sus rendimientos cognitivos e incluso económico-productivos. Por eso los investigadores y las instituciones académico-gubernamentales vuelven su atención cada vez más a perspectivas inter, multi y polidisciplinares.
Aumentan los estudios transversales, que superan las muchas veces artificiales fronteras disciplinares, para así facilitar que los distintos saberes se potencien mutuamente y se enriquezca la perspectiva global. Así mejora la resolución de los verdaderos problemas humanos (p.e. el cambio climático) que se caracterizan por su complejidad y tener importantísimas consecuencias en ámbitos científicos a veces muy lejanos y poco acostumbrados a dialogar entre sí.
Por eso se va abriendo paso una nueva era postdisciplinar, donde se investiga sin someterse a la tiránica disciplina de los saberes ultraespecializados. Por eso ya no interesan como en épocas pasadas los expertos limitados a algo tan concreto que son incapaces de relacionarlo ni ver su impacto en la compleja realidad. Ciertamente la hiperespecialización es y continuará siendo necesaria, pero ya no será la única opción.
La hiperespecialización ha dado grandes éxitos pero -al menos desde los años 1980- parecen disminuir sus rendimientos cognitivos e incluso económico-productivos. Por eso los investigadores y las instituciones académico-gubernamentales vuelven su atención cada vez más a perspectivas inter, multi y polidisciplinares.
Aumentan los estudios transversales, que superan las muchas veces artificiales fronteras disciplinares, para así facilitar que los distintos saberes se potencien mutuamente y se enriquezca la perspectiva global. Así mejora la resolución de los verdaderos problemas humanos (p.e. el cambio climático) que se caracterizan por su complejidad y tener importantísimas consecuencias en ámbitos científicos a veces muy lejanos y poco acostumbrados a dialogar entre sí.
Por eso se va abriendo paso una nueva era postdisciplinar, donde se investiga sin someterse a la tiránica disciplina de los saberes ultraespecializados. Por eso ya no interesan como en épocas pasadas los expertos limitados a algo tan concreto que son incapaces de relacionarlo ni ver su impacto en la compleja realidad. Ciertamente la hiperespecialización es y continuará siendo necesaria, pero ya no será la única opción.
La sociedad, las administraciones, el desarrollo científico, la innovación creativa y la resolución de problemas en la turboglobalizada “sociedad del riesgo” (Ulrich Beck) exigen expertos capaces de superar las limitaciones y fronteras disciplinares. Pues los problemas reales del mundo son más complejos y tienen efectos más lejanos e inesperados de lo que suelen prever las taxonomías y parcelaciones académicas. Hay que tenerlo en cuenta y transformar la formación desde la infancia. También deben asumirlo las instituciones académicas y gubernamentales.
Llamémoslas como las llamemos, la postmodernidad o la modernidad líquida tienden a ser inter y postdisciplinares. Parece una evolución lógica a una “modernidad sólida” que se ha caracterizado por ser la era de las disciplinas (Michel Foucault) y de la especialización. Pues en ella y desde de Galileo, se han ido constituyendo las distintas ciencias especializadas que, normalmente, tomaban la física matemática y experimental como modelo básico.
Ha sido un largo y brillante proceso que ha tenido en Newton su héroe máximo y por eso todas las disciplinas que aspiraban a ser reconocidas como ciencia rigorosa buscaban establecer su “paradigma newtoniano” (Thomas Kuhn). Ese fue el caso por ejemplo de la química con Antoine de Lavoisier, que consigue romper con su tradición alquímica anterior, poco metódica y demasiado simbólica.
Pero esta evolución ha olvidado la complejidad de perspectivas que manejaban héroes de la ciencia como Galileo o Newton. No en vano ambos se definían a sí mismos con el amplio marco de “filósofos de la naturaleza”. Newton incluso fue definido como el “gran anfibio” por la amplitud de sus intereses (que por ejemplo incluían la alquimia) e incluso se percibe la profunda dualidad y riqueza de enfoques entre sus mayores obras: los Principia Mathematica y la Óptica.
Sin duda fue necesaria y muy productiva la positivación disciplinar y la creación de las sucesivas ciencias especializadas. Pero olvidamos que esta fue posible y tan rica porque en gran medida se construía bajo el marco todavía común y en productivo diálogo que administraba la filosofía, como vieja madre de todos los saberes.
Pero lamentablemente ese poderoso e inspirante marco común se ha roto completamente desde hace ya bastantes décadas. Incluso hoy la filosofía más bien se muestra impotente cuando no menospreciada. Se impone la necesaría "microfilosofía" a la también necesaria "macrofilosofía", que es la que más precisan los otros saberes y ciencias.
Sin el marco común que existía en otras épocas, casi nadie se preocupa hoy de administrar y potenciar el diálogo entre saberes. Por ello, éstos son hoy tan ultraespecializados que se han vuelto autistas, ciegos, sordos y mudos a los problemas que comparten con otros saberes. Se enfocan como escindidos y sin las ricas sinérgias que ofrece la interdisciplinariedad.
Pero esta evolución ha olvidado la complejidad de perspectivas que manejaban héroes de la ciencia como Galileo o Newton. No en vano ambos se definían a sí mismos con el amplio marco de “filósofos de la naturaleza”. Newton incluso fue definido como el “gran anfibio” por la amplitud de sus intereses (que por ejemplo incluían la alquimia) e incluso se percibe la profunda dualidad y riqueza de enfoques entre sus mayores obras: los Principia Mathematica y la Óptica.
Sin duda fue necesaria y muy productiva la positivación disciplinar y la creación de las sucesivas ciencias especializadas. Pero olvidamos que esta fue posible y tan rica porque en gran medida se construía bajo el marco todavía común y en productivo diálogo que administraba la filosofía, como vieja madre de todos los saberes.
Pero lamentablemente ese poderoso e inspirante marco común se ha roto completamente desde hace ya bastantes décadas. Incluso hoy la filosofía más bien se muestra impotente cuando no menospreciada. Se impone la necesaría "microfilosofía" a la también necesaria "macrofilosofía", que es la que más precisan los otros saberes y ciencias.
Sin el marco común que existía en otras épocas, casi nadie se preocupa hoy de administrar y potenciar el diálogo entre saberes. Por ello, éstos son hoy tan ultraespecializados que se han vuelto autistas, ciegos, sordos y mudos a los problemas que comparten con otros saberes. Se enfocan como escindidos y sin las ricas sinérgias que ofrece la interdisciplinariedad.
Ello está teniendo graves consecuencias cognitivas y académicas, pero también económicas, productivas, de desarrollo tecnológico, de aplicaciones innovadoras y en la competitividad internacional de los países. Hoy vivimos y pensamos en medio de la enorme complejidad de las sociedades avanzadas, turboglobalizadas y permanentemente conectadas entre sí.
Ello exige recuperar las perspectivas interdisciplinares y transversales en nuestro pensar y en como enfocamos las problemáticas. Es imperioso pensar y encarar los complejos problemas sin caer bajo prejuicios disciplinares y dando por supuestas “fronteras académicas” que separan demasiado los aspectos relevantes y evitan captar sus concomitancias.
Ahora bien recuperar ese equilibrio inter y postdisciplinar es objetivo de muchos grandes sabios, nuevas instituciones de prestigio y poderosas administraciones gubernamentales. Un buen ejemplo de ello es el Instituto Jurídico Interdisciplinar (IJI, Faculdade de Direito da Universidade do Porto) que dirige magníficamente el también muy interdisciplinar Prof. Dr. Paulo Ferreira da Cunha.
Ello exige recuperar las perspectivas interdisciplinares y transversales en nuestro pensar y en como enfocamos las problemáticas. Es imperioso pensar y encarar los complejos problemas sin caer bajo prejuicios disciplinares y dando por supuestas “fronteras académicas” que separan demasiado los aspectos relevantes y evitan captar sus concomitancias.
Ahora bien recuperar ese equilibrio inter y postdisciplinar es objetivo de muchos grandes sabios, nuevas instituciones de prestigio y poderosas administraciones gubernamentales. Un buen ejemplo de ello es el Instituto Jurídico Interdisciplinar (IJI, Faculdade de Direito da Universidade do Porto) que dirige magníficamente el también muy interdisciplinar Prof. Dr. Paulo Ferreira da Cunha.
Acaba de concluir brillantemente el IX Colóquio Internacional: 'Um Tribunal Constitucional Internacional para a Democracia na Sociedade da Informaçâo. Comemorando os 70 Anos de Declaraçâo Universal dos Direitos Humanos' (Porto -Portugal- 21 y 22 de enero 2019). En él he tenido el honor de presentar mi ponencia "Globalizaçâo e Pós-disciplinaridade: O exemplo dos Direitos Humanos" (21-1-2019) y de ser nombrado "investigador honorario" do Instituto Jurídico Interdisciplinar (IJI) da Facultade de Direito da Universidade do Porto.
Algo muy profundo está pasando cuando instituciones tan prestigiosas como el Instituto Jurídico Interdisciplinar reune tantos talentos internacionales bolcados a investigar interdisciplinar y transversalmente más allá de los cómodos y trillados paradigmas académicos. Por eso me parece un potente signo de un presente cargado de futuro la lista de "NOVOS MEMBROS DO IJI - Honorários e Eméritos":
Honorários
- Asma Ghachem (Tunes)
- Carmela Gruene (Porto Alegre)
- Dominique Rousseau (Paris)
- Gonçal Mayos (Barcelona)
- Roberto Senise Lisboa (São Paulo)
Eméritos
- Álvaro Laborinho Lúcio (Coimbra)
- António Braz Teixeira (Lisboa)
- José Francisco Faria-Costa (Coimbra)
- José Manuel Cardoso da Costa (Coimbra)
- Monique Chemilier-Gendreau (Paris)
- Rui de Moura Ramos (Coimbra)
- Yadh Ben Achour (Tunes)
Ver los posts:
INTER: constitucionalidade, culturalidade, disciplinaridade
Direito e vulnerabilidade
FILOSOFÍA POSTDISCIPLINAR: MACROFILOSOFÍA
ACTUAR, PENSAR, QUERER
Honorários
- Asma Ghachem (Tunes)
- Carmela Gruene (Porto Alegre)
- Dominique Rousseau (Paris)
- Gonçal Mayos (Barcelona)
- Roberto Senise Lisboa (São Paulo)
Eméritos
- Álvaro Laborinho Lúcio (Coimbra)
- António Braz Teixeira (Lisboa)
- José Francisco Faria-Costa (Coimbra)
- José Manuel Cardoso da Costa (Coimbra)
- Monique Chemilier-Gendreau (Paris)
- Rui de Moura Ramos (Coimbra)
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