Gonçal Mayos PUBLICATIONS

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ht tp://orcid.org/0000-0001-9017-6816 : BOOKS , BOOK CHAPTERS , JOURNAL PUBLICATIONS, PRESS, Editor, Other translations, Philosophy Dicti...

Feb 14, 2024

CONTRA LA VIOLENCIA DIGITAL

 

La violencia política ha saltado del mundo físico al entorno virtual’ como afirman los magistrados brasileros Alexandre 
de Moraes y Edilene Lôbo en su Manifiesto necesario, de enorme actualidad y que encara una realidad indiscutible

Hoy, muchas violencias y actitudes criminales se realizan privilegiadamente en la infoesfera digital a través de ‘las plataformas exploradas por empresas transnacionales, las grandes tecnológicas (bigtechs)’. Incluyen ‘amenazas físicas, invasión de páginas o perfiles, jaqueo de cuentas y divulgación de datos personales hasta noticias falsas’, ‘ciberacoso’, deepfakes ‘mediante inteligencia artificial, en un falseamiento bastante creíble’ e inéditos, incontables y graves ‘riesgos para los derechos fundamentales’.

Como afirma certeramente el Manifiesto, ello es un gran peligro para las sociedades plenamente democráticas que solo pueden desarrollarse si su ciudadanía dispone de ‘un entorno seguro y libre de interferencias para la formación de juicios propios’. Pues, sin esas garantías, de poco sirven los procedimientos electorales y participativos directos o indirectos a través de los cuales la ciudadanía ejerce la absolutamente necesaria guía y más alta vigilancia sobre sus estados democráticos de derecho. 

Por tanto, es urgente actuar, prevenir, minimizar y revertir los muchos riesgos para la democracia y los derechos humanos que se despliegan en esas poderosísimas plataformas digitales e inteligencias artificiales.

Normalmente defenderíamos encarecidamente que fuera el propio estado y sus instituciones democráticas las que se hicieran cargo de prevenir, evitar y reconducir esos daños y crímenes. Pero dada la velocidad de los cambios y que hoy el Estado de derecho está muy exigido en infinitos frentes y muy limitado en la posesión de las tecnologías necesarias, aceptamos el principio que consideramos que está implícito en el Manifiesto de Moraes y Lôbo. Lo formulamos así: quien crea y se beneficia en primer lugar del algoritmo posibilizante de la nueva criminalidad es responsable de prevenir y evitar los perjuicios sociales de los que este se ha convertido en complice necesario.

Sabemos que es un principio complejo, discutible y, por eso, lo destacamos para la discusión democrática política, jurídica y ética. Dada la urgencia de la problemática señalada y hasta que haya una alternativa de eficacia contrastada, coincidimos con el Manifiesto de Moraes y Lôbo en implicar y responsabilizar a ‘las empresas propietarias de las plataformas que la utilizan [la inteligencia artificial] para sus productos’

Pues consideramos que tales empresas no pueden inhibirse de las problemáticas criminosas que sus actividades hacen posibles y potencian, sin poner las mismas tecnologías y medios implicados a minimizar las consecuencias negativas así posibilitadas. Especialmente ello es responsabilidad de las multinacionales tecnológicas (bigtechs) que han creado y obtienen beneficios astronómicos de las plataformas y desarrollos de inteligencia artificial que se convierten en complices necesarios para la comisión digital de los crímenes y vulneraciones de derechos mencionados.


Con cierta reticencia pero en mor del realismo en las necesarias y urgentes respuestas, coincidimos con el Manifiesto en que corresponde a la bigtechs y empresas beneficiarías de las plataformas digitales ‘el deber de precaución, prevención y reparación’ que permitan minimizar las posibilidades de atentar en contra de las personas y sus derechos fundamentales a consecuencia de las nuevas tecnol
ogías de que esas empresas se beneficían largamente. 

Directamente no se puede responsabilizar a las empresas de plataformas difituales de los actos maliciosos ni criminales concretos, pero sí del correspondiente deber de ‘invertir en el aprendizaje de las máquinas para la creación de algoritmos rastreadores’ que permitan detectarlos, incriminarlos y, quizás, prevenirlos. Pues, lamentablemente, en la actualidad, el estado democrático de derecho no dispone por si solo de los medios suficientes para tal necesaria tarea.

La urgencia del problema y el realismo para minimizar el número de damnificados comporta aceptar el principio -que en este caso es inevitable- de ‘combatir el mal uso de la tecnología con más tecnología’. Las empresas creadoras de las tecnologías y que se benefícian de ellas deben aportar el apoyo técnico y financiero -de manera proporcional y equitativo- para el desarrollo ‘de algoritmos de seguimiento para enfrentar la violencia política [el cual] deberá partir de las propias plataformas, siguiendo directrices internacionales para la promoción y protección de los derechos humanos’. 

También deben colaborar con las instituciones del estado democrático de derecho y las organizaciones de gobernanza mundial en ‘el desarrollo de canales de denuncia ágiles supervisados por personas humanas, con reglas y términos de uso accesibles, conectados a agencias de fiscalización y represión de delitos cibernéticos’.

Por otra parte, consideramos prerrogativa y obligación del estado democrático de derecho de legislar dentro de los marcos de gobernanza internacional y -si hace falta- ‘prohibir la monetización de canales y perfiles con contenido de violencia política, además de la suspensión preventiva del uso de los servicios ofrecidos hasta que se verifique la adecuación y el respeto a los derechos políticos involucrados.’

Saludamos, pues, el manifiesto de Moraes y Lôbo como una aportación totalmente decisiva y oportuna para proteger e incluso mejorar la democracia de alto nivel ante los riesgos tecnológicos pero también sociales, políticos y civilizacionales que actualmente la amenazan.

Sin ninguna duda, las personas y la democracia lo agradecen.






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