Grandes ‘giros’ reequilibradores
Nos encontramos pues que la larga historia y evolución humana contiene distintos giros y reequilibrios en favor de una u otra de las muchas facultades humanas. Todo ‘giro’ es pues una cierta respuesta a otro ‘giro’ previo. Así las actuales propuestas de ‘giro afectivo’, pero también el ‘giro intelectivo’ (Mayos y Arizmendi, 2024) defendido legítimamente por filósofos que tanto apreciamos como Sócrates y Platón hasta Kant, Kelsen o Habermas, comportan siempre luchas, matizaciones pero también -a veces- intentos de eliminación implícita y muchas veces incluso explicita de otros posibles ‘giros’ o epistemes (como p.e. las llamadas ‘epistemes del Sur’) que ofrecen otros reequilibrios no siempre neutrales o para mejor.
Por eso es una cuestión ética, epistemológica, política y jurídica de primer orden evitar que que cualquier giro ¡tanto si es intelectivo como afectivo, lingüístico, historicista, cultural, materialista o espiritualista, etc.! pueda comportar o coadyubar a la eliminación de facultades humanas otras que están más allá de las que cada uno de ellos reivindica.
Para decirlo rápidamente, el giro intelectivo que, en principio, devino hegemónico en los últimos dos milenios corresponde a la reivindicación de las facultades más racionalistas, intelectuales ‘superiores’, ascéticas y contemplativas frente a otro equilibrio previo donde se consideraba que éstas no se valoraban suficientemente. Tenemos un claro ejemplo de giro intelectivo en el mismo nacimiento de la filosofía en el llamado ‘paso del mito al logos’ que se prolonga desde Tales de Mileto a Sócrates, Platón, Aristóteles... a Séneca, Marco Aurelio, Plotino y ¿por qué no? Confucio, Buda o Lao-tse.
La reivindicación de un cierto giro intelectivo partía de la percepción bastante indiscutible de que saberes humanos como la mitología o las religiones -que por entonces eran ampliamente hegemónicos- prescindían demasiado de la razón para guiar los comportamientos y las afirmaciones cognitivas. Que ese giro fue entonces algo históricamente necesario ya queda acreditado por la importancia e impacto universal que tuvieron las ideas nacidas en su seno.
Ciertamente a la humanidad le faltó y todavía le falta muchas veces un mayor uso crítico de la razón y el ‘¡sapere aude!' de Kant. Ahora bien, es excesivo identificar esas posiciones que comparten la exigencia de ‘¡nada sin la razón!’, con posiciones extremas del tipo: ‘¡solo la razón!’ o ‘¡fiat ratio et pereat mundus!’ Es importante no confundir esos dos extremos, pues reclamar más razón en el equilibrio de las facultades humanas no significa reducirlo todo a tan solo y siempre lo meramente intelectual.
Para decirlo muy contundentemente, no se puede cercenar el cerebro a tan solo esa corteza tan valiosa pero también estrecha del neocórtex, que no puede funcionar autónomamente por sí misma. Coincidimos con Miguel de Unamuno en la idea de que el triumfo supremo de la razón es haber conseguido cuestionarse, criticarse y limitarse a sí misma. El mayor éxito de la razón es, pues, ser capaz de reconocer cuando necesita de la ayuda de otras facultades... como por ejemplo los afectos. De hecho, consideramos que la correcta conceptualización del giro afectivo es considerarlo un giro racional, mediado e incluso fomentado por una razón que reconoce sus propios límites y las aportaciones y peligros de otras facultades.
Desde esa perspectiva, también el giro afectivo representa la reivindicación -de entre las múltiples facultades humanas- de los afectos y -con ellos- de aquellas funciones cerebrales que habían sido olvidadas o que no habían sido suficientemente valoradas por la adoración acrítica, monolítica e incluso totalitaria del ‘¡fiat ratio et pereat mundus!’. Ello incluye no solo a la empatía entre humanos o incluso entre seres vivos y sufrientes, además incluye a los sentimientos, las emociones, las pasiones, y muchas veces a facultades tan razonables y racionales como la prudencia, el respeto por uno mismo y los otros, la fraternidad, la solidaridad, etc. etc. Por eso, la reivindicación -aparente y sorprendentemente tardía- de un cierto giro afectivo también parte de la percepción bastante indiscutible de que muchas veces hay comportamientos humanos fríamente desequilibrados e incluso teorizaciones presumptamente cognitivas, pero poco prudenciales y que limitan la complejidad del todo holista que es lo humano.
A partir del artículo ‘Todavía no sabemos todo lo que puede lo humano: Macrofilosofía del giro afectivo’ de Gonçal Mayos (pp. 8-29), en Direito, política, afetos: O preço do futuro de Ana Clara Reis Queiroz, Filipe Terra Lupoli Nirschl, Gustavo De Freitas, Paulo Afonso De Ávila Carvalho F° & Yasmin Nunes Soares (organizadores), Ed. LAECC (Brasil), 2025, ISBN 978-65-88563-99-,1ISBN-13: 978-6580358304, 432 pp. Véanse los posts: - TODAVÍA NO SABEMOS LO QUE PUEDE LO HUMANO, - GRANDES 'GIROS' REEQUILIBRADORES, - CONTRA EL OLVIDO DEL THYMÓS HOMÉRICO, - AFECTOS HOMÉRICOS Y GIRO INTELECTIVO, PODER E INDIGNACIÓN: SLOTERDIJK Y HESSEL, - MACROFILOSOFÍA DEL GIRO AFECTIVO, - AFECTO ONTOLÓGICO Y EMOCIÓN ÓNTICA, - POR LA HARMONÍA DE LAS FACULTADES HUMANAS, - ¿USAMOS INSANAMENTE LA RAZÓN?


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