Peter Sloterdijk (2006: 11ss) destaca muy bien la importancia de que la primera palabra de la cultura occidental sea precisamente ‘menis’, la ira valiente vinculada con el ‘thymós’ o el orgullo de ser reconocido por quien efectivamente se es. En el caso de Aquiles, ser respetado en tanto que el guerrero más excelente o, en el caso del ciudadano más humilde de una polis, ser reconocido como tal por toda la ciudad-estado y -correlativamente- reconocerse como parte de ella y comprometerse plenamente con sus libertades.
Tiene razón Sloterdijk en qué el olvido postplatónico, ascético, cristiano, racionalista y moderno del thymós es uno de los hechos más significativos y no del todo positivos de la historia. Porque rompe con toda una cultura del thymós y los afectos sublimes, para llevar a cabo el giro intelectivo que hemos apuntado y que tendió a vincular en exclusiva el nomos y la sabiduría política con el intelecto racional -llegando incluso a difuminar a la prudencia- menospreciando siempre a los afectos, a la indignación política e incluso al importante Thymós griego.
Por eso, aunque nunca habla de giro afectivo, Sloterdijk quiere recuperar hoy la potencia mobilizadora del campo afectivo del thymós para el futuro democrático de la humanidad, pues la democracia no se defiende sólo con el frío y contemplativo intelecto, sinó con el airado amor propio y la indignada autoestima del ciudadano que exige ser el protagonista -dentro del pueblo- de la democracia.
Precisamente por eso, el diplomático y activista Stéphane Hessel el 2010 inspiró y dió nombre al movimiento de alcance mundial de los indignados con su libro Indignez-vous!. Con gran concisión y en apenas 35 páginas, Hessel conseguía superar el prejuicio de fingir en política un comedimiento racional fríamente ideológico, para al contrario hacer una reivindicación inteligente y democrática del thymós clásico, para llamar a la sana y santa indignación política popular. Como podemos ver, las muy diferentes raíces culturales e ideológicas de Sloterdijk y Hessel no les impiden coincidir y expresar claramente elementos políticos del Giro afectivo aunque ni participan explícitamente de él ni incluso no parecen ser conscientes de su existencia.
Paralelamente ha sorprendido a la mayoría de los analistas la creciente emocionalización de la política incluso con la aparición de poderosos movimientos populistas de izquierda o derecha en las ‘políticas del desconcierto’ de la última década (Mayos, 2020). Después de la gran crísis del 2007-9 se dieron fenómenos políticos que rompían esquemas como el bolibarismo venezolano, las ‘Primaveras’ que sorprendieron muchos países árabes y lamentablemente fueron sucesivamente aplastadas, los indignados del 15M, Occupy Wall Street, las grandes manifestaciones de Brasil 2013, los "Chalecos amarillos" en Francia o sorprendentes y viscerales resultados refrendarios negativos en el Proceso de paz Colombiano o de la Constitución sustitoria de la pinochista en Chile. Por no recordar el retorno de guerras tan llenas de odio y emocionalidad a nivel de piel como las recientes invasión de Ucraina por parte de Rusia y de la Franja de Gaza bajo dominio de Hamas por el Israel de Netanyahu.
Es el caso también de movimientos políticos que, al principio, fueron menospreciados y desconcentrantes como Le Pen, pero que han llegando con fuerza al poder con las presidencias de Donald Trump o Jaïr Bolsonaro (ambas finalizadas bajo sendas ocupaciones violentas e inéditas de supremas instituciones estatales). Los gobiernos de Narendra Modi en India, Durban en Hungría, los avances ultraderechistas de Cs y Vox con el PP en España o, a finales del 2023, la victoria de Javier Milei en Argentina.
Coinciden en ser movimientos de alto éxito político que parecen cabalgar en el desconcierto e incluso odio de amplias capas ciudadanas que están desplazando con un emotivismo violento las politicas tradicionales ideologizadas, el sistema de partidos de cuadros con ‘militantes’ disciplinados por una ideología común e incluso imponen derivas ‘iliberales’ caudillistas y autoritarias que rompen con los mecanismos de ‘equilibrios y balanzas’ de las democracias liberales.
Sólo de por ese autoconocimiento insuficiente de la complejidad humana tiene sentido hoy admitir como hipótesis a analizar con rigor como las actuales propuestas de giro afectivo, entre otros. Pues todavía no hemos culminado nuestro autoconocimiento riguroso en esos aspectos. ¡Todavía no sabemos todo lo que es o puede llegar a ser lo humano! Las influencias del lenguaje, de lo intelectivo, de la técnica, de la cultura, de lo audiovisual, de la historia o de los afectos en la humanidad deben ser aún más correctamente calibradas. Por eso, es una tarea sisífica de la macrofilosofía recopilar las múltiples aportaciones de las ciencias en su permanente avance, para establecer un nuevo equilibrio interdisciplinarmente fundamentado entre las facultades y sintetizar -por tanto- una versión actualizada de la condición humana.
A partir del artículo ‘Todavía no sabemos todo lo que puede lo humano: Macrofilosofía del giro afectivo’ de Gonçal Mayos (pp. 8-29), en Direito, política, afetos: O preço do futuro de Ana Clara Reis Queiroz, Filipe Terra Lupoli Nirschl, Gustavo De Freitas, Paulo Afonso De Ávila Carvalho F° & Yasmin Nunes Soares (organizadores), Ed. LAECC (Brasil), 2025, ISBN 978-65-88563-99-,1ISBN-13: 978-6580358304, 432 pp. Véanse los posts: - TODAVÍA NO SABEMOS LO QUE PUEDE LO HUMANO, - GRANDES 'GIROS' REEQUILIBRADORES, - CONTRA EL OLVIDO DEL THYMÓS HOMÉRICO, - AFECTOS HOMÉRICOS Y GIRO INTELECTIVO, PODER E INDIGNACIÓN: SLOTERDIJK Y HESSEL, - MACROFILOSOFÍA DEL GIRO AFECTIVO, - AFECTO ONTOLÓGICO Y EMOCIÓN ÓNTICA, - POR LA HARMONÍA DE LAS FACULTADES HUMANAS, - ¿USAMOS INSANAMENTE LA RAZÓN?
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