Bauman (2007) dice que la actualidad es la era de los «cazadores» postmodernos que -paradojalmente- tienen mucho que ver con los llamados «promotores»,
«desarrolladores», «emprendedores» y «cognitariado». Todos ellos prescinden de grandes utopías, ideologías, revoluciones y proyectos
a largo plazo para limitarse a ir sobreviviendo, cobrarse individualmente las
piezas más valiosas y poder alargar así su precario proyecto personal.
Sin
duda, ello les cansa, les parece una esclavitud, lo valoran como poco rentable
o, simplemente, consideran un sueño imposible tener un jardín, cultivar sus
propias tierras, apacentar el ganado familiar o —incluso— construir una obra
ingenieril que debe durar a muy largo plazo como una gran presa.
Los acelerados cambios sociales han convertido
todos esos «sueños modernos» en demasiado tangibles, excesivamente «sólidos», poco
flexibles o adaptables a los postmodernos flujos financieros de los mercados y —también—
poco susceptibles de ofrecer los enormes beneficios a corto plazo que hoy
parecen imprescindibles.