La turbohumanidad, que tan temerosa se siente hoy de la inteligencia artificial, es nieta de una inteligencia y de un robo a la vez divinos y artificiales. En el diálogo Protágoras de Platón se narra como Prometeo salva a la humanidad de la extinción, dándole el fuego y la sabiduría técnica que ha robado a los dioses. Por ello –según el duro relato de Esquilo- Prometeo recibirá el eterno y torturante castigo de Zeus.
Pues con su robo, ha
roto el equilibrio entre las criaturas mortales porque, gracias a Prometeo, los
hombres ya no están al nivel del resto de animales, ya que ahora disponen de
unos dones divinos que no les correspondían. Ahora tienen en ellos, de forma
artificial y no “natural”, el poder divino del fuego y de la tecnología.