Gonçal Mayos PUBLICATIONS

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Jun 9, 2014

DIALÉCTICA COLONIAL Y DESARROLLO ECONÓMICO

¿Fue tan negativa la colonización? ¿Era tan terrible el mundo colonial, como se dice? ¿O más bien la colonización europea fue la oportunidad histórica de extender la civilización y –más tarde- los derechos humanos? Incluso reconociendo las muertes, opresiones y destrucciones de todo tipo ¿puede decirse que lo bueno en la colonización compensa a lo malo que también hubo?  ¿Valió la pena?
 
Los estudiosos han puesto de manifiesto fidedignamente y con todo rigor las enormes masacres y la crueldad de los brutales tratos; las violencias físicas, simbólicas y psicológicas; la persistente y culpable exclusión de grupos humanos; la voluntaria subordinación cultural y consciente depuración epistemológica; la extendida y sistemática discriminación racial… En definitiva, está perfectamente datado que, allí donde llegó la colonización, provocó la damnificación y el sufrimiento intensivos en casi todas las facetas de la vida humana.
 
Ahora bien, también escuchamos que la colonialidad -en tanto que “sistema de los 500 años” (Chomsky, Wallerstein) que tan sólo hoy parece comenzar a superarse- no sólo tuvo ese lado malo, sino que también tuvo su lado bueno. E incluso se insinúa –cuando no se afirma explícitamente- que lo bueno compensa en mucho lo malo, ¡qué valió la pena, en definitiva! En tal línea se suele argumentar por ejemplo que la colonización europea extendió la “civilización” en el mundo, hizo posible que los derechos humanos llegaran a lugares donde –de otra manera- nunca habrían llegado y –como mínimo- “promovió el desarrollo económico” de los pueblos colonizados. 
 
Desmitificada pues la imagen mítica e ingenua de una colonización benévola, paternalista, educadora y civilizadora, todavía hoy pervive un tópico que minimiza las atrocidades de la colonización y que, por tanto, de alguna manera la legitima. Persiste en muchos la idea de que la colonización -al menos- fomentó a largo plazo el desarrollo económico de los países colonizados, aunque sin duda durante un lapso apreciable de tiempo los hundió en la guerra, el caos, el expolio, la opresión y la esclavitud.
 
Por eso dediqué mi conferencia en la Università de Napoli L’Orientale a desarrollar brevemente algunos argumentos críticos que cuestionan radicalmente la pretendida mejora en el desarrollo económico resultante de la colonización INCLUSO A LARGO PLAZO. Pues mostré que aún reduciendo el análisis de las consecuencias de la colonización a los meros argumentos productivistas y economicistas, ésta presenta un siniestro balance negativo.
 
Aunque ciertamente no en todas partes fue igual la colonización y su balance final, y que hay que hilar fino y analizar pormenorizadamente los casos particulares; el resultado de la colonización es tremendamente negativo para las poblaciones y los países conquistados. Pues instaura una perversa dialéctica colonial que ahora sabemos que continua en muchos casos más allá de las independencias políticas formales de aquellos países.
 
Así lo ponen de manifiesto los análisis a largo plazo que elevan la mirada, llevan a cabo comparaciones amplias y analizan macrofilosóficamente los muchos procesos implicados. Como muestra de ello, aporto un breve análisis que sintetiza algunas conclusiones relevantes de mis análisis “macrofilosóficos” sobre la larga y compleja dialéctica colonial.
 
Incluso, para evitar críticas de aquellos que pueden aducir que los estudios postcoloniales a veces presentan sesgos demasiado ideológicos, usaré para mi breve análisis macrofilosófico estudios reconocidos generalizadamente. Especialmente me remitiré al muy reciente análisis comparativo de los profesores Daron Acemoglu (de economía en el MIT) y James A. Robinson (de politicología y economía en la Universidad de Harvard): Por qué fracasan los países. Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza

Significativamente, Acemoglu y Robinson titulan su importante libro en clara inversión del clásico de Adam Smith (1776) pues, en lugar de proponer An Inquiry into the Nature and Causes of the Nations Wealth e investigar la naturaleza y causa de la riqueza de los países, se preguntan Why Nations Fail, ¿por qué fracasan? Aunque en el subtítulo es más amplio tienden a historizar y considerar un proceso marcado por el tipo de instituciones sociales implicadas, cuando Smith tiende a pensar en términos más naturalistas y esenciales.
 
Usando el ya famoso libro -a pesar de haberse publicado en el 2012- y algún texto anterior, se puede analizar rigurosamente la influencia a un sorprendente muy largo plazo de la colonización en el desarrollo económico a largo plazo de los países afectados. 

Permite concluir que el impacto en general e incluso a muy largo plazo del hecho colonial es más bien negativo, aún dejando de lado damnificaciones y crueldades muy bien determinadas como el expolió de las riquezas, su traslado e impacto en la metrópolis coloniales y –como he dicho- las infinitas crueldades de la colonialidad.
 
El motivo es que la colonización tendió a crear una dialéctica social, política e institucional que se perpetuó mediante mecanismos que dificultaban el desarrollo humano, bloqueaban la modernización e –incluso- impidieron el progreso económico a largo plazo. Así se producirá en procesos de colonización arquetípicos y conocidos por todos como los del mundo azteca, maya, inca o del Imperio Mogol en la actual India.
 
Incluso veremos que en los casos donde a largo plazo sí que se genera un progreso económico, éste sólo fue posible cuando la colonialidad fue tan brutal y radical que prácticamente exterminó la población indígena. Sólo en tales casos, la colonialidad parece agotarse en ella misma, rompe su dialéctica de persistente exclusión y subordinación, y abre una expectativa de desarrollo gracias a incluir más igualitaria y productivamente la población resultante.
 
Es decir: sólo cuando pueden y son efectivamente exterminados los colonizados, los colonizadores pueden finalmente romper la dialéctica excluyente metrópoli-colonia y así abrirse a una cierta postcolonialidad más inclusiva –aunque sólo a costa del genocidio y la limpieza étnica (Michael Mann El lado oscuro de la democracia. Un estudio sobre la limpieza étnica). 

Es decir el tan valorado desarrollo económico sólo se consolida a largo plazo cuando resulta factible asumir el coste brutal de la expeditiva eliminación prácticamente total del colonizado, del “otro” colonial. Éste es el caso también muy conocido y bien establecido del genocidio y práctica exterminación de los aborígenes australianos y neozelandeses, o de los indígenas canadienses y de los Estados Unidos.

La paradoja es terrible: las tan necesarias instituciones inclusivas que evitan las perniciosas 'elites extractivas' (que enfatizan Acemoglu y Robinson) parecen presuponer una integración de la población en las colonias y un pleno reconocimiento inclusivo que choca con la dinámica excluyente entre metrópoli y colonia (y entre la población más asociada a una u otra). Por eso, tan solo cuando una se impone muy claramente a la otra y desaparece así la dinámica de alteridad típica de la colonialidadse consigue de forma clara la exigencia clave para el progreso de las instituciones plenamente inclusivas. 

Lamentablemente, parece que el mecanismo concreto -incluso si es democrático o justo- con que se consigue ese reconocimiento inclusivo de toda la población es relativamente menos importante, al menos para el resultado macroeconómico del progreso

Es terrible pero el éxito económico puede esconder las barbaries coloniales, premiar la inequidad histórica e incluso favorecer a posteriori a los territorios víctimas de limpiezas étnicas y genocidios. Pues la supervivencia del pueblo esclavizado puede incentivar los intereses y modos de opresión que perpetúan la esclavitud, mientras que su desaparición o grave victimización obliga al colonizador a estrategias más inclusivas

Como puede ver el amable lector, el análisis de los efectos de la colonización plantea tan graves problemas éticos y políticos a corto como a largo plazo. Pues la pervivencia de instituciones expoliadoras, comportamientos depredadores y élites extractivas constituye un lastre a largo plazo y para el conjunto de la población. Desarrollaremos más todo ello en otra ocasión.

Esos fueron los temas plateados en mi conferencia “Macrofilosofia di due strategie coloniali” que leí en la Università de Napoli L’Orientale, gracias a la magnífica traducción llevada a cabo por los profesores italianos Giorgia Capone y Leonardo Franchesquini. Con éste último, fuimos invitados a unas conferencias y debate posterior por el profesor Miguel Mellino y su grupo de estudios postcoloniales dirigido por Ian Chambers. El debate posterior –donde pude intervenir en castellano- fue intensísimo con los muy informados y críticos doctorandos, maestrandos y, sobre todo, con las siempre brillantes y punzantes intervenciones de los profesores Silvana Carotenuto, Lidia Curti, Miguel Mellino y Ian Chambers.
 

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