Los conflictos sociales más persistentes y terribles suelen vincularse
o –incluso- partir de complejas dialécticas de odio. A pesar de que siempre han
preocupado y que muchos pensadores las han investigado, aún nos sorprende su
fuerza y la dificultad para controlarlas. Son fenómenos muy antiguos y
reiterativos a lo largo de toda la historia humana. Pero no parece que la
modernización o el progreso tecnológico-material hayan reducido el número,
impacto y virulencia de las dialécticas sociales de odio. En muchos aspectos incluso
parece que las han hecho más bárbaras y radicales.
Eso ya había sorprendido y dado mucho a pensar a Horkheimer y
Adorno Dialéctica de la ilustración, y muchos otros pensadores afectados por
esa “era de las catástrofes” (en acertada expresión de Eric Hobsbawm), el
holocausto, los gulags, la shoah, los exterminios, los genocidios, limpiezas
étnicas… ¿Los conflictos y los discursos de odio se han hecho más virulentos en
los últimos siglos? ¿Por qué? ¿Qué causas o circunstancias concomitantes los
fomentan? ¿Tiene razón Carl Schmitt en sintetizar el hecho político en el agonismo entre amigos y enemigos, nosotros y ellos, otros-como-yo y otros-que-yo?
Ya solo con lo que llevamos diciendo, es indudable que la
conflictividad vinculada a discurso del odio es algo que nos debe preocupar
muchísimo, hoy en día y en todas partes del mundo. También los discursos y
conflictos del odio turboglobalizados son uno de esos crecientes peligros que
según Beck (traspasado hace el 1-1-2015) devienen crónicos en la actual “sociedad
del riesgo.
Seguramente por ello, incluso han relegado la cuestión
clásica de orden inverso que inquiere por los mecanismos y dialécticas que
fomentan la empatía o la philia sociales. Aristóteles decía que la philia (algo
más complejo que simplemente "la amistad") era el "cemento"
que mantenía unida la polis, la ciudad-estado griega.
Debemos analizar conjuntamente los mecanismos sociales y discursos ideológico-políticos del odio y de la empatía. Pues muchas veces están profundamente vinculados (aunque no del todo explícitamente) y por eso solemos decir que con ciertas cosas mantenemos una relación de “amor-odio” (Hassliebe, dicen en alemán). Ambos mecanismos son de enorme relevancia humana, social, política, biológica, histórica… y –además- devienen dispositivos sociales que pueden equilibrarse. Aquí hay una gran esperanza para superar la barbarie y la guerra tan endémicas –parece- en la especie humana y en la modernidad.