Gonçal Mayos PUBLICATIONS

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Oct 29, 2025

Entrevista en el periódico VANGUARDIA (Colombia)

 






























El siglo XX no ha terminado: 

las nuevas guerras de un viejo mundo

Entrevista con el profesor Gonçal Mayos

en el periódico VANGUARDIA (Colombia) 29-20-2025


Ochenta años después del conflicto que definió el siglo XX, el mundo vuelve a estremecerse ante tensiones globales, guerras regionales y un clima geopolítico que —por momentos— recuerda inquietantemente los años previos a 1939. ¿De verdad aprendimos algo de la gran catástrofe del pasado, o simplemente cambiamos los uniformes y los escenarios?

El profesor Dr. Gonçal Mayos, catedrático de la Universitat de Barcelona, conocido por su mirada transversal sobre la historia, la filosofía y la cultura contemporánea, nos invita a leer el presente con los ojos del siglo XX. En esta conversación, Mayos reflexiona sobre los paralelismos —y las mutaciones— entre el ayer y el hoy: el regreso de los nacionalismos, la crisis del pensamiento ilustrado, la fragilidad de las democracias y la posibilidad de que estemos viviendo una nueva posguerra sin haber reconocido la anterior. 

1. Profesor Mayos, ¿por qué considera que, a ochenta años del estallido de la Segunda Guerra Mundial, sigue siendo necesario mirar nuestra actualidad desde aquel conflicto? ¿Qué espejo nos ofrece hoy esa tragedia global?

Creo que últimamente olvidamos demasiado las barbaries y sus terribles consecuencias que se sucedieron entre las dos guerras mundiales. Así menospreciamos los riesgos que corremos, pues olvidar suele comportar repetir.  Fácilmente se podrían dar de nuevo ¡y muy aumentados por la tecnología y la turboglobalización! Recordemos el holocausto, las bombas atómicas, las agresividades ideológicas que pronto se convirten en militares, el crac económico de 1929, etc. 

Creo que durante décadas la humanidad recordó vivamente el trauma que todo ello dejó en la humanidad y en los políticos. Era una memoria en gran medida creativa y benéfica, pues impulsó la rápida y sucesiva creación de la actual ONU, de la declaración universal de los derechos humanos, del estado del bienestar, de la Unión Europea, de la regulación económica que se inició en Bretton Woods, de la  OTAN...

Evidentemente no fueron creaciones perfectas, pero ayudaron a pacificar el mundo ¡incluso en la Guerra fría! Mantuvieron un desarrollo económico que ahora parece que estemos volatizando con aranceles unilaterales, exagerados e impuestos. Aunque se puedan entender algunas motivaciones, hoy se están aplicando internacionalmente medidas coercitivas muy duras y fuera del paraguas jurídico, que pueden provocar una escalada incontrolada y violenta como sucedió entreguerras y otros momentos graves, cuyos efectos parece que no queremos recordar.

2. ¿Y si el siglo XX aún no ha terminado? ¿En qué sentidos seguimos prisioneros de sus lógicas, de sus miedos o incluso de sus esperanzas?

No han cambiado tanto las lógicas internacionales de dominio, de imperialismo al menos subyacente, de agresividad verbal y odio que fácilmente devienen violencia... Tampoco han cambiado los miedos ni las ingenuidades culpables. Las relaciones internacionales siempre han sido espinosas y muy complicadas, pues fácilmente se ofenden los países y los pueblos. Es triste que algunos políticos jueguen con fuego, menosprecien las crueles enseñanzas de la historia y olviden la facilidad con que se puede destruir la seguridad y la paz, que luego cuestan mucho de recuperar.

3. El periodo de entreguerras estuvo lleno de señales de advertencia que las sociedades no quisieron ver: polarización, crisis económica, populismos, desinformación. ¿Estamos, una vez más, ignorando los signos de un colapso que ya se anuncia?

Hoy la polarización, el menosprecio, la ira y el odio vuelven a estar al orden del día, y con redes sociales y tecnologías que los incrementan muchísimo. La crisis económica es una amenaza y las políticas de la austeridad hace años que duran en el panorama global, castigando a sectores sociales que pueden desestabilizar el conjunto. Los populismos de izquierda extrema y de extrema derecha son hoy más poderosos y presentes en casi todos los países. Son poderosísimas las actuales tecnologías de desinformación, fakenews y postverdad. Todo eso son signos de los tiempos actuales, que también lo fueron en momentos históricos, de los cuales debemos retener las enseñanzas para sortear los obstáculos y riesgos.

4. Muchos analistas hablan de un “nuevo orden multipolar” y del “retorno de las potencias”. Desde su mirada filosófica, ¿vivimos una reedición de 1939 con nuevos actoresChina, Rusia, Estados Unidos— o estamos ante algo radicalmente distinto, quizá más difuso pero igual de peligroso?

A pesar de la ampliación de los païses BRICS  (originalmente Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), vivimos más bien el desmuntaje del orden multipolar porqué las grandes potencias parecen querer preocuparse únicamente de mantener o aumentar su poder unilateral. Por ejemplo, Estados Unidos ya no quiere ni puede ser ‘el gendarme global’ e intenta obtener el máximo beneficio de la fuerza de que dispone, cosa que también hacen las otras potencias. El resultado es la debilitación del orden multilateral previsible que se venía constituyendo lentamente, a cambio de relaciones de fuerza bilaterales entre los distintos países, lo cual es peligrosamente caótico e incluso puede convertirse en imprevisible a medio plazo.

5. ¿Estamos repitiendo, bajo otros lenguajes y plataformas digitales, los mismos mecanismos que llevaron a Europa al abismo en los años 30?

Sí . Hemos de ser conscientes de que Hitler o su ministro de propaganda Goebbels tenían mucho menos medios técnicos y poder global que las grandes o incluso medianas potencias actuales.  ¡y quizás que algunos agentes tecnológicos privados y empresariales!

6. Las instituciones creadas para evitar otra guerra global —la ONU, la OTAN, la Unión Europea— parecen hoy cuestionadas o ineficaces. ¿Estamos presenciando el ocaso del orden nacido en 1945 o su necesaria transformación?

La historia nunca se detiene y ese orden ya había sido profundamente transformado por el abandono generalizado de las políticas públicas keynesianas, el fin de la energía superbarata con la guerra del petróleo, las deslocalizaciones industriales, las desregulaciones económicas, el llamado ‘consenso de Washington’ neoliberal aplicado en la gobernanza global, la poderosa eclosión de la China, la India, los tigres asiáticos...

Muchos cambios fueron pasos adelante como la consolidación de la Organización Mundial del Comercio y algunas agencias globales del clima y otras. Creemos que nadie piensa en una guerra global, que hoy sería sin duda atómica. Eso es bueno, pero no hay que menospreciar la posibilidad ni el efecto preventivo que tiene el miedo a lo que significaría, aunque insistimos que afortunadamente es algo lejano.

7. En tiempos de posverdad, hiperconectividad y guerras narrativas, ¿cómo puede cultivarse una memoria histórica que no sea ni un refugio nostálgico ni un instrumento de manipulación política?

Hay que avisar que la historia muestra que todas las guerras son híbridas y que el momento militar viene precedido y acompañado de escaladas ideológicas, deshumanizadoras, con elementos simbólicos, donde la verdad es lo que menos importa... La posverdad es peligrosa por sí misma ¡pero aún más por sus consecuencias ideológicas o militares!

8. Las humanidades —la filosofía, la historia, la literatura— parecen hoy marginadas frente al dominio de la tecnología y la inmediatez. ¿Qué papel pueden y deben jugar las humanidades en un mundo que parece haber perdido la capacidad de comprenderse a sí mismo?

Toda comprensión humana necesita de un sentido general y a largo plazo, un análisis crítico amplio, un relato justo y verídico, una narración que destaque los hechos más significativos, una reflexión mínimamente pausada... Y eso díficilmente lo dan los medios apresurados, las ciencias centradas en el dato parcial o las luchas partidistas a corto plazo. Las humanidades son necesarias para que entre todos construyamos una macrofilosofía que nos oriente a medio plazo y nos ayude a dar sentido a nuestra vida particular y también colectiva.

9. Desde América Latina, una región que vivió los ecos de la guerra sin participar directamente en ella, ¿cómo podemos repensar nuestra relación con ese pasado global? ¿Hay una manera latinoamericana de leer las lecciones —o los fracasos— del siglo XX?

América Latina nunca ha sido ‘el patio de atrás’ de nadie, pero ahora mucho menos. En la turboglobalización, el fenómeno más lejano puede afectarnos en cuestión de días. Recuerden el COVID-19, en muy pocos días llegó a todas partes y afectó a todos. Las crisis económicas, militares, financieras o incluso culturales pueden viajar aún más rápidamente.

Por otra parte, en la turboglobalización, es muy valiosa la resiliencia y capacidad de reaccionar positivamente pese a todo que América Latina ha demostrado. Me encanta la fuerza y vitalidad joven que veo aquí. Todos tenemos que estar atentos para aprender de las respuestas resilientes que permiten desatascar los problemas más complejos.

Cada vez es más importante aprender rápidamente de los que aportan algo positivo e innovador. Quizás la tarea del ‘filósofo de guardia’ -con que cada vez me identifico más- es ser capaz de reconocer y aprender de las potencialidades emergentes. Y de eso América Latina siento que está llena. 

10. Si tuviera que ofrecer una advertencia a las nuevas generaciones —que crecieron sin memoria directa de la guerra—, ¿cuál sería la lección más urgente que el siglo XX aún nos está intentando enseñar?

Los conflictos mal solucionados (como la primera Guerra mundial con los acuerdos de Versalles) se enquistan y rebrotan cuando menos uno lo espera y con una virulencia nacida del resentimiento y el odio.


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