¿Horizontalizar o verticalizar la política? ¿Más pluralismo o menos?
Como vemos es acuciante resolver los complejos dilemas que plantean los populismos, si bien hay que reconocer que también afectan a los demás agentes políticos de las actuales caóticas “políticas del desconcierto”. Ahora bien, incluso más allá de sus diferencias ideológicas, los populismos suelen presentarse como movimientos que tienden a horizontalizar y dar pluralidad a la anquilosada vida política tradicional. Una vez más, el problema es ¿hasta qué punto eso es cierto?
Pues –como hemos apuntado- suelen incorporar nuevas capas
sociales que se habían apartado de la política. Ahora bien, es preocupante que
tiendan a estructurar sus movimientos de forma más informal y con un liderazgo
fuerte que se comunica sin intermediarios con los votantes y recupera la vieja
dinámica verticalista: unos pocos que son activos se proyectan sobre muchos que
son más pasivos. Ciertamente se han dado casos -en todos los partidos y no sólo
en los populistas- en qué el líder “desconecta” de “su” red social a cualquier
interlocutor no obediente; y eso lo hace después de haberlo bombardeado durante
años con mensajes adecuadamente “personalizados” de acuerdo con perfiles
adquiridos en el mercado, a veces fraudulentamente.
Hay que concluir que, muchas veces, las mismas tecnologías
digitales que pueden empoderar y organizar a la gente, también pueden subordinarla
y convertirla en “cliente” pasivo de líderes con pocos escrúpulos. De ahí, el
“ciberleviatán” que temen los liberales Lassalle & Krause (2019). Por tanto, fácilmente el mundo digital pueden
provocar tanto la verticalización carismática de la política como su
horizontalización democrática. El poder directo y vertical del “líder” sobre
sus partidarios puede tener efectos negativos que hagan añorar los contrapesos
liberales, las moderaciones tradicionales, la mediación de los partidos, la
reflexión madurada de los periódicos y medios audiovisuales serios, el
conocimiento de causa de las academias y universidades, el análisis ponderado de
los think tanks libres o
relativamente autónomos, etc.
Eliminar, reducir o invisibilizar drásticamente esas
mediaciones se ha convertido en un importante dilema que se está dirimiendo
ahora mismo. No sabemos de forma inequívoca si agiliza y horizontaliza la
política, o provoca todo lo contrario. Pero está claro que las nuevas
tecnologías digitales están abriendo ahora mismo posibilidades en esa
dirección, completamente impensables hace pocos años.
Suponiendo que los populismos del desconcierto consigan
transformar profundamente el sistema político vigente hasta ahora:
¿introducirán mayor pluralidad y democracia en el sistema o las reducirán
peligrosamente? ¿Permitirán que las oligarquías económicas (que han salido muy
reforzadas de la crisis 2007-2009) puedan gobernar y ejercer directamente el
poder político como intentan Donald Trump o Javier Milei? ¿Podrán prescindir de
una clase política profesional que actue como mediadora o podrán realizar de forma
mucho más directa su propia agenda política particular? ¿Se lo facilitarán las
nuevas tecnologías digitales, llevando la política a nuevos clientelismos y
liderazgos carismáticos?
Como hemos apuntado, quizás ello no adquirirá plenamente la forma de los fascismos o totalitarismos de la década de 1930, pues hoy son posibles otras soluciones político-tecnológicas igualmente inquietantes. Significativamente en el aceleracionismo anarcocapitalista radical hay quien piensa que los presidentes y jefes de Estado deben actuar y ser considerados como una especie de CEO o Chief Executive Officer que gobierna directa y populistamente a las masas, o bien a través de una reducida cantidad de Stakeholders sociales.
Pero en todo caso la “nueva política”, surgida tras “el
desconcierto” y los populismos, puede tener peligros tan catastróficos o más
que las viejas políticas que creíamos superadas para siempre. Muchos analistas
(por ejemplo Fassin, 2017; Villacañas, 2015) temen que los populismos, después
de un efímero éxito y aumento del pluralismo durante lo que llamamos “políticas
del desconcierto”, acabarán teniendo un impacto mayoritario que reforzará el
establishment neoliberal e incluso reducirá significativamente el pluralismo
político. Villacañas (2015: 99) ve una correlación estricta entre el populismo y
la radicalización del neoliberalismo, considerando que ambos se retroalimentan
decisivamente.
Evidentemente otros estudiosos (Mouffe, 2018; Mouffe y
Errejón, 2015) son mucho más optimistas en las posibilidades de un
populismo de izquierda triunfante, porque facilitaría la alianza con otros
movimientos emancipatorios como el feminismo, el ecologismo y la reivindicación
de los subalternizados. También desde la izquierda, Carlos Fernández Liria
(2016) o José Luis Villacañas (2015) adoptan una postura intermedia donde los
populismos de izquierda ofrecerían una oportunidad histórica que acabaría
reforzando las opciones del republicanismo más clásico en su lucha en contra
del neoliberalismo. Coincidimos con Fernández Liria en valorar el esfuerzo de
las coaliciones españolas Podemos y -luego- Sumar para convencer a los herederos de los indignados
del 15M para que se apoderen de las instituciones en lugar de mantenerse en una
actitud meramente resentida.
Por
otra parte, el malogrado Mark Fisher (2009) destacó que el neoliberalismo se
había impuesto por encima de cualquier oposición efectiva, hasta el punto de que
hoy puede prescindir de toda legitimación política. Por tanto parece haberse
garantizado la pervivencia sin ofrecer demasiadas contrapartidas a la sociedad.
El argumento básico remitiría a una alternativa del tipo ¿o el neoliberalismo o
el caos?
A partir del artículo “Peligro para la democracia y los derechos humanos en las políticas ‘del desconcierto’ y los populismos ‘de la catástrofe’“ de Gonçal Mayos (pp. 259-278) en Analíse social do direito: por uma hermenêutica de inclusão, Jorge Messias, Edilene Lôbo e Clara Mota (Organizadores), Editora D'Plácido, 2024, ISBN 9786583178251, 406pp. Apresentaçâo Luiz Inácio Lula da Silva. Ver los posts: -POPULISMO Y DEMOCRACIA, - ¿POLÍTICA HORIZONTAL O VERTICAL? ¿PLURAL O NO?,
- LIDERES POPULISTAS APROVECHAN CRISIS Y DESCONCIERTO,
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