Gonçal Mayos PUBLICATIONS

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Nov 20, 2024

LIDERES POPULISTAS APROVECHAN CRISIS Y DESCONCIERTO

 

Partido disciplinado versus movimiento y comunicación directa del líder

Los partidos tradicionales solían estar dirigidos por cuadros activos, profesionalizados e ideologizados, mientras de la militancia solía ser más disciplinada, obediente, pasiva y se movilizaba aguerridamente tan solo cuando era convocada a ello por los mencionados cuadros. En el socialismo real sucedía algo parecido con el modelo leninista y -aún más- estalinista de partido, pues se pensaba que solo así era posible la revolución y la transformación radical en un nuevo régimen.

Ahora bien, los populismos contemporáneos nacen como movimientos amplios, poco coherentes, bastante desestructurados y relativamente informales, como se ha visto con la sorprendente elección presidencial de Javier Milei en la Argentina. Pueden manifestar una ideologización flexible, a veces extraída de corrientes religiosas como la llamada “Mayoría moral” que encumbró Ronald Reagan o el “evangelismo” que sorprendentemente apoyó con fuerza el poco ‘moral’ Trump, impulsó a Jair Bolsonaro a la presidencia brasilera o expulsó hace unos años a Evo Morales de la presidencia de Bolivia.

Por otra parte, se están generalizando estrategias inéditas hasta ahora, que permiten que los líderes se dirijan personal, personalizada y directamente a través de las nuevas tecnologías al conjunto del electorado. Así los populismos consiguen un gran impacto electoral sin depender estrictamente de un poderoso “aparato” que limite las decisiones de sus líderes carismáticos. De forma similar se están desarrollando nuevas prácticas y estrategias políticas tanto en las elecciones (p.e. el uso de Cambridge Analytica por parte de Trump) como en la comunicación de las decisiones (p.e. el uso de fake news en un marco de una postverdad aceptada generalizada y poco críticamente).

Tradicionalmente se consideraba que las revoluciones constituyentes (cuyo modelo más radical sería la rusa de Octubre del 1917) sólo eran posibles si eran ejecutadas por grandes partidos leninistas, de masas, militarizados, disciplinados y muy ideologizados. En cambio y a pesar de cierta retórica, los movimientos populistas actuales están consiguiendo cierto ‘poder constituyente’ o ‘catastrófico’ (según se mire) con muy poca estructuración partidista, pero con un enorme impacto directo, personal y mediante las redes sociales digitales de un líder mesiánico.

Tradicionalmente, las revoluciones eran imaginadas como rupturas muy planificadas, con mucha preparación ideológica sobre el modelo alternativo que se iba a construir. Ello daba mucho miedo a las clases sociales que se sentían amenazadas por la revolución y ‘sabían’ que pasaría con ellos o sus propiedades; pero a la vez daba confianza y tranquilidad a mucha población. Había la sensación -bastante infundada seguramente- de que había algo así como un ‘manual de la buena revolución’ que se iba a ejecutar de forma planificada. Ello sugería -quizás de forma errónea- que el momento revolucionario caótico sería relativamente corto en el tiempo y que pronto la historia volvería a tranquilizarse y los cambios se limitarían a consolidarse.

Ahora bien, las políticas ‘del desconcierto’ y del populismo ‘de la catástrofe’ más bien parecen apuntar a todo lo contrario. No hay planificación que valga y los líderes mesiánicos piden confianza absoluta sin compromenten a nada concreto. No hay apenas ideología y sí mucha gesticulación espectacularizada. Falta planificación sobre el ‘mañana’ y el ‘mundo nuevo’. Si los líderes tienen algo así como un ‘manual de la revolución’ que proponen, lo esconden, apenas dan algunos detalles y queda mayoritariamente como una agenda oculta.

Incluso parece que las elites populistas ha contemplado como necesario y beneficioso que haya un relativamente largo período de caos y catástrofe. Pero, para quién y porqué puede ser beneficioso permanece dentro de la agenda oculta del populismo. Eso y lo que anteriormente hemos apuntado, hace que sea bastante inquietante la comparativa entre los revolucionarios clásicos y los populistas contemporáneos. Evidentemente no es algo que se pueda reducir simplemente a una cuestión de mayor o menor ambición.


Aprovechar la oportunidad política de la crisis post2007 y del desconcierto

Otra característica que comparten los populismos actuales es que han identificado la situación de larga crisis posterior al crac económico del 2007-2009 como una situación de alta tensión social que vale la pena impulsar (coqueteándo peligrosamente con la catástrofe social) porque propicia llevar a cabo los cambios que desean. Han percibido –mucho más agudamente que los partidos tradicionales- el profundo descontento de la población, el cual es visto como la mejor oportunidad en décadas para grandes cambios políticos. Al menos desde inicios de los años 1990 con la caída de la URSS y la evolución del Partido Comunista Chino bajo Deng Xiaoping, no se había abierto una ventana de oportunidad tan clara y generalizada para nuevos partidos, nuevas élites y nuevos proyectos político-sociales. Aunque, lamentablemente y como estamos argumentando, ello parece incluir un relativamente largo estadio marcado por las ‘políticas del desconcierto’ (Mayos, 2020).

Seguramente la diversidad ideológica entre los populismos hará que sus consecuencias se muevan en direcciones distintas y no en una única. Ahora bien, ello puede incrementar su impacto sobre la historia, en lugar de reducirlo. En cierto sentido, las “políticas del desconcierto” y los populismos de ‘la catástrofe’, han abierto una especie de “tiempo constituyente” donde se está luchando denodadamente por definir el que será el marco político-social hegemónico en las próximas décadas.

Sin duda, se definirá tanto dentro de los distintos Estados-nación como en la gobernanza internacional que sustituirá al llamado “Consenso de Washington” (Williamson, 1989). Pues debe dar respuesta tanto a las dolorosas políticas de austeridad como a la hiperinflacción y al galopante crecimiento de la desigualdad (en récord histórico desde que tenemos datos fiables, según Piketty 2014 y 2019). Debe enfrentar también a las consecuencias de la cuarta revolución digital, robótica y de inteligencia artificial, que incluye como gran reto la inevitable reducción en el trabajo masivo al menos con sueldos de nivel medio (Rifkin, 1995).

Todo ello coincide además con cambios geopolíticos significativos como la confirmación de la China como gran potencia mundial, los esfuerzos de Rusia y Turquía por volver ejercer influencia político-militar global, la consolidación de los BRICS y la sorprendente oscilación de los Estados Unidos entre su liderazgo mundial o un repliegue aislacionista (que la próxima elección presidencial entre Biden y Trump no parece que vaya a dilucidar del todo).


A partir del artículo “Peligro para la democracia y los derechos humanos en las políticas ‘del desconcierto’ y los populismos ‘de la catástrofe’“ de Gonçal Mayos (pp. 259-278) en Analíse social do direito: por uma hermenêutica de inclusãoJorge Messias, Edilene Lôbo e Clara Mota (Organizadores), Editora D'Plácido, 2024, ISBN 9786583178251, 406pp. Apresentaçâo Luiz Inácio Lula da Silva. Ver los posts: -POPULISMO Y DEMOCRACIA, - ¿POLÍTICA HORIZONTAL O VERTICAL? ¿PLURAL O NO?, - LIDERES POPULISTAS APROVECHAN CRISIS Y DESCONCIERTO,  - POPULISMO: AGENDA OCULTA Y PODER CONSTITUYENTE, - EMOTIVIDAD POPULISTA ANTE DESCONCIERTO Y CATÁSTROFE, - NEOLIBERALISMO Y DESCONCIERTO MARCOS DE POPULISMOS DE CATÁSTROFE



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