¿El idealismo filosófico tiene algo que ver con proponerse y persiguir incesantemente una utopía, incluso cuando la sabemos irrealizable? ¿Acaso es más bien poetizar o embellecer la realidad? ¿Ser idealista en filosofía comporta creer que todo el mundo es altruista? ¿Significa acaso confundir el inconformismo con la ingenuidad del "alma bella"? ¿El idealismo de Hegel tiene ese sentido?
En el caso de Hegel todas las preguntas precedentes se contestan con un rotundo NO. Lo veremos y argumentaremos por qué Hegel adopta tal posición. Hegel es idealista en filosofía y en su ontología, pero no és ningún utopista, ningún pensador conscientemente utópico e incluso se mofa de los utopistas. Al contrario, quiere comprender qué pasa realmente y no romperse la cabeza infructuosamente por el que debería pasar. Si la historia o la realidad le demuestran que algo deseable fracasa y es imposible, Hegel tomará buena nota de tal fracaso e intentará comprender porqué es inevitable.
En el caso de Hegel todas las preguntas precedentes se contestan con un rotundo NO. Lo veremos y argumentaremos por qué Hegel adopta tal posición. Hegel es idealista en filosofía y en su ontología, pero no és ningún utopista, ningún pensador conscientemente utópico e incluso se mofa de los utopistas. Al contrario, quiere comprender qué pasa realmente y no romperse la cabeza infructuosamente por el que debería pasar. Si la historia o la realidad le demuestran que algo deseable fracasa y es imposible, Hegel tomará buena nota de tal fracaso e intentará comprender porqué es inevitable.
Así reaccionó cuando vio degradarse y fracasar su ideal juvenil
revolucionario pues, con dolor, Hegel vivió la radicalización totalitaria de la Revolución Francesa ,
la entronización y posterior caída de Napoleón y el retorno de los borbones al
trono francés. La evolución postrevolucionaria a Francia y a Europa no le gustó
en absoluto a Hegel, pero no la negó sino que intento dar una explicación y un
sentido a tal imprevista evolución. Además su interpretación evitó en todo
momento la distinción típicamente platónica, kantiana o hölderliniana entre la
pureza del ideal y la bastardía de su realización.
Hegel siempre se niega a justificaciones del tipo: en sí mismo el ideal revolucionario es justo, valido y maravilloso, pero deja de serlo cuando se lleva a la práctica, ya que inevitablemente se ensucia, se torna injusto y bárbaro. Para Hegel un ideal es inseparable e indistinguible de su realización, pues no se puede desear una cosa sin la otra. Por lo tanto se los tiene que defender o negar como un todo, sin introducir distinciones totalmente ridículas –piensa-.
Hegel siempre se niega a justificaciones del tipo: en sí mismo el ideal revolucionario es justo, valido y maravilloso, pero deja de serlo cuando se lleva a la práctica, ya que inevitablemente se ensucia, se torna injusto y bárbaro. Para Hegel un ideal es inseparable e indistinguible de su realización, pues no se puede desear una cosa sin la otra. Por lo tanto se los tiene que defender o negar como un todo, sin introducir distinciones totalmente ridículas –piensa-.