El cine crea un nuevo tipo de imagen, una nueva “imaginería” e inconografía, pero también una nueva mitología neopagana que rompe radicalmente con la tradición. Choca con la alta cultura libresca, erudita y tradicional basada en un canon también mitificado de obras selectas, historias paradigmáticas, asombrosos héroes y heroínas, consolidados autores y reconocidas autoridades...
De manera inestable e incluso a veces conflictivamente, durante siglos se había establecido un cierto status quo amalgamaba distintas raíces culturales. Así se habían mixturado la quintaesencia del mundo griego, latino, cristiano, humanista, ilustrado, romántico e –incluso- de las vanguardias. “La cultura” era entonces esa cultura. Tan solo ella merecía nombres gloriosos como Kultur o Zivilisation. Entonces ejercía una indiscutible “hegemonía cultural”. Había triunfado en Occidente y, a través de él, en prácticamente todo el mundo.