Gonçal Mayos PUBLICATIONS

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ht tp://orcid.org/0000-0001-9017-6816 : BOOKS , BOOK CHAPTERS , JOURNAL PUBLICATIONS, PRESS, Editor, Other translations, Philosophy Dicti...

Aug 15, 2021

CONTRA LA HIPERESPECIALIZACIÓN: ¡SAPERE AUDE! Y KANT

Podría haber titulado irreverentemente esta comunicación: “Es la hiperespecialización, ¡idiota!” Sería un título provocador pero válido pues hoy, ante un pensamiento único académico cada vez más hegemónico, no basta con que la filosofía recupere sus raíces ‘macro’ grecolatinas. Actualmente, el autismo académico fomentado por la ultraespecialización no representa, tan solo un problema para la filosofía o las humanidades. ¡Lo es para la totalidad de las ciencias y, por tanto, es en todas ellas donde hay que recuperar las preguntas ‘macro’!
 
Ahora bien, en esta conferencia nos centraremos en la filosofía, en el derecho y en las ciencias del Estado, pero no olvidemos que volver a formular y a intentar responder cuestiones ‘macro’ es una necesidad y un reto hoy ineludible para la totalidad de las ciencias, de las disciplinas, de los saberes e incluso de las tecnologías. Pues las cuestiones ‘macro’ son aquellas preguntas ‘cósmicas’ que según Immanuel Kant son del interés del conjunto de la humanidad y, por tanto, deben formar parte del necesario debate universal.
 
Cinco exigencias básicas del ¡Sapere aude! kantiano
Recordemos que Kant define el lema de la ilustración como ‘¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón’[1]. Destacaremos en él cinco exigencias básicas y decisivas:

1) Pensar por uno mismo sin la tutela, guía y predeterminación de alguien otro,

2) haciendo un libre “uso público” de la razón que “le debe estar permitido a todo el mundo”[2],

3) debe dirigirse a las cuestiones ‘cósmicas’ o ‘macro’, pues son las que afectan a la emancipación e ilustración de toda la humanidad pasada, presente y futura[3],

4) evitar cualquier limitación -que Kant[4] califica de ‘abusiva y criminal’- tanto si es confirmada ‘por la potestad soberana, por el Congreso o por las más solemnes capitulaciones de paz’. Evidentemente también incluye las presiones de los ricos y poderosos o de las religiones e ideologías, 

5) pues hay que evitar enclaustrar a la razón exclusivamente en “un uso privado” que -dice Kant- es el conforme a mandatos profesionales, académicos y que dictaminan la forma de pensar ‘disciplinarmente’.[5] Y remarcamos que etimológicamente proviene de ‘discipulus’ que contiene las raíces indoeuropeas ‘dek’ (aceptar), ‘dip’ (capturar, agarrar) y la terminación disminutiva ‘ulus’. Significativamente en todos esos elementos subyace el sentido de subordinación (destacado críticamente muchas veces por Foucault) y que precisamente el ‘sapere aude’ ilustrado quiere evitar y superar.

 
Kant defiende la libertad de pensamiento y de expresión en función de esas 5 exigencias porque de ellas depende la emancipación e ilustración de la humanidad. Notemos que, aunque está implícito en el último punto, Kant no previó suficientemente en qué medida la hiperespecialización y profesionalización de las ciencias (nuestro tema) coartan el uso público, cósmico y macro de la razón.
 
Ahora bien, prácticamente dos siglos y medio después, hay dos constataciones difícilmente negables: Por una parte, que el uso público y cósmico continúa siendo imprescindible para la emancipación de la humanidad. Por otra parte, que hoy se ve sutil pero muy eficazmente coartado por limitaciones profesionales, académicas, hiperespecializadas, ‘micro’ y ‘disciplinares’. Usando la terminología kantiana debemos concluir que, en muchos sentidos, los discursos académicos mayoritarios, micro e hiperespecializados están hoy más cerca del uso privado de la razón (aunque se publiquen para todo el mundo) que no del uso público y cósmico de la razón que reivindicaba Kant.
 
Ampliaremos esa apreciación a lo largo de nuestro artículo, pero afirmamos que las cuestiones cósmicas que afectan al destino de toda la humanidad están siendo hoy obviadas, desviadas, invisibilizadas, coartadas y enmascaradas porque todo el mundo está atento tan solo a las -por otra parte necesarias y útiles- cuestiones positivas, concretas, micro y estudiadas aisladamente en disciplinas hiperespecializadas.
 
Kant ya avisaba que el uso de la razón en lo útil, productivo -¡por mucho que lo sea!-, privado y micro no debe ir en detrimento del uso público, cósmico, macro, crítico y emancipador. Pues bien, hoy vemos que el pensamiento único académico, tecnocientífico e hiperespecializado es cada vez más poderoso y -fácilmente- inhibe y desvía la atención de los problemas globales de toda la humanidad.
 
Estamos en la era que llamamos vanidosamente antroposceno, donde la especie humana gobierna y decide el destino de toda la vida terrestre, incluyendo a sí misma. Ahora bien, en esa cima del poder humano, renunciamos -culpablemente decía Kant- a pensar y reflexionar sobre las cuestiones globales, cósmicas y macro. Decidimos poco a poco el destino del mundo (y el nuestro propio) pero lo hacemos de forma básicamente irreflexiva y sin auténtica politización; inconscientemente, sin guía racional y tan sólo siguiendo una dinámica acumulativa meramente mecánica.

 
En definitiva; ¡Decidimos el destino de todo y de todos pero nos negamos a pensarlo, a criticarlo, a guiarlo, a planificarlo, a condicionarlo…!  Por eso es signo culpable del presente que, las cuestiones cósmicas que podrían ayudar a pensar y tal vez a modificar el destino humano, sean menospreciadas, olvidadas y sustituidas por lo micro hiperespecializado. Hemos roto pues el sabio equilibrio entre lo micro y lo macro que se mantuvo al menos durante la ‘primera modernidad’. Incluye a siglos XVII y XVIII de la Europa Occidental[6] que en Francia se suelen denominar Âge classique[7] de la Modernidad, en el mundo anglosajón Early modernity[8] y en Alemania Frühe Neuzeit, Frühneuzeit o Frühmoderne[9].
 
La productiva y equilibrada alianza entre macrofilosofía y la nueva ciencia hasta la Newton y la Ilustración, se rompe más adelante en favor de la hiperespecialización, lo micro e incluso una interpretación básicamente tecnológica, industrial y productiva de la ciencia. Ello conllevará que la mayoría de la investigación actual esté más cerca de los parámetros kantianos del ‘uso privado de la razón’ que no del ‘uso público de la razón’ que es el verdaderamente ilustrador y emancipador según Kant.
 
Recordemos que en el ‘uso privado de la razón’ se impone la obediencia (del sacerdote, del militar…), es legítima la censura o -al menos- pensar según la guía de otro y de acuerdo con lo que a él le interesa (no al sujeto libre, ni del conjunto de la humanidad). Actualmente se impone en la mayoría de las investigaciones especializadas la lógica de que quien ‘contrata’ o ‘paga’, manda (tanto en los objetivos como en el uso que se dará de los resultados obtenidos). Todos tenemos presentes escandalosos ejemplos en medicina (con discriminaciones escandalosas sobre las prioridades en las investigaciones), pero también en gran parte del desarrollo de la investigación fundamental (donde en general se priorizan aquellos ámbitos con más probabilidades de uso militar[10]).
 
Evidentemente, tal deriva está muy potenciada por el olvido de las cuestiones cósmicas kantianas y -en cambio- el énfasis decidido hacia lo micro y una estructura hiperdisciplinada de los estudios, los centros donde estos se realizan e incluso de los expertos que los llevan a cabo.
 
Kant evidentemente no pudo predecir (pues básicamente es posterior a su muerte) esa evolución profesionalizadora, industrial y en grandes equipos colectivos, economicista y muy preocupada en controlar estrictamente el saber resultante que tiene altísimo valor de mercado. Pero no tenemos la menor duda de cual habría sido su decida respuesta a esa evolución que al menos sitúa en un peligroso nivel intermedio entre el ‘uso privado” y el ‘público’ de la razón a la práctica totalidad de las investigaciones (y quizás docencia) en todos los ámbitos, incluyendo la filosofía y las humanidades.


[1] En el primer párrafo (1981: 25) de su artículo “Respuesta a la pregunta ¿Qué es Ilustración?”. Lo citamos por Kant, Inmanuel (1981) Filosofía de la historia, México: FCE, pp. 25-38. Véase el comentario detallado del texto kantiano por G. Mayos en los vídeos: https://www.youtube.com/watch?v=Bv3wrtAlvIw&t=726s&pp=sAQA y https://www.youtube.com/watch?v=KsJB8F_4AHY&t=1251s&pp=sAQA
[2] Kant, Inmanuel (1981: 28) Filosofía de la historia, México: FCE.
[3] Kant, Inmanuel (1981: 36) Filosofía de la historia, México: FCE.
[4] Kant, Inmanuel (1981: 32) Filosofía de la historia, México: FCE.
[5] Kant, Inmanuel (1981: 29-31) Filosofía de la historia, México: FCE.
[6] Véase el curso de G. Mayos en febrero del 2021 en la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México  y en los 3 vídeos que lo recogen (en especial el primero): 1, 2 y 3 de Macroestructuración de la modernidad: https://www.youtube.com/watch?v=nZywl9gzSRA&t=1972s https://www.youtube.com/watch?v=5ajw2azuXEo&t=48s&pp=sAQA
https://www.youtube.com/watch?v=33O_zEoLJy8&t=64s&pp=sAQA 
[7] Véase la periodización usada y analizada por Michel Foucault (1993) Las palabras y las cosas, Madrid: Siglo XXI.
[8] Véase la periodización usada y analizada por Marshall Berman (1982), All That Is Solid Melts Into Air:The Experience Of Modernity, New York: Simon & Schuster.
[9] Véase la periodización usada y analizada por Jürgen Habermas. El discurso filosófico de la modernidad, Madrid: Taurus, 1989.
[10] Los ejemplos son muchos, pero destacamos John Ralston Saul (1998) Los bastardos de Voltaire. La dictadura de la razón en Occidente, Barcelona: Daniel Bello.




2 comments:

Esteve Trias said...

Bon dia, mestre.

Sempre profundes i interessants reflexions. A mi em sembla molt rellevant el següent paràgraf:

"Recordemos que en el ‘uso privado de la razón’ se impone la obediencia (del sacerdote, del militar…), es legítima la censura o -al menos- pensar según la guía de otro y de acuerdo con lo que a él le interesa (no al sujeto libre, ni del conjunto de la humanidad)."

Quan parlem d'obediència cega, caiem en el clixé habitual de pensar en els militars i els sacerdots. Permetim, tot pensant en El discurso de la servidumbre voluntaria, de La Boètie, que el servilisme és força més extens a la societat del que ens pensem. De fet, crec que tot el "sistema" està pensat per a la obediència: obeix, i viuràs. Potser per això els seguidors de Kant els agrada de que arriscar-se a pensar és un esport de risc? Segurament.

Només cal veure l'absoluta renúncia a tota racionalitat i el fanatisme crèdol de la majoria de la població a l'hora de creure a les autoritats. En aquest cas dels progres: els metges. Gent molt científica, però incapaç de formular un escenari racional que no vagi més enllà de la prohibió absurda, la persecució policial, i l'aixafament de tota dissidència, si cal, matant-la de gana: no et vacunes, no treballes, no menges.

Qui ho diria, oi? La religió laica és tant eficient i defensora de la seguretat i la pax romana com des de fa 2000 anys, pel cap baix. Aquesta és una constant, desagradablement apareguda a principis de mil·leni. Sigui el que sigui, el futur serà pitjor, perquè en la gent no hi ha cap esperança.

Salut.

Gonçal Mayos Solsona said...

Bon dia! Tens força raó, Esteve.

Precisament volia destacar que el sistema actual dels sabers promociona 'l'ús privat de la raó' i hi bloqueja l'ús públic i les qüestions còsmico-kantianes.

Tant l'educació secundària o universitària com la recerca es fan de mode molt:
fragmentat,
hiperespecialitzat,
funcionant com una cadena de muntatge industrial,
ningú coneix ni l'importa el tot del que es fa,
només coneix la petita part que li han deixat conèixer i es despreocupa de la resta,
no hi ha autèntics subjectes sinó individus que funcionen com peces mecàniques i substituibles,
ningú té responsabilitat plena, sinó que hom es limita a executar el propi tasca i 'contracte',

Així és com es va fer la bomba atòmica en el Projecte Manhatan!!!!

Tot es concentra en un 'ús privat de la raó' que segueix la guia d'altri (al que sovint ni es coneix!!!!).

Per tant és una 'obediència deguda' o una 'servitud voluntària' a no se sap qui ni tampoc se sap per a fer què!!!!

I és clar llavors ens trobem amb 'sorpreses' molt desagradables.