Gonçal Mayos PUBLICATIONS

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May 12, 2016

SITUACIONISTAS DESPUÉS DEL MAYO1968


“Los años 60 han terminado, la droga nunca será tan barata, el sexo nunca será tan libre y el rock and roll nunca tan bueno.” Abbie Hoffman.


¿Sorprendente toda esta evolución? Seguramente lo es tanto su puesta en marcha, como su destrucción. De alguna manera ha confirmado que había malestares, exclusiones y reivindicaciones que la sociedad y el gobierno no veían. ¿Era el efecto del autismo del establishment que con el tiempo ya ni se percibe? Aunque venía de mucho más atrás (como hemos apuntado) todo comenzó a eclosionar en el mes marzo de 1968, pero como un conflicto relativamente banal y casi meramente generacional, ¡de jóvenes estudiantes vaya!

En medio de la indiferencia, casi de la invisibilidad, durante el mes de abril se fue incubando e infectando, hasta explotar en el famoso mes de mayo. Entonces, se manifestó como un movimiento de nuevo cuño que inauguraba un nuevo tipo de ciclo revolucionario. Sin duda los situacionistas eran de los que mejor habían profetizado y captado su naturaleza; aunque no al cien por cien, pues junio –tradicionalmente mes de exámenes- les sorprendió con una evolución imprevista y que les fue dolorosísima. La “situación” creada en mayo chocó con sus propios límites y contradicciones; mientras que sus enemigos –que parecían casi muertos- resurgen sorprendentemente reforzados.

Así el resultado de las elecciones anticipadas del 23 y 30 de junio parecía que enterraban definitivamente el Mayo y cualquier alternativa al gaullismo. Pues éste y sus aliados obtuvieron el 60% de los votos y 293 diputados. En cambio, la izquierda (que aunque tarde se había comprometido con el Mayo) pierde la mitad de su fuerza: el Partido Comunista disminuye del 15% y 73 representantes al 6'98% y 34 diputados, mientras que la Federación de la Izquierda Democrática y Socialista de François Mitterrand pasa de 121 a 61 diputados.

Ahora bien, olvidando la importancia que habían tenido el miedo, el cansancio, la desconfianza y el desencanto; el dramático y espectacular (en los dos sentidos del término) giro experimentado al final, hizo creer a De Gaulle, su gobierno y los sectores conservadores que el Mayo tan sólo había sido un espejismo, una breve –aunque virulenta- fiebre primaveral. Se sintieron confirmados en sus principios y estrategias tradicionales; pues ¡¿los habían sacado del apuro, no?! Incluso pensaron que salían reforzados.

Pero no fue así y, aunque fueron necesarios todavía unos meses, se demostró que el Mayo no había pasado en vano y que permanecían muchos malestares e inquietudes. Todo ello podemos verlo ejemplificado en el –cuanto menos arriesgado- atrevimiento de De Gaulle de vincular su futuro político al resultado del referéndum del 27-4-1969. 

Consideraba que su triunfo sobre el Mayo le había dado una adhesión plena y carismática a su persona y que, por tanto, podía reconducir la reforma de la Republique de acuerdo con sus intereses e incorporando unos cambios cosméticos. Incluso creía tener las claves para enterrar y hacer imposible otro Mayo (creía que sus ideas eran la “solución”). 

Ahora bien, la mayoría de la población (incluso los que al final se habían desentendido del Mayo) tiene muy claro que De Gaulle y su generación sobre todo son parte del problema que lo había provocado. Por ello, se convierte en el fin de la generación de líderes de la IIª Guerra Mundial y del personalismo de la Vª República francesa. 

Sin embargo, como la población tampoco ha comprendido mucho de lo recientemente vivido, apuesta por cambiar las personas, pero idealiza e intenta volver a la situación anterior. Una parte considerable de la población quiere recuperar la “tranquila situación” anterior al Mayo, olvidando las nuevas inquietudes y conflictos que lo hicieron posible.

Ello quizás es el mayor fracaso y desazón para los situacionistas, pues la “situación” que creen haber puesto en marcha, no sólo no ha alcanzado un punto de no retorno, sino que –en gran medida- ha sido vencida por el profundo deseo -de gran parte de la sociedad- de continuar durmiendo bajo el arrullo del “espectáculo”. 

Ahora bien la historia nunca se repite y el Mayo del 68 no hay que valorarlo por sus ganancias sociales inmediatas (unos aumentos de sueldo que rápidamente estarán amortizados, la dimisión final de De Gaulle y el final del dominio de su generación...). Se lo debe valorar principalmente por sus influencias a medio y largo plazo: el largo debate que despertó, las novedades históricas que trajo, los nuevos movimientos sociales que impulsó... Todo ello no ha sido todavía suficientemente analizado.

El interés no ha disminuido desde entonces y eso que “más de trescientos libros acerca del mayo del 68 fueron publicados el año posterior [...además] Cohn-Bendit y todos los que compartieron con él ese acontecimiento escribieron como si nada fuese a estar jamás a la altura de lo que habían visto y hecho, [...pero] la parte interpretada por los situacionistas fue suprimida desde el principio. Tal cosa se debe a que se habían creado muchos enemigos, y a que fue tanto lo que se les exigió a esos hechos, que tras ellos no quedaron más que unas definiciones” (MARCUS, 1993: 451).

Es cierto, la IS no pudo recuperarse nunca del fracaso de su más preciada y ambiciosa “situación”, aquella que empañaba y reducía a simples esbozos todas las anteriores. Pero ello no niega que los análisis situacionistas sean todavía de los mejores para explicar el nuevo tipo de revoluciones que -como la del Mayo del 1968- se producen:
- en sociedades avanzadas y en medio de unas décadas de enorme crecimiento económico,
- protagonizadas por masas urbanas ya acostumbradas al consumo y a los medios audiovisuales,
- lideradas por una juventud educada y con plena incorporación de la mujer (como la Revolución Cultural maoísta, casi paralela),
- capaz de generar potentes subculturas contraculturales y nuevas reivindicaciones (por ejemplo hacia la revolución sexual).


Recordemos que Herbert Marcuse y Wilhelm Reich habían argumentado la necesidad de la represión sexual para garantizar la disciplinación productiva y general que exigen las sociedades capitalistas avanzadas.

En todo caso y de todo ello, quedó una experiencia social decisiva que todavía hoy (más de 40 años después) tenemos que repensar profundamente. Pocas veces en la historia, como en el situacionismo el inconformismo y la creación en cultura, poesía o arte fueron tan paralelos e inseparables de la política y la subversión revolucionaria. Finalmente pudieron vivir –social y colectivamente- lo que siempre buscaron: “el redescubrimiento de la historia colectiva e individual, el sentido de una intervención posible sobre la historia y de un acontecimiento irreversible, con la sensación de que ‘nada sería ya como antes’.


La gente contemplaba divertida la existencia enajenada que había llevado ocho horas antes […] El movimiento de ocupaciones [durante el Mayo] era evidentemente el rechazo del trabajo alienado; y por tanto la fiesta, el juego, la presencia real de los hombre y del tiempo. Era también el rechazo de toda autoridad, de toda especialización, de toda desposesión jerárquica; rechazo del Estado, y por tanto de los partidos y de los sindicatos” (IS, vol. 3, 2001, p. 534).

Muy pocos movimientos han triunfado y fracasado de manera tan rotunda (y quizás inseparable) al actuar de comadronas (como solía decir que hacía Sócrates) de un nuevo presente y de un largo futuro. La IS fue decisiva “comadrona” del Mayo, “la mayor huelga general que haya paralizado nunca la economía de un país industrial avanzado” (IS, vol. 3, 2001, p. 533), gracias a que -como dicen- “Si muchas personas hicieron lo que nosotros escribimos, es porque nosotros habíamos escrito esencialmente lo negativo que habíamos vivido” (IS, vol. 3, 2001, p. 535).

Ahora bien no se quedaron ahí y su muy versátil potencial se extiende incluso hasta hoy. Por eso, incluso en su exilio posterior al Mayo, proclaman: “Ahora estamos seguros del resultado satisfactorio de nuestras actividades; la I.S. será superada.” (IS, vol. 3, 2001, p. 562) 


Pero esa expresión no es ninguna aceptación de fracaso, pues quieren decir que continuará el proceso creativo-revolucionario, del que querían ser impulsores y que –por tanto- la IS será en la historia tan sólo un momento inicial y muy superado por los acontecimientos. Juzgue el amable lector.
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