Gonçal Mayos PUBLICATIONS

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Jun 9, 2018

SECULARIZACIÓN Y RACIONALIZACIÓN DE LA RELIGIÓN


Como planteó Max Weber, la modernidad europea desarrolla un profundo proceso de desencantamiento del mundo, desacralización de la cultura y secularización de la sociedad. Ahora bien, la edad moderna no es constitutiva ni mayoritariamente atea como algunos han querido creer, sino más bien una compleja lucha de proyectos políticos, sociales y culturales enfrentados y –por tanto- de diversos equilibrios entre los antagonistas.
 
Unos quieren desacralizar el mundo, lo cual a menudo conlleva naturalizar lo humano (Hume, Lamettrie, Darwin…) y lo divino (Spinoza, Feuerbach…). Ahora bien también hay esfuerzos en dirección contraria que quieren divinizar y sacralizar lo humano y lo natural (Vico, Pascal, Goethe, la Naturphilosophie, Hamann, Jacobi, Schelling…). Son posiciones que van desde el tradicionalismo antimundano y trascendente (salvación en la otra vida) al deísmo, panteismo o monismo inmanentista que sacraliza la existencia ahora y aquí.


En medio de un complejísimo conflicto filosófico-social de la era moderna europea, se fueron convirtiendo poco a poco en hegemónicos tres grandes impulsos, tendencias, dialécticas o estrategias que, de diversas maneras, marginaron y desactivaron el papel político de la religión. Las tres -de una manera u otra- consiguen impregnar profundamente las mentalidades sociales haciendo posible que finalmente se proclame “la muerte de Dios”. Sinteticemos algunos de los aspectos de esas tres dialécticas.
 
 
En primer lugar, analicemos la tendencia cultural, filosófica, teológica e incluso cientificista de “racionalizar” a Dios. Quiere hacerlo pensable coherentemente en los parámetros de las “epistemes” modernas (Foucault). Es preciso decir que, al menos en principio, la cosmovisión o episteme racionalista necesitaba racionalizar a Dios para poder fundamentarse a sí misma y garantizar su capacidad cognitiva.

Por ello, Descartes intenta fundamentar la verdad del conocimiento racional humano, demostrando que es fruto de un sujeto creado por un Dios que “me ha producido en cierto modo a su imagen y semejanza”. Afirma además que es evidente que no puede ser un Dios engañador, puesto que la luz natural nos enseña que el engaño depende de algún defecto”.
 
La necesidad de lo que Heidegger llama una fundamentación “onto-teo-lógica” es clara incluso en pensadores tan radicales como Spinoza (el cual afirmó ser tres veces ateo de las religiones judaica -la de juventud y de su familia-, católica y protestante (que también estudió). Por esto a pesar de evitar toda interpretación antropomórfica (el Dios persona, padre amoroso o colérico dispuesto a escuchar a sus criaturas, etc.) e identificando panteístamente a “Dios” con la sustancia única y la sustancia cósmica, Spinoza afirma contundentemente que “Todo cuanto es, es en Dios, y sin Dios nada puede ser ni concebirse”. 
 
Es muy significativa la racionalización de Dios y del mundo que lleva a cabo la teodicea del siglo XVII. Escandalizada por la existencia del mal, que es difícil justificar racionalmente de acuerdo con la concepción cristiana de un Dios bondadoso y omnipotente, se preguntaba (como hace el escéptico moderado Pierre Bayle): si Dios puede y quiere, ¿por qué no ha hecho? ¿Por qué no ha eliminado el mal que vemos cada día? Los racionalistas modernos no podían aceptar el fideísmo radical que exuda en el bíblico Libro de Job. Por eso Leibniz, quiere ir más allá de la teología negativa y dar “razón suficiente” del plan o cálculo racional conforme al cual Dios habría creado el “mejor de los mundos posibles”.
 
Más desconfiado tanto con la razón como con la religión, Voltaire satirizó duramente el optimismo leibniziano en su poema sobre el terremoto de Lisboa: “tristes calculadores de la miseria… …humana / No queráis consolarme, pues agriáis mis dolores; / Yo solo veo en vosotros el esfuerzo impotente / de un desgraciado que altivamente finge estar contento.”

En 1791 Kant dedujo la imposibilidad lógica de demostrar cualquier teodicea racionalista de forma rigurosamente coherente y sin caer en falacias lógicas. Kant concluía que la teodicea solo se podía legitimar por una “fe” que iba “más allá de los límites de la mera razón”. Eso era coherente con su agnosticismo racionalista, al concluir, a partir del análisis lógico de las diversas “demostraciones de la existencia de Dios”, que tanto estas -como cualquier intento de demostrar su inexistencia- inevitablemente eran filosofemas deficitarios, no demostrativos y racionalmente ilegítimos.

A partir de aquí, la religión (como después la metafísica e -incluso- la filosofía) sigue la suerte del mito. Ambos se interpretan por los “positivistas” (desde Auguste Comte a Bertrand Russell o al Círculo de Viena) como estadios carentes si bien preparan la eclosión de la racionalidad moderna dentro de una cosmovisión hegemónica crecientemente vinculada a la tecnociencia. Así, por ejemplo, Comte piensa que el proceso de unificación y racionalización de la divinidad, ya presente en el paso del politeísmo al monoteísmo, culmina propiamente con la sustitución del monoteísmo por los conceptos abstracto-globales de la metafísica. Esta prepara a su vez el desarrollo del estadio científico-positivo donde la racionalidad brilla sin ninguna mezcla de irracionalidad.


Del artículo "De la «muerte de Dios» a la «revancha de Dios»: política, cultura, terrorismo…" de G. Mayos en Clivatge. Estudis i testimonis sobre el conflicte i el canvi socials, núm. 6, 2018, DOI: 10.1344/CLIVATGE2018.6.5, ISSN en línea: 2014-6590. Véanse los post: 
METÁFORAS DE LA MUERTE Y LA VENGANZA DE DIOS
- RELIGIONES, CIVILIZACIONES E IDEOLOGÍAS
- SECULARIZACIÓN Y RACIONALIZACIÓN DE LA RELIGIÓN
- PRIVATICIDAD E INTERIORIZACIÓN DE DIOS
- ¿METARELATOS E IDEOLOGÍAS SUSTITUYEN DIOS?
- ¿VENGANZA DE DIOS DESPUÉS 1970?
- ¿HECHOS DE VENGANZA?
- ¿LA REVANCHA "MATA” LA MUERTE DE DIOS?
     

2 comments:

klr said...

La religión es trascendental para nuestras vidas y también así como dice en éste blog, para ayudar a las naciones a fomentar la paz.

Gonçal Mayos Solsona said...

Efectivamente Kir, quizás una de las simplificaciones más erróneas y atrevidas fue pensar que la religión iba a desaparecer como por arte de magia.