Las importantes patologías que aparecen asociadas sistemáticamente al sinhogarismo, homelessness o rualizaçâo confirman la importancia del hogar en la especie hipersocial humana. En ella podemos distinguir al menos cuatro grandes funciones que el hogar ejerce y permite el desarrollo propiamente humano.
Nos inspiraremos libremente en la famosa ‘pirámide jerárquica’ de las necesidades humanas formulada por el psicólogo norteamericano Abraham H. Maslow en sus obras posteriores a A Theory of Human Motivation (1943).
Para centrarnos en como
los distintos niveles de necesidades están vinculados y afectados por la
disponibilidad o no de un hogar que los satisfaga, nos basta con una versión
esquemática de los 5 niveles postulados por Maslow. Aunque siempre hemos tenido
presentes otras estructuraciones como por ejemplo de Hannah Arendt (1993), Axel
Honneth (1997) y Len Doyal e Ian Guogh (1994), hemos valorado mucho la claridad
de Maslow y de gráficos basados en su teoría como el siguiente:[1]
Ahora no podemos profundizar en la teoría de Maslow. Por eso solo apuntaremos que también, por lo que respecta a la falta de hogar, las necesidades más cercanas a la base del gráfico piramidal son más de más imperiosa satisfacción que las cercanas a la cúspide. Eso no quiere decir que aquellas sean más ‘necesarias’ para los humanos, pero sé que lo son por lo que respecta la supervivencia a corto y medio plazo. Pues tristemente se puede aplicar aquí la popular fórmula ‘primum vivere, deinde philosophari’.
Ahora no podemos profundizar en la teoría de Maslow. Por eso solo apuntaremos que también, por lo que respecta a la falta de hogar, las necesidades más cercanas a la base del gráfico piramidal son más de más imperiosa satisfacción que las cercanas a la cúspide. Eso no quiere decir que aquellas sean más ‘necesarias’ para los humanos, pero sé que lo son por lo que respecta la supervivencia a corto y medio plazo. Pues tristemente se puede aplicar aquí la popular fórmula ‘primum vivere, deinde philosophari’.
Desde Maslow se ha constatado que sólo cuando las necesidades más básicas son mínimamente satisfechas los humanos pueden plantearse (e incluso experimentar a fondo) las otras necesidades. Ahora bien, aunque algunas funciones son más imperiosas, exigentes, presuponen a otras y no sucede lo mismo en dirección contraria, el logro de una determinada función no garantiza del todo las otras, pues cada una responde a necesidades humanas distintas. A pesar de que los humanos priorizan inevitablemente en su vida les esfuerzos para satisfacer sus necesidades más físicas o biológicas antes que otras. Ello no legitima para afirmar que estas últimas -relegadas en casos de supervivencia difícil- no sean similarmente necesarias pues, como afirman Len Doyal e Ian Guogh (1994) no son ningún concepto meramente subjetivo y relativo, sinó realidades, vulneraciones y sufrimientos incuestionables y universales.
Como vemos, muchas veces, no se comprende la diversidad de necesidades concretas y la compleja multifuncionalidad que debe satisfacer el hogar humano. Afortunadamente y aunque faltan más estudios experimentales y humanísticos que evidencien toda esa complejidad, disponemos de análisis muy valiosos en los que nos basamos para distinguir esa multiplicidad de funciones y necesidades. Apuntamos también las diversas patologías concretas que se producen cuando no se satisfacen totalmente o incluso en parte. Intentaremos hacer un esquema completo, pero destacando un poco más aquellas necesidades y funciones generalmente menos tratadas.
Evidentemente no olvidamos en absoluto la dureza de la vida en la calle de las personas sin hogar, pero consideramos importante argumentar que sus necesidades no terminan con algún albergue o comedor. ¡Aunque ayudan mucho! Pues para incorporarlos plenamente al mundo laboral y a la vida ciudadana, todos los humanos necesitan hogares que satisfagan más funciones que el simple dormir, comer y evacuar.
Además, las necesidades más cercanas a la punta de la pirámide de Maslow son especialmente exigentes en las sociedades avanzadas actuales donde son mayoritarios el trabajo intelectual y la comunicación cognitiva fina. En caso contrario, sin duda se ayuda al colectivo sinhogar pero no se le empodera para las complejidades de la vida social actual, no se le convierte en verdaderamente autónomo y todo queda en un estadio intermedio y deficitario que no puede satisfacer a nadie: ni a las personas sin hogar, ni a las administraciones, ni a la población en general.
[1] https://www.bbc.com/news/magazine-23902918
A partir del artículo “Macrofilosofia del hogar, de su falta y de las necesidades humanas” de Gonçal Mayos (pp. 136-159) en A população em situação de rua e a questão da moradia, Daniel Gaio e Ana Paula S. Diniz, (Organizadores). Belo Horizonte: Impresa Universitária da UFMG, 2021, 283 p., Ebook, ISBN: 978-85-7470-054-0. Disponível em: https://www.bu.ufmg.br/imagem/000026/000026ff.pdf.
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