En sus conferencias de 1928 que dieron origen al ensayo "Una habitación propia", Virginia Woolf (1967) introdujo inéditamente una cuestión de gran relevancia para nuestra compleja división de las funciones del hogar en la humanidad, pues muestra magistralmente necesidades que normalmente se menosprecian.
Pero ella fue de las primeras en no hacerlo, porque había
experimentado personalmente la necesidad de disponer de una habitación propia para
una escritora y, en general, para toda mujer que aspire a la autonomía y complejidad
espiritual.
Seguramente se nos dirá, como se le dijo a Virginia Woolf, que se trata de una función muy específica, aparentemente no generalizable, de menor valor para la condición humana y que debe subordinarse a muchas otras.
Ello puede ser cierto, pero Woolf muestra y argumenta
una necesidad que no ha hecho sino augmentar y evidenciarse de forma creciente
desde entonces. Así, en las sociedades digitales donde la mayoría de los trabajos son
cognitivos, básicamente intelectuales, que precisan una larga formación y
exigen de mucha concentración mental, existen necesidades de gran importancia. Y, por supuesto, afectan profundamente a todos, yando mucho más allá de las escritoras anteriores a la Segunda guerra
mundial.
En el mundo digital, las necesidades mentales, psíquicas, culturales, de íntima preparación social (para el grupo, pero desde la individualidad) y de construcción del personal proyecto-sentido personal que apunta Virginia Woolf son de gran importancia para gran parte de los profesionales, científicos, trabajos cognitivos y funciones directivas medias, pero también y cada vez más para otros muchísimos trabajos que inevitablemente integran complejas funciones cognitivas. Ello incluye a todos los profesionales de la docencia y de la salud, pero también a los trabajadores que necesariamente interactúan cuotidianamente con entornos informáticos en cambio constante y cada vez más complejos, etc.
En su ensayo, Woolf (1967) considera que tales exigencias solo son plenamente satisfacibles cuando se dispone de una ‘habitación propia’, la cual no es menospreciable a pesar de que hay muchas otras necesidades mucho más imperiosas y que lamentablemente no alcanzables todavía hoy para gran parte de la humanidad. Pero no debemos olvidar, con Virginia Woolf, que remiten a funciones que forman parte de lo que hemos venido considerando un ‘hogar’ digno de la condición humana.
Es decir, la
‘habitación propia’ presupone disponer de un hogar, pero -sin duda y a la
inversa- no todos los hogares de que dispone la humanidad garantizan una
‘habitación propia’ especialmente para las mujeres o para cada uno de sus
habitantes. Y ello tiene significativas consecuencias como apuntamos y no solo
para escritoras geniales como Virginia Wolff.
El ser humano necesita también un refugio cognitivo-espiritual, donde estar solo, desarrollar su intimidad, protegerse de la interferencia y mirada ajena, impulsar la humana "natalidad" (en el amplio sentido que usa ese término Hannah Arendt) y guarecerse de las muchas microviolencias sociales y morales que a menudo los humanos se infligen los unos a los otros, incluso en la familia, en la pareja o en la relación con los ‘otros-como-yo’.
La población de las sociedades avanzadas, donde la mayor parte de los trabajos son más bien de tipo intelectual que no manual, precisa de un hogar o moradia física pero también mental, íntima, donde la persona pueda reencontrarse y construirse psicológica, existencial y culturalmente a sí misma. Un hogar donde curar el propio yo herido, reconstruirlo y prepararlo para soportar futuras agresividades sociales y físicas (en política se suele decir que "se tiene que salir llorado de casa").
La indudable y básica necesidad físico-material de un hogar "propio", a menudo esconde y minimiza la psicológico-existencial. Significativamente, en este artículo hemos citado y por estricta justicia a muchas mujeres de lo que suele ser habitual, pues ellas como Virginia Woolf se han anticipado por las experiencias que fueron sometidos por su género en el análisis y valoración de muchas funciones humanas que satisface el hogar. Es una pequeña pero valiosa compensación al hecho de que, sin duda, las mujeres han tenido que batallar mucho más con las dificultades de construir un hogar. Además y con gran injusticia, se les ha negado históricamente en mucha mayor medida que a los humanos masculinos de la misma clase el acceso y goce de las virtudes de ese hogar que precisamente las mujeres tenían como tarea.
La discriminación por género, también explica que la escritora británica Virginia Woolf se anticipase en sostener en el ensayo publicado en 1929 con el título original de A Room of One's Own que una mujer debe tener dinero y una habitación propia si tiene que escribir ficción. Considera que ambas cosas forman parte de las condiciones de posibilidad para tener libertad personal y crear sentido narrativo humano.
Ahora bien, así como todo el mundo entiende la necesidad del dinero, a muchos les sorprende y continúa desconcertando la insistencia de Virginia Woolf en una "habitación propia". Esperemos que ya con lo apuntado a lo largo de nuestro artículo se vea el largo alcance de las ideas de Woolf. Notemos que usa una muy concreta expresión en inglés que, más allá de la materialidad de poseer o disponer de una "cámara", destaca el hecho de que sea "propia" "of One's Own".
Destaca pues que sea una moradia
u hogar tanto en el aspecto
psicológico-existencial como en el físico-económico. Creo que el giro
expresivo escogido por Woolf "A Room of One's Own" sugiere una
equivalencia entre la habitación que nos pertenece y aquella donde uno se
pertenece o llega a pertenecerse verdaderamente a sí mismo.
Como vemos, Woolf va más allá de la estricta necesidad de un hogar físico y de su posesión, por eso no titula "A property room" o "A room owned" incluso especificando "by myself". Sobre todo, destaca el aspecto psicológico, mental, de independencia personal y de co-pertenencia entre la persona y su hogar-habitación, ya que a la vez que es un lugar poseído (owned, property), es un sitio que nos permite apropiarnos de nosotros mismos, "of One's Own".
Por tanto, creo que el giro expresivo escogido por Woolf "A Room of One's Own" sugiere que, además de que la habitación te pertenece, sobre todo es la habitación donde uno puede llegar a pertenecerse a sí mismo. Pues, al mismo tiempo que puede hacerse suya la habitación y habitarla, también es donde puede conseguir desarrollarse como persona.
Precisamente porque se trata de un aspecto tradicionalmente poco tratado y valorado, usamos el mítico ensayo de Virginia Woolf para introducir y generalizar la importancia de una habitación y hogar propios para todos los humanos. Va más allá de literatas o filósofas, generalizando a la universal condición humana la necesidad de crear un proyecto de vida propio con sentido y narratividad. Esta es una de las condiciones más profundas de una existencia plenamente humana (lo cual no quiere decir: totalmente feliz ni libre de conflictos).
Ciertamente los humanos -obsesionados por la supervivencia material o por los condicionantes sociales- muchas veces renuncian a dotarse de proyectos personales de tal calibre. Muchas veces, tampoco pueden encararlos con plenitud, pero ello no niega que la aspiración a construirlos forma parte de la condición existencial humana. De tal manera que la falta habitación propia (como de un hogar) tiene costes personales enormes, que a menudo no calibramos suficientemente, porque estamos preocupados por los imprescindibles mínimos materiales.
La habitación, hogar, casa o morada propia es esencial e imprescindible para la humanidad pues, insistimos, es una especie que necesita un nido, una madriguera o una especie de caparazón donde protegerse de un mundo hostil. Pero no es sólo una protectora "caverna" o “cápsula” (en todas las acepciones de esos términos que analiza Hans Blumenberg, 2004) que lo proteja de las inclemencias, suciedades y violencias. También es la condición de posibilidad de construir el rico mundo interior y cultural que necesita la humanidad en conjunto y cada uno de sus miembros.
Pues la humanidad se construye a sí misma lingüística, cultural y tecnológicamente mucho más allá que cualquier otra especie conocida. Jean-Paul Sartre a El existencialismo es un humanismo (1973) afirma que el hombre es el único ser en la naturaleza que no sólo es tal como él se quiere, sino también como él se concibe a través de su existir. El ser cultural humano se juega radicalmente su propio ser y sentido en su que-hacer, en su proyecto personal y en la narración que se construye de sí mismo (Ortega y Gasset). Pero, para construir ese sentido narrativo, le falta un santuario espiritual íntimo además de otras condiciones materiales (las "cápsulas" de Blumenberg).
Además de las inclemencias y las bestias, el humano para construir su propio sentido existencial y cultural, necesita protegerse también a menudo del prójimo instrumentalizador, de las hegemonías sociales opresoras y de una existencia deshumanizadora. Para construir una existencia y proyecto personal plenamente humano, pues, se precisa de un hogar protector y que vaya más allá de la imprescindible higiene... Además, los humanos necesitan darse un ámbito cultural, lingüístico, psicológico, convivencial y sociopolítico donde construir esos tan específicos y relevantes aspectos de la condición humana.
Sólo así los humanos pueden auscultar y desarrollar toda la complejidad de su mundo a la vez íntimo y público, privado e hipersocial. Sólo así pueden construir la narratividad que es esencial y necesaria para dar sentido a la existencia humana, tarea que es universal y de la cual los literatos o los filósofos no son la excepción. Especialmente en las sociedades de la información y la comunicación, todos los humanos se deben construir a esos niveles que marcan su distancia con respecto a otros primates.
A partir del artículo “Macrofilosofia del hogar, de su falta y de las necesidades humanas” de Gonçal Mayos (pp. 136-159) en A população em situação de rua e a questão da moradia, Daniel Gaio e Ana Paula S. Diniz, (Organizadores). Belo Horizonte: Impresa Universitária da UFMG, 2021, 283 p., Ebook, ISBN: 978-85-7470-054-0. Disponível em: https://www.bu.ufmg.br/imagem/000026/000026ff.pdf.
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