Analizaremos el trasfondo valorativo que tanto la mitología griega como la religión judaico-cristiana ofrecen de la tecnología y su compleja vinculación con la naturaleza humana.
Es más, la capacidad de hacer herramientas de los humanos aparece como un pecado, una hybris o la vulneración del orden cósmico que, para los griegos, es el origen de todas las tragedias. Así el ser humano se convierte en cierta medida en un animal especial y diverso; pues en relación con el resto de animales se presenta como contrahecho y monstruoso, ya que tiene principios que los dioses no quisieron adjudicar a ningún animal.
El enorme poder de la sabiduría técnica y del fuego sitúan a la humanidad prometeica en competencia con los dioses, que rápidamente se sienten amenazados. Pues, abren a la humanidad un poder creativo y poiético en principio reservado para aquellos, ya que no sólo crea cosas, sino que fabrica herramientas o mediaciones genéricas capaces de hacer cosas diversas y de forma más perfeccionada, rápida, poderosa y perfecta. Los humanos crean incluso máquinas que sustituyen su esfuerzo físico y que aplican instrumentalmente a la realización de proezas que no podrían alcanzar sin ellas. Pueden crear robots, máquinas autónomas que pueden replicarse a sí mismas e incluso evolucionar independientemente como los propios humanos.
Así, los humanos emulan los poderes creativos, dotadores y divinos, ya que consiguen fabricar criaturas que dependen de ellos, les sirven y, tal vez, lleguen a emanciparse y a retarlos. Con el robo técnico, los humanos adquieren potencialmente la capacidad creadora de los dioses, no sólo en la versión limitada politeísta y de los demiurgos griegos (que ordenan el cosmos, pero no lo crean desde la nada), sino en la absoluta de las tres grandes religiones monoteístas abrahámicas: judaísmo, cristianismo e islamismo.
De ese modo, la humanidad ha adquirido un cierto estatus casi divino porque, no sólo es capaz de hacer algo para consumirlo, sino de crear un nuevo tipo de ser que mantiene respecto a ellos la misma relación que los dioses respecto a los humanos: son criaturas que han obtenido su ser desde otro, del cual dependen subordinadamente, teniendo que obedecerlos y servirlos como mediadores en la obtención de los deseos, fines y consumiciones de los que los han creado. Eso significa para Hegel que van más allá de relacionarse como un sujeto respecto a un objeto, sino como sujetos jerarquizados, de distinto nivel, como un amo y un esclavo.
Así, el homo faber ha alcanzado características divinas y la conciencia deseante (Hegel, 1966) ya no sólo consume de acuerdo con el propio deseo, sino que proyecta, exterioriza y delega ese deseo en un esclavo que lo asume como propio y se esfuerza por satisfacerlo. Visto desde los dioses, ello comporta que les sean robados su exclusividad creativa y su dominio último en tanto que señores únicos del resto de existencias.
Tanto el robo prometeico del fuego y de la sabiduría técnica, como el consumo ilícito por parte de Eva y Adán de los frutos del árbol del conocimiento, han violado los ‘mandamientos’, la exclusividad y la superioridad ontológica divina. A partir de ese ‘crimen’, la humanidad ha adquirido potencial divino, se ha saltado los límites ontológicos animales y amenaza con competir -aunque sea a muy largo plazo- con los dioses y sustituirlos. Recordemos que Hesíodo explica un hecho similar cuando los dioses olímpicos desplazaron, subordinaron y castigaron a los titanes o dioses ctónicos del inframundo).
Mediante la intervención de Prometeo y el olvido de Epimeteo o por la tentación de la serpiente-diablo, la 'debilidad' de Eva y el ‘seguidismo’ de Adán, los humanos han roto sus límites ontológicos y el orden divino, porque así transforman indebidamente su naturaleza meramente animal. Se convierten en un nuevo tipo de dios técnico o cognitivo que pasa a ejercer un nuevo tipo de dominio sobre el resto de criaturas y así abre una etapa distinta de las mitológicas, religiosas y metafísicas ya que desencanta el mundo, desacraliza la existencia y domina instrumentalmente la naturaleza (como teorizó Max Weber). Podríamos decir que mitológicamente ese es el inicio del Antropoceno, interpretada como la era inseparablemente antropocéntrica y tecnomórfica.
Como vemos, la tecnología 'robada' trastoca el orden cósmico y la evolución humana; los dioses de ayer pierden su hegemonía en manos de la diosa tecnología. Por eso los exponentes más radicales del trans y posthumanismo actual representan una nueva ola de la 'muerte de dios' proclamada por Nietzsche que, simbólicamente, ya estaba anunciada en el mito de Prometeo, en el Génesis bíblico y en las diversas versiones clásicas del origen del hecho técnico.
Dentro de las perspectivas griega y judaico-cristiana, que son las fundacionales de Occidente, la tecnología tiene una naturaleza extranjera en la humanidad en tanto que especie animal, criatura de Dios y como ser mortal. La técnica es una prótesis añadida, artificial, antinatural y prohibida, por tanto es valorada como algo pecaminoso, criminal, culpable, vergonzante y diabólico.
Como veremos es muy grande el impacto de esta interpretación fundacional de la tecnología y su relación con la naturaleza humana. Pues sigue siendo hoy una clave esencial para entender muchas de las complejidades que nos plantean, por ejemplo, la inteligencia artificial o la robótica más avanzada.
A partir del articulo “La especie tecnológica, política y ‘perversa’“ de Gonçal Mayos (pp. 169-193) en Robótica, ética y política. El impacto de la superinteligencia en el mundo de las personas. Norbert Bilbeny (ed.), con Carles Sierra, Javier Tejada, Norbert Bilbeny, Marcel Cano, Carme Torras, Gonçal Mayos, Daniel Innerarity, Yanko Moyano y Francesco Petrone, Barcelona: Icaria Editorial, 2023, 270p, ISBN: 978-84-18826-75-7. EAN 9788418826757. Véase en los posts: - LA ESPECIE TECNOLÓGICA, POLÍTICA Y 'PERVERSA' - UN VACÍO HUMANO COMPENSADO TECNOLÓGICAMENTE PERO NO COLMADO - DISRUPCIÓN ANTROPOTÉCNICA: MITO DE PROMETEO Y GÉNESIS BÍBLICO - TEOLOGÍA POLÍTICA Y ASALTO TECNOLÓGICO A LOS CIELOS - AUTOPOIESIS HUMANA SIN FINAL... NI FIN
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