Continuamos con nuestro análisis de la ambivalencia del poder y del control;
pues no sólo empoderan y permiten que se pueda hacer lo que se quiere hacer;
sino que por otra parte dominan, coaccionan y obligan a hacer lo que no se
quiere. Además, ambos tienen consecuencias que se dirigen tanto hacia la
creación como hacia la destrucción. Por eso se han convertido en habituales
neologismos la famosa “deconstrucción”[1]
(término con el cual Jacques Derrida inicialmente quería traducir la ambigua “Abbau”
de Heidegger) o la “destrucción creativa” popularizada por el economista Joseph
Schumpeter.
Precisamente porque, como hemos dicho, la existencia de cualquier ente en
una determinada coordenada espacio temporal bloquea la existencia de cualquier
otro en esa misma coordenada. Todo poder o hacer efectivos se concretan al
menos en un ente concreto, excluyendo los otros posibles. Por eso ya los
aristotélicos destacaban que cualquier cambio comporta que algo pasa a acto y
correlativamente algo que antes estaba en acto ahora pasa a privación (y quizás
a potencia realizable en el futuro). Dicho en términos de Schumpeter, toda
creación no se hace en el vacío -la nada- sino en el devenir donde
necesariamente desplaza algo -que antes era- al no ser.
Toda creación comporta la destrucción de lo precedente, aunque fuera tan
solo una ruina. Quizás era algo menospreciable, pero “era”, existía, era ser,
actualizaba un poder concreto y comportaba un cierto control sobre una parte de
la realidad. En consecuencia, todo acto provoca la desestructuración, la
destrucción y la desaparición de algo para construir algo otro en su lugar y
sobre su ruina. Todo cambio es un
proceso doble y ambivalente: hacer ser algo pero, también, hacer desaparecer en
la nada algo otro.
Pensado en términos del conatus (el principio que afirma que todo
aspira a permanecer en el ser), cualquier cambio crea, empodera y permite ser a
algo, pero a la vez destruye, desempodera y obliga a algo a desaparecer. Todo
cambio es indefectiblemente una “destrucción creativa” o, si se quiere, una “creación
destructiva”. Como todo poder y control efectivos son flujos inestables
heracliteanos y no persistencias quietas y parmenídeas, también son
indefectiblemente “creaciones destructivas”.
Incluso la persistencia en el conatus (es decir: continuar siendo
exactamente lo que ya se era) es de alguna manera un extraordinario instante de
paz en el flujo de la vida y en el devenir heracliteano. Es la excepción de la
regla, pero en ningún caso la normalidad, como pretendían las filosofías parmenídeas
que pensaban el ser sub especie eternitatis, bajo el modelo de la
quietud de una divinidad transcendente.
Todo poder es potencia, es un acto potencial. Según la termodinámica,
necesita y concreta un cambio energético, una diferencia en la potencia, un
salto de un nivel de potencia a otro. Por eso todo poder, o bien empodera, o
bien desempodera. Comporta un salto energético en una dirección u otra.
Todo poder es un poder hacer, efectuar y actualizar algo; pero por la “destrucción
creativa” también comporta deshacer y desactualizar. Por tanto, la ganancia de
ser o de un ente determinado va en detrimento compensatorio de la pérdida de
otro ente anteriormente existente.
Todo poder es potencial de efectuación, es poder hacer y, si no hace,
simplemente no es el poder que parecía ser; pues un poder que no puede cambiar
la realidad ni actualizar nada, es un oxímoron, una contradictio in
terminis.
Como hemos hecho antes, no seremos dogmáticos y no negaremos que por un
instante pueda darse la perfecta continuidad parmenídea como exacta
persistencia de lo que ya era. Pero nos hemos confesado heracliteanos porque
consideramos que todo poder es un flujo potencial que actualiza algo y crea
algo, que sustituye paralelamente algo otro condenándolo a la privación y a la
destrucción. Todo poder es poder de cambio; es poder y control en devenir,
movimiento, metamorfosis…, pues el poder es el motor que transforma la
realidad.
Lo contrario sería algo quizás interesante como hipótesis pero muy de poco
recorrido: un poder que no puede nada o un control que no controla nada. Eso
equivale a postular a un ser que no es, ni ahora ni nunca, es decir que no es
ni será nada; o -si se quiere- que permanecerá siempre como una pura nada.
Precisamente por estas paradojas con que ahora estamos lidiando, Hegel
afirma en su brillante inicio de La Ciencia de la lógica que el ser y la
nada (en su conceptualización parmenídea) no son auténticas categorías sino los
componentes -que se implican y remiten mutuamente- de la primera verdadera
categoría: el “devenir” heracliteano en tanto que paso del ser a la nada,
correlativo al paso de la nada al ser. Es decir, la primera categoría que
inicia verdaderamente la dialéctica hegeliana de los conceptos y La Ciencia
de la lógica es el devenir en tanto que “destrucción creativa” y “creación
destructiva”.
Si me permiten usar una fórmula heideggeriana muy criticada: ser que “nadea”
y nada que “esea”, es decir: pasa al ser. El devenir heracliteano es -pues- el
verdadero poder y control, un poder crear entes que destruyen y ocupan las
ruinas de otros; un poder que controla algo destruyéndolo y sustituyéndolo por
algo nuevo.
El poder es la energía potencial que permite ese paso del ser al no ser y
de la nada al existir. Todavía hoy, como hemos visto con aportaciones por
ejemplo de Foucault, Heidegger, Schumpeter, Derrida… Hegel todavía tiene mucha
razón y vio con gran elegancia las bases ontológicas y hermenéuticas de la
dialéctica del poder.
[1] "Ejemplificaciones de la
Deconstrucción. Derrida en Madrid y Barcelona" de G. Mayos en Anthropos, Revista de
Documentación Científica de la Cultura, Barcelona, núm. 108, mayo 1990, pp.
XXIII-XXIV.
Forma parte del artículo “Dominar o empoderar. Dialéctica histórico-conceptual del poder y del control” de Gonçal Mayos (pp. 231-264) en Ciudadanía bajo control: Perfiles políticos y culturales, Norbert Bilbeny e Ignasi Terradas (eds.), Enrique Díaz Álvarez, Jule Goikoetxea, Francesco Petrone, José Antonio Estévez, Gonçal Mayos y Martha Palacios. Barcelona: Icaria editorial, 2021, ISBN: 978-84-18826-36-8, Depósito legal: B 19160-2021. Ver los posts: SER ES PODER Y CONTROL, DIFERENCIA ONTOLÓGICA APLICADA AL PODER Y EL CONTROL, PODER, CONTROL Y CONFLICTO COMO NEGATIVOS, POSITIVIDAD DEL PODER Y EL CONTROL, INSTITUIR EXISTENCIAS, VIDAS Y PODERES MARGINADOS, MICROFÍSICA DEL PODER DETERMINA LA MACROFÍSICA, ¿CÓMO SE ESCONDE EL PODER?, PODER Y DESTRUCCIÓN CREATIVA, PODER Y CONTROL: INSEPARABLES DE LA VIDA y ANTROPOSCENO: VIDA, CONTROL DEL ENTORNO Y AUTOCONTROL
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