Para explicar la profundidad de los cambios en
las actitudes mayoritarias impulsados por el capitalismo turboglobalizado y
postfordista, Bauman (2007) los ha comparado bellamente con tres grandes
metáforas que reflejan las actitudes básicas ante el mundo:
- La premoderna se asemejaría al guardabosques.
- La propiamente moderna al jardinero.
- Y la postmoderna cognitivo-turboglobalizada al cazador.
Analicemos brevemente las dos primeras y desarrollemos la última de acuerdo con las experiencias más recientes.
Evitemos idealizar la relación premoderna de la
humanidad con la naturaleza, pues muchas veces ha actuado como un eficaz
depredador que ha forzado significativos cambios ecológicos. Pero aún
reconociéndolo, los pueblos premodernos y especialmente los preagrícolas se
consideraban parte del organismo superior y con trazos divinos que para ellos
era la naturaleza. En muchos aspectos se consideraban una especie «guardabosque»
que vivía en y de la naturaleza pero «obedeciéndola» como algo superior, ya sea
por su valor intrínseco, ya sea por ser obra divina.
Esas sociedades no pueden imaginarse otra
manera de vivir y, por tanto aunque puedan depredar notablemente el entorno, se
consideran defensoras del orden natural y no se incluyen entre los agresores
de éste. Tiene razón Bauman (2007) en que el guardabosque suele actuar con la
concepción de que «las cosas están mejor sin tocarlas», aunque ciertamente las
está «tocando» y cambiando continuamente y a menudo con importantes efectos.
En definitiva: no es lo mismo un bosque que un bosque «con guardabosque», pues
este no es un agente neutro ni necesariamente sus intereses particulares tienen
que coincidir de forma plena con los de «su» bosque.
En todo caso, las sociedades que se han
configurado bajo el modelo del «guardabosque» no se conciben viviendo fuera de
«su» bosque, ya que lo sienten como su lugar natural, parte intrínseca de su
identidad y dando sentido último a su existencia. Para esas sociedades, el
bosque es «el mundo», su mundo y —por tanto— en principio no les interesa lo
que haya más allá, ni tampoco abandonarlo. La mentalidad reflejada en muchos
mitos corresponde a esa metáfora del "guardabosques", a menudo en la versión más
religiosa de proteger las esencias eternas y el orden surgido de la creación y
«mandatos» divinos.
En las sociedades estructuradas bajo el
imaginario de ser los «guardabosques» de su entorno, es una gran patología o
pecado querer ir en contra del designio de los dioses y del orden cósmico.
Pretender cambiarlos es locura, un terrible pecado de orgullo y vanidad.
Los
griegos clásicos llamaron «hybris» a ese tipo de actos impíos, condenados al
fracaso y susceptibles de ser castigados por los dioses. Precisamente, lo
cometían aquellos hombres (como Edipo) que creían poder decidir de acuerdo con
su propia voluntad sin atender a que —en el fondo— tan solo eran «guardabosques»
de los dioses.
Vemos pues que las tres actitudes básicas con que ejemplificamos algunas maneras de existir y de concebir la relación humana con el mundo, intentan explicar cómo 'existían' las personas en su sociedad, época, etc.
Es evidente que prácticamente nadie trabajaba de 'guardabosques' en las sociedades premodernas ni como 'cazadores' en las postmodernas, y sólo muy pocos de 'jardineros' en las modernas y postmodernas. No hablamos pues de profesiones, dedicaciones laborales o incluso de funciones concretas sino de maneras de vivir en aquellas sociedades y de relacionarse con el mundo que tienen analogías significativas y útiles con la manera de actuar de los guardabosques, los jardineros y los cazadores.
Tales analogías, que nos ayudan a comprender esas formas de vivir, se dan incluso donde no hay bosques (sino por ejemplo sabanas, praderas, zonas semideserticas o de matorrales, selvas, etc.) pero las actitudes frente a esos entornos climáticos de sus habitantes es asimilable a los que ejercen tales funciones.
Por eso en la actualidad, donde prácticamente nadie vive de la caza (si no es acompañando turistas que pretenden ser cazadores), es muy generalizada la actitud de cazador en las respectivas profesiones o facetas de la vida. Por eso hablamos de 'cazadores de negocios o de oportunidades', pues la gente muestra claras actitudes de 'cazador', a pesar de no perseguir jamás ningún animal salvaje. Pero en cambio sí que actúan como depredadores en las relaciones humanas, en los negocios, en Internet, etc. Lo veremos mejor al tratar las dos siguientes actitudes básicas.
Capítulo de Homo
obsoletus. Precariedad y desempoderamiento de Gonçal Mayos en ed.
Linkgua, Barcelona, 2016. Veánse los posts:
EL GUARDABOSQUES PRECAPITALISTA
EL MODERNO «JARDINERO» Y SUS HOMÓLOGOS
EL GUARDABOSQUES PRECAPITALISTA
EL MODERNO «JARDINERO» Y SUS HOMÓLOGOS
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