Toda acción y toda lucha son circunstanciales y particulares. Además las lleva a cabo gente muy concreta, aunque –si son dignas y tienen valor humano- luego beneficien a muchos e, idealmente, a todos. Las acciones en favor del desarrollo humano no suelen hacerse en abstracto y por eso tienen un inevitable sesgo concreto, circunstancial, histórico, social, local… En definitiva, los cambios y luchas reales sólo se consiguen en marcos reales y concretos, que luego hay que ampliar para que alcancen a toda la humanidad.
Ello, más que bueno o malo, es sobre todo una condición real e inevitable. Por eso se equivocan gravemente los que olvidan a las circunstancias reales y a la gente concreta para imaginar tan solo luchas abstractas. Se equivocan los que solo aspiran a presuntas acciones de gente fantaseada y alejada de la que realmente existe y sufre. Es un error, aunque se haga con la mejor de las intenciones y, por eso, la sabiduría popular acuñó el refrán: “El camino hacia el infierno está lleno de buenas intenciones”.
Ello, más que bueno o malo, es sobre todo una condición real e inevitable. Por eso se equivocan gravemente los que olvidan a las circunstancias reales y a la gente concreta para imaginar tan solo luchas abstractas. Se equivocan los que solo aspiran a presuntas acciones de gente fantaseada y alejada de la que realmente existe y sufre. Es un error, aunque se haga con la mejor de las intenciones y, por eso, la sabiduría popular acuñó el refrán: “El camino hacia el infierno está lleno de buenas intenciones”.