Los indignados o el movimiento 15M reaccionan sobre todo en contra de la cínica falta de credibilidad en las
explicaciones, argumentaciones y “disculpas” que se han dado a la crisis post2008. Los indignados consideran muy mayoritariamente que ello sólo es un caso
especialmente grave de una tendencia que se ha convertido en endémica y
cínicamente aceptada por las clases políticas. Indigna la indiferencia e
incluso crueldad con que se manifiestan hegemónicamente el “pensamiento único”,
el neoliberalismo o el “consenso de Washington” en los medios y “los mercados”.
La indignación es una respuesta
lógica ante la tendencia a un claro empeoramiento de las condiciones de vida a
nivel mundial. Especialmente, indigna que no se haga nada para evitarlo, más
allá de financiar con enormes sumas a los que causaron la crisis. Indigna que
además se promocione conscientemente el mensaje de que sólo hay ese camino (tan
costoso socialmente), que no se busca ningún otro y que el futuro será aún
peor, en la misma línea.
MD: ¿Se trata de un problema específicamente español o más bien internacional?
GM: Como vemos por la tendencia a generalizarse y extenderse a otros
países, detrás de importantes circunstancias nacionales (por ejemplo la
situación política y económica española), las causas primordiales son
internacionales y probablemente afectan más a los países más desarrollados.
Pero no los afecta en exclusiva y, además, éstos tienen en el fondo más margen
para atenuar el dolor provocado por la “caída”. En última instancia parece que
afectará al conjunto de la humanidad.
MD: ¿Cómo ha colaborado usted con
el 15M o el movimiento de los indignados?
GM: Creo que el movimiento del 15M, los indignados o de las “acampadas” se
caracteriza por la desconfianza en la clase política, en los tradicionales
mecanismos de partido o sindicato e –incluso- en los intelectuales “orgánicos”
o con tendencia a institucionalizarse de forma permanente. Consciente de ello,
me considero un indignado más; eso sí aplicando reflexiones y actitudes que
desarrollo en mis clases e investigaciones.
MD: Exponga algo más concreto.
GM: Por ejemplo se me pidió que ofreciera una charla-debate que se alargó por más de 3 horas (videos visibles en Youtube), fue muy seguida, muy activa y apasionada. Ello se debió seguramente al crucial momento en que se dio: justo después del violento desalojo policial de los indignados en
Ese contexto facilitó una
maravillosa y apasionante reacción a mi problematización del pensamiento único
hegemónico, de la nueva actitud política en las “acampadas” y la importancia de
integrar positivamente la marea futbolística que se avecinaba. Sin abandonar la
indignación, se percibió el valor positivo de reacciones pacíficas que –aunque
tengan un origen futbolístico- también hacen que multitud de gente salga a la
calle, a las plazas y haga sentir su “presencia” y (¿por qué no?) su fuerza
enorme. Así la gente comprende el poder que atesora y puede “empoderarse” de él
para hacerse sentir eficazmente.
La idea era fortalecer el vínculo
de los “indignados” con el conjunto de la sociedad y evitar cualquier riesgo de
enfrentamiento. Calles y plazas son de todos; deben ser el pacífico y habitual
lugar de manifestación del sentir social: ya sea alegría, ya sea indignación
por el cínico abandono actual de las más elementales exigencias eticopolíticas.
MD: ¿Qué relaciones hay entre los
indignados y las acampadas con el Mayo del 68?
GM: Los “indignados” se parecen a los movimientos más radicales y
creativos del Mayo de 68 por su enfrentamiento a los tradicionales
disciplinados partidos y sindicatos “de clase” regidos por cuadros muy
comprometidos ideológicamente (que entonces tenían como modelos a Lenin,
Trotsky o Mao). Pero se diferencian –creo- por haber asumido la necesidad de
aún mayores cuotas de independencia institucional, transversalidad ideológica y
social, flexibilidad y democracia interna…
Entre los “indignados” hay un claro
consenso sobre la importancia para la salud del movimiento a largo plazo de que
siempre todos los participantes eviten suponer o ejercer ninguna superioridad o
guía “intelectual” permanente. Cada uno da sus argumentos y el conjunto es
suficientemente lúcido y flexible para saber escoger y propugnar los que más le
convienen. Ello da a los “indignados” una flexibilidad y adaptación a las
circunstancias cambiantes sorprendente y poco experimentada antes (a pesar de
ser una tendencia habitual en los llamados “nuevos movimientos sociales”).
Otra semejanza está en la hábil
utilización de las posibilidades de comunicación de masas. Si bien en las
“acampadas”, al igual que en las recientes “revoluciones árabes” o en el
altermundismo, se ha profundizado muchísimo en el uso de las tecnologías
comunicativas de la actual “sociedad red”. Muchos de “los indignados”
participantes son hábiles expertos e, incluso, potentes creadores de nuevos
desarrollos y aplicaciones que anticipan el futuro. Sin duda, la política
profesional copiará muchas de las estrategias comunicativas y mobilizadoras de
los “indignados”. ¡Esperemos que sea para bien!
MD: ¿Hacia donde imagina que se
canalizaran las demandas de los indignados? ¿Algún partido será capaz de
capitalizarlas?
GM: Como con demandas o movimientos parecidos –el ecologismo, altermundismo o el feminismo-,
creo que los indignados tendrán una influencia dispersa y transversal, más que
concretarse en un partido. Ahora mismo, todos los partidos y Think Tanks están
evaluando el movimiento de los “indignados” y las “acampadas”. Seguramente lo
hacen con gran escepticismo, displicencia e –incluso- resistencia, pero les
dedican una gran atención. Las consignas e ideas más importantes de los
“indignados” son analizadas, quizás no para aplicarlas rápidamente, pero si con
la consciencia que marcan el escenario reivindicativo y el sentir social.
Algunos partidos y gobiernos
tardarán más que otros en incorporarlas, pero creo que tendrán que hacerlo con
muchas de ellas, pues son reivindicaciones que han venido para quedarse. El
movimiento de los “indignados” cambiará, pero ciertos elementos de indignación
permanecerán sin duda como claves de la agenda política de los próximos años o
decenios.
MD: Para terminar ¿es optimista o
pesimista respecto al resultado del movimiento de los indignados?
GM: Quiero ser optimista respecto a los diversos resultados del movimiento
de los “indignados” a medio plazo. Además creo el reconocimiento e
incorporación en la política oficial de muchas de sus reivindicaciones sería lo
mejor para todos, incluyendo a los que no terminan de comprenderlo. Pienso que
a medio plazo comportará un significativo cambio en la hegemonía cultural,
ideológica o política actual.
No son admisibles la indiferencia y
el cinismo con que las clases políticas nacionales o internacionales han
reaccionado a una crisis que en parte causaron y, en parte, fueron incapaces de
prever. Al principio de la crisis del 2008, el pánico se notaba en muchas caras
de esa élite, lamentablemente sólo algunos reconocieron errores e hicieron
promesas de cambio. Pero ni esos tímidos intentos en la buena dirección se han
llevado a cabo en 3 largos y duros años. Al contrario, el mensaje vuelve a ser
de un cinismo cruel: todo va a continuar igual, todos vamos a continuar
haciendo lo mismo; ¡hay de los damnificados!.
(Entrevista a Gonçal Mayos sobre los “Indignados”, el 15M y las “acampadas” del Mayo 2011)
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