El cine crea un nuevo tipo de imagen, una nueva “imaginería” e inconografía, pero también una nueva mitología neopagana que rompe radicalmente con la tradición. Choca con la alta cultura libresca, erudita y tradicional basada en un canon también mitificado de obras selectas, historias paradigmáticas, asombrosos héroes y heroínas, consolidados autores y reconocidas autoridades...
De manera inestable e incluso a veces conflictivamente, durante siglos se había establecido un cierto status quo amalgamaba distintas raíces culturales. Así se habían mixturado la quintaesencia del mundo griego, latino, cristiano, humanista, ilustrado, romántico e –incluso- de las vanguardias. “La cultura” era entonces esa cultura. Tan solo ella merecía nombres gloriosos como Kultur o Zivilisation. Entonces ejercía una indiscutible “hegemonía cultural”. Había triunfado en Occidente y, a través de él, en prácticamente todo el mundo.
Por eso, incluso muchos analfabetos solían poder reconocer como propios y constituyentes de “su identidad” los nombres e historias de Sófocles y Prometeo, de Apuleyo y Rómulo y Remo, de Agustín de Hipona y Lázaro, de los cantares de gesta y Arturo y sus caballeros, de Erasmo y el Decamerón, de Shakespeare y el Quijote, de Voltaire y el "enjambre industrioso", de Walt Whitman y Dr. Faustus, de Van Goch y la Estatua de la Libertad…
La mayoría de la población se sentía ante esa cultura como ante “La Civilización” y podía saludarla con convicción y sin ninguna duda, como aquellos argelinos que recitaban -sin asomo de paradoja- la frase: “nuestros antepasados, los galos”.
La mayoría de la población se sentía ante esa cultura como ante “La Civilización” y podía saludarla con convicción y sin ninguna duda, como aquellos argelinos que recitaban -sin asomo de paradoja- la frase: “nuestros antepasados, los galos”.
Pero se crearon unos nuevos mitos con sus correspondientes iconologías y rituales. Ellos introducen otro modelo cultural… incluso quizás de civilización. Pues, ni más ni menos, aunque de forma inconsciente, están retando a la alta cultura tradicional con otra mitología, otros cultos secularizados, otra poderosísima iconografía, otras modernas prácticas adoratrices…
Y triunfa hasta el punto que constituye la más potente industria cultural de todos los tiempos.
Y triunfa hasta el punto que constituye la más potente industria cultural de todos los tiempos.
Si la escritura había abierto la puerta de la civilización, el mundo audiovisual de inicios del siglo XX la estaba transformando radicalmente… Hasta el punto que muchos vieron allí una nueva barbarie, la Sodoma y Gomorra del futuro, la madre de todos los vicios, el nuevo “becerro de oro”, el inicio de la decadencia de Occidente, la "prostituta de Babilonia" que narraba el Apocalipsis, una especie de hongo nuclear que había explotado sobre la cultura y la civilización tal como se las había entendido…
Pues estaba naciendo una poderosísima sociedad de masas, donde estas se adoran a sí mismas a través de la nueva mitología que están creando, precisamente en la medida que construyen la más potente industria del espectáculo de todos los tiempos. Aparecía un nuevo Poder, pues es sabido que solo los poderosos han sido reproducidos icónicamente (reyes y emperadores, santos y dioses…). Solo ellos podían ser escrutados adorativamente y ocupar las grandes plataformas del poder: monumentos públicos, altares, salas de recepción...
Pero ahora unos nuevos poderosos pasan a centrar las miradas, la imaginación y las fantasías de la gente. Cada una de las imágenes que presentamos es un ejemplo concreto de ello, una cristalización de ese nuevo imaginario colectivo; pero cada una tiene su especificidad, su rol y su relato propios. Incluso podemos decir que cada una de las imágenes presentadas es una reliquia icónica de ese momento sorprendente e inesperado donde la vieja civilización de la escritura y la imprenta es retada por la nueva civilización de la imagen.
El cine, la fotografía, el audiovisual y –en general- “La obra de arte en la era de la reproducción mecánica” ejecutarán ese reto. Ciertamente y en muchos aspectos, la nueva cultura audiovisual de masas bebe y reinterpreta los genios e historias de la “cultura tradicional”. Pero, cada vez más, tenderá a crear su propia y específica mitología.
Como suele suceder, entonces se convierten en los verdaderos ídolos aquellos que en principio solo habrían de ser sus “portadores” o representadores como –por ejemplo- actores, directores, músicos… Ellos devienen las modernas musas inspiradoras, los nuevos mitos cosmogónicos y la base de un culto laico que abrazarán masas tan numerosas, que eran impensables incluso para las "religiones del libro" y sus iglesias.
Como suele suceder, entonces se convierten en los verdaderos ídolos aquellos que en principio solo habrían de ser sus “portadores” o representadores como –por ejemplo- actores, directores, músicos… Ellos devienen las modernas musas inspiradoras, los nuevos mitos cosmogónicos y la base de un culto laico que abrazarán masas tan numerosas, que eran impensables incluso para las "religiones del libro" y sus iglesias.
Distintos medios, dispositivos y candidatos se disputan esa nueva mitología. Hoy sin duda tiene la hegemonía: Internet amalgamada con las redes sociales, los videojuegos y los videoclips. Hasta hace poco lo fue la televisión. Quizás las primeras candidaturas las presentaron la radio y algunos medios impresos.
Pero sin duda en el arco central de la cultura de masas y de la era del arte reproducible mecánicamente del siglo XX, la principal fuente de nueva mitología lo constituyó el cine. Y fueron sus fieles escuderos: fotógrafos, fotografías y las revistas ilustradas; pues conseguían detener el flujo imparable del tiempo y encarnar a los nuevos dioses de forma material y no prohibitivamente cara.
Pero sin duda en el arco central de la cultura de masas y de la era del arte reproducible mecánicamente del siglo XX, la principal fuente de nueva mitología lo constituyó el cine. Y fueron sus fieles escuderos: fotógrafos, fotografías y las revistas ilustradas; pues conseguían detener el flujo imparable del tiempo y encarnar a los nuevos dioses de forma material y no prohibitivamente cara.
Pues, las revistas y la fotografía dan “consistencia” y base material a la evanescencia de las películas, ¡el arte temporal por antonomasia! Como entonces las filmaciones no eran poseíbles masivamente como hoy, las masas adoratrices no las podían parar, tocar, acariciar, poseer…
En aquellos momentos el arte cinematográfico y sus dioses solo revivían en el instante semioscuro de la proyección en el nuevo templo colectivo que era la sala de cine. Antes de los cassettes, cds o dvds solo las fotos, posters, revistas... encarnaban, materializaban, fosilizaban… los dioses fílmicos.
En aquellos momentos el arte cinematográfico y sus dioses solo revivían en el instante semioscuro de la proyección en el nuevo templo colectivo que era la sala de cine. Antes de los cassettes, cds o dvds solo las fotos, posters, revistas... encarnaban, materializaban, fosilizaban… los dioses fílmicos.
Por eso se dió una enorme presión, lucha y preocupación por parte de todos para controlar imágenes como las que presentamos. Es tan solo un ejemplo banal la conocida anécdota del lado “mejor” de Greta Garbo... Entonces la lucha era enormemente feroz y compleja… pues la temporalidad del cine y su mitología necesitaban también el complemento de la permanencia y posesión material que solo la fotografía ofrecía.
La insaciable pulsión icónica de la humanidad se concentró entonces en las imágenes de los nuevos ídolos y las fotografías actuaron –incluso materialmente- como auténticas reliquias de su adoración. Fotos y posters ocuparon el lugar privilegiado en las grandes fachadas de los nuevos templos en que se convirtieron los teatros y sobre todo los cines. Allí se los adoraba a la vista de todo el mundo, con sus focos, neones y candilejas.
Pero también y quizás la profunda reverencia ante la nueva mitología iconográfica se producía en los improvisados altares laicos de las paredes de las habitaciones personales, en los íntimos relicarios de los álbumes y ojeando esa nueva especie de “joyeros” donde se recopilaba la propia selección o “panteón” privado de ídolos “personales”.
Entonces, frente al pequeño círculo de amigos adscritos a un mismo culto, se pronunciaban con temblor y reverencia frases como “tengo una foto de…” o “preparaos que vais a ver…” que anticipaban la revelación de una maravilla icónica digna de los exóticos y aristocráticos “gabinetes de curiosidades” de la primera globalización.
Ese sorprendente momento histórico potenció el libérrimo imaginario colectivo de forma equivalente -pero sumada- al generado con la extensión de la lectura silenciosa e íntima de obras sentimentales o amorosas. Así se construye todo un expansivo mundo de emociones y pasiones en el “escenario mental” del público y de los “fans”.
En las primeras décadas del siglo XX, se añaden a ese escenario mental nuevas vivencias antes prácticamente imposibles y que se multiplican –casi idénticamente pero también con muy significativas diferencias- de una casa a otra o de una habitación a otra. Quizás el adorador era aquí un adolescente imberbe y –cada vez más- una joven que se cree “liberada”, allí un sesudo pero apasionado coleccionista, más allá una dama soñadora, acullá un trabajador sudoroso y probablemente bastante lascivo…
Las imágenes que presentamos son algunos restos que han sobrevivido al paso del tiempo y al olvido de ese tan emocionante como sorpresivo inicio de la cultura de masas que es Hollywood y el cine moderno. Son reliquias del culto y la mitología de masas que se construyó a su alrededor. Son fragmentos de la admiración de quienes bastante inconscientemente descubrían, impulsaban, financiaban e incluso “creaban” la cultura hegemónica, los nuevos valores y la más poderosa industria ideológica de la historia.
Son signos de cómo las volubles masas y los mass media dictaminaban -a veces con cruel arbitrariedad- quienes eran ensalzados al Olimpo más edénico y a mitos omnipresentes, y quienes –en cambio- eran condenados al más indiferente olvido, que para nuestra época y mundo es un “circulo del infierno” más “dantesco” que el peor de la Divina Comedia.
Por eso las imágenes que presentamos tan solo pueden recoger –quizás lamentablemente- a los “elegidos” del panteón de los sueños que fue Hollywood.
Por eso las imágenes que presentamos tan solo pueden recoger –quizás lamentablemente- a los “elegidos” del panteón de los sueños que fue Hollywood.
Texto de G. Mayos "Hollywood. La nueva mitología e iconología" para el catálogo "Fotografías. De la Fábrica de Sueños" de Juan Naranjo s.l. (Casanova 136-138 B-3, 08036 Barcelona, Tel. (34) 93 451 68 26 y (34) 659 95 66 48, subastas@juannaranjo.eu).
Subasta en el Westin Palace (Madrid), el 28 de abril 2016 a las 18 horas en Salón Neptuno I, Plaza de las Cortes, 7, Madrid, 28014, Tel. (34) 659 95 66 48.
Visionado de las fotografías:
Barcelona: 13 de abril : 10 h a 14 h y de 15 h a 18 h; 14 de abril : 10 h a 14 h y de 15 h a 18 h; Casanova 136- 138 B-3ª 08036 Barcelona, Tel. (34) 93 451 68 26
Madrid: 26 al 27 abril 10 h a 14 h y de 16 h a 19 h, 28 febrero : 10 h a 13,30 h, Paseo de la Castellana 70 (entrada por el patio de manzana) 28046 Madrid Tel. (34) 659 95 66 48.
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