Gonçal Mayos PUBLICATIONS

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Dec 24, 2018

MACROFILOSOFÍA DEL ’EFECTO RASHOMON’


“Dos grupos cuyos miembros tienen sensaciones sistemáticamente distintas al captar un mismo estímulo, en cierto sentido viven en mundos diferentes.” Thomas S. Kuhn[1]

Según el antropólogo norteamericano Karl G. Heider[2] el llamado “efecto Rashomon” se refiere a la subjetividad detectable en la percepción y la memoria, cuando testimonios de un mismo acontecimiento pueden ofrecer relatos o descripciones de éste substancialmente distintos pero, sin embargo, igualmente plausibles.


Bajo esa denominación o no, el “efecto rashomon” ha sido muy analizado en contextos epistemológicos. El ejemplo más conocido y estudiado es seguramente la famosa tesis del teórico e historiador de la ciencia Thomas S. Kuhn[3] sobre la inconmensurabilidad de los paradigmas científicos.
 

Al menos en los momentos revolucionarios, cuando subsisten paradigmas diferentes, éstos fácilmente pueden ofrecer explicaciones alternativas, coherentes y sostenibles dentro de cada cada uno de ellos, pero totalmente incompatibles entre si. Simplificando y en concreto, dice Kuhn en la postdata de 1969 de La estructura de las revoluciones científicas[4]: dos personas “pueden encontrar repentinamente la respuesta a un mismo estímulo mediante descripciones y generalizaciones incompatibles” entre sí.

Evitando remontarnos a teorías de la sofística griega o a los tropos del escepticismo clásico y moderno, apuntaremos algunas influencias contemporáneas clave para la tematización del “efecto” psicológico y epistemológico que consideramos. Es el caso de la conocida tesis de Benjamin Lee Worf[5] y Edward Sapir[6] sobre la determinación de las lenguas en la percepción del mundo, o la reflexión de Wittgenstein que vincula los límites de “mi” lenguaje con los límites de “mi” mundo o de W. O. Quine[7] sobre la indeterminación de la traducción entre lenguajes distintos y la inescrutabilidad de la referencia.


Sin duda influido por esta tradición, en especial Quine, Kuhn (1977: 270) afirma: “los hombres que sostienen puntos de vista inconmensurables, deben ser considerados como miembros de comunidades lingüísticas diferentes y sus problemas de comunicación deben ser analizados como problemas de traducción.” En esta línea hay que destacar también los trabajos del psicólogo y epistémologo norteamericano Jerome Bruner, en especial destacamos su libro Actual Minds, Possible Worlds de 1985[8].

El “efecto rashomon” se ha mostrado también muy relevante y por tanto ha sido objeto de larga polémica en los estudios antropológicos y etnográficos. Se presenta –como veremos- tanto donde se dan distintas versiones “emic”[9] de un fenómeno o evento, como -aún más fácilmente- en el habitual gran contraste entre las versiones “emic” y las “etic”. Son versiones “emic” aquellas que usan los conceptos propios –aunque sean inconscientes y/o inconsistentes- del agente o cultura analizada; en cambio son versiones “etic” las que usan los conceptos –a veces pretendidamente “objetivos”- de la cultura y “cientificidad” del antropólogo analista[10].   

¿Por qué la película Rashomon de Kurosawa?


Los psicólogos, epistemólogos y filósofos contemporáneos que utilizan la denominación “efecto Rashomon”, lo hacen en reconocimiento a la película Rashomon de Akira Kurosawa de 1950 (que ganó el León de oro y el Premio de la Crítica en Venecia y el Oscar a la mejor película extranjera[11]). Ello es debido a la mencionada inconmensurabilidad, subjetividad e indecidibilidad entre las cuatro versiones que se presentan de unos mismos hechos criminales, cuya exacta y concreta verdad resulta imposible de determinar unívoca, indudable y apodícticamente.

Tanto por ser anterior en su concepción como por la brillantez de la película y el impacto más masivo que el cine permite hoy en día por encima de la literatura, Rashomon mereció el honor de nombrar ese “efecto”. Aunque sin duda podría haberlo merecido también el escritor británico Lawrence Durrell, que escribió entre 1957 y 1960 un ciclo de novelas llamado El cuarteto de Alejandría. Curiosamente también son cuatro versiones distintas de unos mismos hechos y cada una de las cuatro novelas tiene por título el nombre de uno de los personajes implicados, aquél que allí da su versión -particular e inconmensurable con la de los otros- de los acontecimientos protagonizados conjuntamente. Los cuatro libros de El cuarteto de Alejandría se llaman pues: Justina, Balthazar, Mountolive y Clea.

Pero como hemos dicho, el honor se lo ganó la película dirigida por Akira Kurosawa con guión de él mismo y de Shinobu Hashimoto, a partir de dos cuentos de Ryunosuke Akutagawa (1892-1927) titulados “Rashomon” y “En el bosque”. Con ella además, Kurosawa se consagró internacionalmente y popularizó por primera vez fuera de su país al ya por entonces muy potente y creativo cine japonés[12]. Analicemos como se presenta y formula en la película Rashomon el famoso efecto de relatos inconmensurables, y extraigamos algunas consecuencias filosóficas.


[1] Thomas S. Kuhn La estructura de las revoluciones científicas, México: FCE, 1977: 295.
[2] “the effect of the subjectivity of perception on recollection, by wicht observers of an event ara able to produce substantially different but equally plausible accounts of it.” Karl G. Heider “The Rashomon Effect: When Etnographers Disagree”, American Anthropologist, March 1988, Vol. 90, nº 1, pp. 73-81. Especializado en antropología visual, Heider publicó en 1976 el libro Ethnographic Film, Austin: University of Texas Press.
[3] Op. Cit.
[4] Kuhn 1977: 306.
[5] Véase la recopilación de los escritos de Benjamin Lee Worf Lenguaje, pensamiento y realidad, Barcelona: Barral, 1971.
[6] Véase por ejemplo el clásico Edward Sapir El lenguaje. Introducción al estudio del habla, México: FCE, 1966.
[7] Véase sus obras “"Two dogmas of Empiricism” (1951) y Word and Object (1960).
[8] En castellano se ha publicado bajo el título Realidad mental y mundos posibles en Barcelona por Editorial Gedisa el 2004.
[9] En la segunda parte del XX se ha generalitzado la distinción entre el análisis “emic” y “etic” (término que, en este uso, no tiene nada que ver con la moral o con cuestiones éticas). Esa distinción fue introducida por el lingüista Kenneth Pike basándose en la distinción entre los términos ingleses phonemics (fonología) y phonetics (fonética). La lingüística contemporánea ha establecido rigurosamente la distinción entre las distinciones sonoras fonémicas, que son las consideradas significativas en un sistema lingüístico dado, frente a las distinciones meramente fonéticas, que son todas las determinables sean o no lingüísticamente significatives en un sistema.
[10] La distinción entre “emic” i “etic” se ha difundido sobre todo en antropología y etnología, pero es muy útil también en los análisis histórico-culturales. Refiriéndose a las distinciones “emic” como el “punto de vista del nativo”, Malinovski considera que pueden y tienen que ser investigadas objetiva y rigurosamente, aunque apunten a comportamientos y creencias poco o nada científicos. Los antropólogos Malinowski, Lévi-Strauss, Goodenaugh o Geertz han defendido sobre todo la relevancia en antropología de la perspectiva “emic”, mientras que Marvin Harris (a pesar de reconocer y destacar algunas contradicciones muy significativas entre lo “emic” y lo “etic”) ha defendido y considerado inevitable el enfoque “etic”. Véase “Conocimiento cultural e histórico” de G. Mayos en Teoría del Conocimiento, F. Núñez (coord.), Barcelona: UOC, 2007, pp. 1-64. Hay edición castellana y catalana.
[11] Se dice que éste nuevo tipo de oscar fue creador precisamente en 1951 con ocasión de Rashomon (pues los norteamericanos que ocupaban Japón tenían pronto y directo conocimiento de la película y sus muchas virtudes).
[12] Véase Patricia Erens Akira Kurosawa. A guide to references and resources. Boston: G.K. Hall, 1979; Stuart Galbraith The Emperor and the Wolf. The Lives and Films of Akira Kurosawa and Toshiro Mifune. Londres: Faber & Faber, 2002; Mitsuhiro Yoshimoto Kurosawa. Film Studies and Japanese Cinema, Durkam: Duke University Press, 2000; Stephen Prince The Warrior's Camera, Princeton: Princeton University Press, 1999; Donald Richie & Joan Mellen The Films of Akira Kurosawa,  Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 1999.




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