Con total consciencia, Kurosawa decide no concluir su película Rashomon con esa realista y desmitificadora versión del leñador y filma una cuarta y última parte. ¿Por qué? A pesar de ser el leñador -en tanto que espectador neutral- quien daría la interpretación objetiva y "real" de los hechos, también éste podría mentir.
Por eso, riendo, el cínico afirma que seguramente su relato es el más creíble, pero niega que tenga mucho más valor que los otros. Cuando el leñador proclama indignado por ser puesto en duda: “es la verdad, lo vi con mis propios ojos”, el cínico sentencia que “ningún mentiroso dice que lo es” y desconfía de la "credibilidad" del leñador. Mientrastanto, desesperado, el monje lamenta desconsoladoramente que “si no puedes creer en las personas, el mundo es un infierno”.
Entonces el cínico celebra su triumfo diciéndole al monje “aunque te desgañites no cambiará nada”, porque “el mundo es un infierno”. Y como resaltaba Descartes en el momento culminante de la duda hiperbólica y radical: no podemos fiarnos nunca (cuando se trata de fundamentar la verdad o legitimar apodícticamente su posibilidad) de quien nos ha engañado alguna vez[1].
Pues no olvidemos que el leñador tan sólo ha revelado su versión de los hechos, después de haber mentido a la justicia y a todo el mundo hasta ese momento. Implícitamente reconoce que ha presenciado los hechos criminales sin haber ayudado a las víctimas y, más tarde, tendrá que confesar haber robado la valiosa daga enjoyada.
Por todo ello, de forma justificada, en ese momento su testimonio está profundamente desvalorizado. ¿Cómo se puede creer a quien ha actuado así? ¡La verdad no puede depender de alguien así, por muy humano que todo ello sea!
Es por eso, que Kurosawa y su coguionista tienen que llevar a cabo un sorprendente giro con la aparición de un recién nacido abandonado y las muy significativas reacciones que provocará en los tres interlocutores. Pues la reacción del leñador ante el recién nacido le redimirá como persona y testigo creible.
En cambio, el cínico se hunde aún más en el oprobio abalanzarse sobre el niño abandonado para despojarle de sus únicas pertenencias: su ropa y un amuleto (que el leñador pone como muestra de que importaba a sus padres, a pesar de tener que separarse de él). Es entonces cuando el cínico obliga a confesar al leñador que él también era un ladrón pues había robado la valiosa daga, y huye con su miserable botín dejando una cruel risa sarcástica.
Significativamente, en ese momento de muy baja credibilidad, el leñador quiere tomar el recién nacido de brazos del monje, quien se resiste pues teme que le quiera robar la única camisa que le ha quedado. Ciertamente el ácido de la duda, la desconfianza y el “efecto Rashomon” parece haberse apoderado totalmente del mundo, de la verdad o, al menos, de los congregados bajo la puerta-templo.
Ahora bien, no era esa la intención del leñador que, al contrario, quiere redimirse y mostrar su valía moral adoptando el niño. El leñador primero ha defendido el bebé abandonado del expolio y luego propone adoptarlo, sumando la aspiración a la verdad con la aspiración al bien: verum y bonum. Además ya antes, el leñador siempre había unido a la acusación “todos mienten”, la más puramente ética: “todos son unos egoístas”.
Solo a partir de esos significativos gestos, el leñador puede recuperar a los ojos del monje y del público su credibilidad como testimonio de ‘La Verdad’ y puede deshacer finalmente el “efecto Rashomon”. Kurosawa parece decirnos que no puede haber verdad sin ética y que la búsqueda teorética de la verdad debe ir complementada con la acción buena.
Sólo entonces, el monje entiende que el acto altruista de adoptar el niño pone un límite a la muerte de Dios y de la verdad. Por eso afirma: ahora “Puedo seguir creyendo en los hombres”. Y precisamente, sólo en ese momento, amaina la negra lluvia y un sol naciente, débil, tímido, incipiente pero esperanzador va disolviendo la negra noche.
Kurosawa ha conseguido, en esta muy breve escena final, que brillara diáfanamente la calaña moral del cínico ladrón del pobre ajuar del bebé, frente al leñador atribulado y ciertamente no perfecto, pero que une voluntad de veracidad, voluntad de bien y deseo de enmienda. Entonces el monje recuperado en su fe en la humanidad y la veracidad, le dice: “Perdona estoy avergonzado de haber dudado de ti”, mientras que el leñador -en los últimos planos de la película- se va con el niño diciendo “Soy yo quien debe avergonzarse... no entiendo que siente mi corazón”.
Ciertamente el leñador no es perfecto, ha cometido muchos errores y –como no es ningún gran filósofo- tampoco comprende demasiado bien cómo ha superado el “efecto Rashomon”, cómo ha recuperado –a la vez y conjuntamente- su credibilidad como testimonio de la verdad y su dignidad como agente moral (verum y bonum).
Por ello, ante el reiterado agradecimiento del monje simplemente dice: “no he hecho nada” (que podemos interpretar como: no he hecho nada que, alguien digno y ético, no hiciera). Y se aleja con el recién nacido que acaba de adoptar, mientras la lluvia amaina, sale un tímido sol y el monje lo contempla esperanzado mientras se aleja.
También el final es hegeliano, pues muestra (como sostiene el prusiano) que la filosofía no puede desgajar la verdad y el conocimiento, de la bondad y la ética, de las instituciones objetivas ni de la infinita búsqueda humana del saber más pleno y ‘absoluto’.
La filosofía y sus respuestas son siempre sistémicas, macro, interdisciplinares e incluso de alguna manera artísticas, religiosas y filosóficas. En caso contrario, la humanidad fracasaría en entender el mundo y su papel y sentido dentro de él.
[1] Véase
G. Mayos “Fundamentación de la metafísica y gnoseología del sujeto en
Descartes” en Revista Pensamiento, Madrid, vol. 53, Nº, 205, 1997,
pp. 3-31.
A partir del artículo “Vida, pensamiento y verdad en Rashomon de Kurosawa” de G. Mayos en REVICE, Revista de Ciências do Estado, ISSN eletrônico: 2525-8036, ISSN impresso: 2595-6051, Universidade Federal de Minas Geraisv. 10 n. 1 (2025): Afinal, o que é o Estado? https://doi.org/10.35699/2525-8036.2025.58514 Ver los posts: - CRÍTICA DE LA RIDICULEZ ACADÉMICA, - PENSAR LA EXISTENCIA, VIVIR LA VERDAD, - BOSQUE VITAL, JUICIO INCONMENSURABLE Y PUERTA DE LA VERDAD, - CONFLICTO, SUBJETIVIDAD Y EXISTENCIA, - EL JUICIO DEL 'ESPÍRITU OBJETIVO' NO DESCUBRE LA VERDAD, - ¿UN TESTIGO BASTA?, - ESPÍRITU ABSOLUTO, VERICIDAD Y CREDIBILIDAD ÉTICA
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